Te siento; te busco; revuelvo los rincones; presiento el suspiro exhalado por tus labios, como un hilo de plata merodeando mi cuello, ahogado en el abismo de este amor. Saboreo tu piel, como una seda que me envuelve; jugueteando en mi cabello desglosado por tus dedos, que se agitan hacia el infinito. Y estalla tu boca quejumbrosa en la cima de mis pechos; con tu risa jadeando en mis entrañas; hundiéndote de a poco en el laberinto de mi cuerpo, como una espiral al borde del espasmo. Te espero; te ansío; respiro tu aire; desbordo sobre tu voluntad, que se equivoca; para destilar tus letras dentro de mi imagen, en un rompecabezas a punto de explotar. Y te hablo; te deseo, en el crepúsculo que une la mente y el orgasmo; vibrando hasta el extremo de ser tuya y no; bajo el semblante de tus ojos, naufragando con mi vientre. Estoy en ti; tallando mis labios en los tuyos; enredando mi espalda con tu sombra; bajo un mismo hemisferio tambaleante, que se ha partido en dos.

Ana.