Presentado originalmente como Natdul I, II, III y IV. A sugerencia de Maitencillo lo subo entero, en versión, como dijo ella: "Sólo para valientes".
I
Noche en Natdul, lluvioso Agosto de 1924
"De dos irrealidades, de dos inexistencias,
Pueden suponerse valores.
Si la inexistencia fuese de signo negativo,
el producto de ambas podría ser la realidad...
Si su valor fuera computable en cero, estaríamos perdidos..."
Omnifabulario de Natdul
En el albur de la noche, la discusión. Impresionó mi mente la emotividad de los debatientes. La irrealidad y la futilidad del tema añadieron asombro a mi escucha. Aún cuando ya con anterioridad hube oído el tema que trataron.
Previamente en la reunión se habló del ajedrez, de notación científica, de la perfidia femenina —especialmente apoyada por las escasas damas presentes, lo cual no me extrañó, y por aquellos caballeros con el favor de las mujeres, lo cual me alarmó— del azar, de horóscopos, de teología... Llegados a este punto, alguien mencionó la existencia de un sitio inexistente. Esta paradoja llevó a los allí reunidos a La Discusión.
Apuré un trago de vino y propuse la realización del Experimento.
Muchos de los que no apoyaban la existencia de un sitio inexistente me secundaron, muchos de los que decían creer no. Lo cual, conociendo la contradictoria naturaleza de los seres que pueblan el mundo, no me resultó extraño.
Resolvimos la creación de un lugar donde cada uno dejara una idea, a días alternos, según el azar, y que el siguiente, agregara algo a esa idea, además de dejar la suya propia... A ese lugar y sus visitantes lo llamamos "la Comunidad".
El experimento fracasó: El lugar que utilizábamos existía físicamente, con lo que se contaminaba la intención primera.
En reuniones sucesivas se decidió que utilizáramos un cuaderno guardado en un casillero en la estación de trenes de Natdul. La combinación sólo fue revelada a los miembros de la comunidad y las condiciones de uso, continuaban igual que para el primer intento.
Volvimos a fracasar. Alguien alegó que para el caso era lo mismo emplear un cuaderno o una piedra, que siempre utilizaríamos algo que podríamos llamar existente, y que de nuestra intención se derivaba que la perfecta muestra del sitio inexistente era la mente del hombre.
Otro adujo que la mente es sólo el reflejo de la actividad del cerebro, y que sin ese instrumento la mente no existía.
Panteísta como soy, al escuchar tal opinión mi ánimo me llevó a asentir: Es posible que el universo no sea acaso otra cosa que el pensamiento de un dios.
Quizás entonces el destino del hombre sea el de encontrar en su propia mente el universo y crear así, el lugar que no existe...
Acaso en un futuro (si eso existe) notemos intuitivamente que el pensamiento de ese dios tiene numerosos velos y está articulado de modo que nos convence de su existencia. Acaso sea su funcionamiento íntimo algo semejante a la mente humana: Impulsos eléctricos en algún sitio remoto que se aparecen a nuestros vulgares ojos como formando parte de un universo real.
En ese caso, quizás se volviera realizable en el futuro (si es que ese concepto tiene algún sentido) por el intelecto humano.
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II
Natdul, lluvioso Agosto, 2033
En mi viaje por el Himalaya encontré un extraño libro manuscrito. Sus distintas hojas están unidas por medio de una especie de espiral metálica. Se llama Omnifabulario de Natdul, lo cual me llamó la atención pues es raro que alguien conozca mi ciudad y menos aún sus historias y leyendas.. Además se refiere a personajes que en Natdul son fábula como si tuvieran existencia real...
En realidad el "libro" sólo consta del principio, de una hoja a la mitad del texto y del final.
Faltan como novecientas páginas, no tiene ni pies ni cabeza, pero lo que más me gustó lo transcribo aquí.
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Cuenta la historia que los bárbaros llegaron desde el norte. Llegaron a las blancas murallas de Natdul, la de hermoso rostro y masacraron con hachas y espadas a su población. Intentaron acabar con todos, las hordas de salvajes, con su única ley. Los detuvo el descubrir que la muerte de aquellos de túnica púrpura ocasionaba un temblor de la tierra y de los cielos...
Nada supieron de la mágica resurrección de las víctimas, nada más supieron luego de la misma Natdul.
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Crearon signos para simbolizar conceptos
Poco a poco fueron apartándose de la sensualidad y lo sensible
Lo sensitivo se les volvió anecdótico y tomó lugar en su signología.
La comunicación que no fuera simbólica cesó su uso
Más y más se adentraron en su conceptualización interna.
Y Comprendieron.
Longevos, como eran, decidieron aprovechar su contado tiempo.
Empezaron por dominar la astrología y pronto se aburrieron.
Pasaron al álgebra, la astronomía, la física, la metafísica.
Establecieron relaciones, desecharon axiomas.
Palparon, como nunca antes, —como nunca nadie después— singularidades notables.
Desecharon paradojas, resolvieron incertidumbres, establecieron reglas, que llamaron leyes.
Todo parecía cada vez más complejo, pero lejos de asustarse, en cambio, se alegraron.
Cada infinito que surgía, los movía a establecer simetrías que renormalizaran sus ecuaciones.
Pocos como eran, resolvieron optimizar sus recursos:
Cada cual se empleó en aquello que por gusto y capacidad mejor pudiera realizar.
Pronto el gusto dejó de tener sentido:
La tarea que emprendieron era vasta, enorme, interminable.
Vueltos hacia adentro, ampliaron la utilización de su cerebro hacia áreas largo tiempo dormidas,
encontraron la conexión con un universo —para ellos— anecdótico.
Siguieron breves años en los que la distinción entre energía, materia y pensamiento se volvió borrosa.
La distinción entre vigilia y sueño desapareció.
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Y como broma macabra,
Natdul es, en el tiempo y no,
Natdul es, en el espacio y no...
Dicen que es bellísima,
los niños y los locos
y aquellos mentirosos...
a los que nadie cree
que tiempo, espacio y pensamiento,
la misma cosa son...
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Y sabida la verdad, nada más queda que esperar la extinción.
Las fuerzas escaparon a nuestro control, marchan ya, independientes.
La maquinaria universal, el reloj, el universo, cayeron ya, y somos nosotros.
El origen es el desorden originado por una convulsión generalizada:
una sinapsis aberrante, un cortocircuito, una epilepsia.
El final, será la lógica terminación de ese cerebro.
Somos simples neuronas.
Y el tiempo, apenas sinapsis.
Las leyes, estuvieron allí desde el principio.
Es lógico si se lo piensa un poco:
Sólo las leyes capaces de producir un cerebro humano podían existir en un
universo pensado por un cerebro humano.
Con sólo intentar mirar el orden en todo, ese todo varía. Es evidente. Es obvio.
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Tiempo después, alguien me contó la verdad, pero eso, claro, es tema para otra historia.
Natdul, Agosto 23, 2033
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III
Era Agosto en Natdul, llovía, mientras corría el año de Nuestro Señor de...
Alzó el hacha, innumerables veces, él.
—Los incontables hombres que fuera él.—
Se oyó el grito proveniente de la sangre que corría por las venas y arterias de todos los que había sido.
El filo del hacha encontró la blanda y cálida carne de un cuello, se hundió lentamente con el impulso bestial
En otro tiempo, que no era éste, la nada se encendió súbitamente. Explotando —si cabe tal expresión— y creando el primer tiempo, el primer espacio. Sucesión, oleada, empuje de todo cuanto es...
Separación, desmembramiento, simetría, caos...
Orden, caos, organización, caos, causas y efectos no necesariamente evidentes.
Vida, evolución, microciclos, espejos constituyentes de ciclos mayores
Ojos, miradas, inteligencia, días con sus noches, y una noche, la Pregunta.
La carne se separaba límpiamente: músculos, tendones, faringe, laringe, espina, dejaban de tener sentido.
Un grito se oyó, y no del caído púrpura, sino del bárbaro, cumpliendo una vez más con el rito, con el ciclo.
El placer de destruir, corría por su cuerpo —el íntimo y necesario impulso de toda ulterior creación—.
Llamas sobre Natdul,
arden las blancas murallas.
Arden las casas, los bosques, los libros.
Arden hasta las aguas.
Una gota de sangre chorrea la cara del Demiurgo:
Sale de la cabeza que, rodando sobre la acera, acaba de crear el orbe...
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IV
(Hoja Suelta)
Existe una habitación en mi ciudad.
Es donde tengo las visiones.
Donde acuden a mí las voces.
Si te paras a escuchar tú también oirás...
Ideas sueltas, gritadas,
por voces que cambian, cada tanto.
Y ser de pronto abstracción,
para ver sangre, fuego, murallas ardiendo,
y sentirse parte de todo, sabiéndose nada:
Apenas dos ojos que miran, fieros, esta gran nada,
viendo quizás pasar rodando una cabeza.
O acaso el paso rápido de unas hojas de cuaderno
lleno de frases inconexas, todas las fábulas en él:
el rumor del Universo,
esa ilusión, hecha de silencios.
Nota del autor: Continuará, algún día.
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