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Hace tanto que no estás que ya ni me acuerdo de extrañarte. Ya no se si es cierto que corrimos por los parques esos, ya no se si corrimos, si los parques. Me levanto y no escucho mis sueños recién soñaditos. Tal vez en el almuerzo te recuerde.
Supongo que te amé, o al menos amé esos momentos. Quisiera amar estos. Quisiera amarte. Me quedo en el sillón de la sala donde siempre me senté. Pensandote. Tapándome con el diario.
Desacuerdos
Llegó la comida. Como todos los jueves hoy comemos boga a la parrilla. Como todos los jueves la sacamos de la caja de cartón que la trajo. Una vez libre de boga doblamos la caja para que entre en el tacho. Se sacude y vuelve a su posición. Un nuevo intento no hace más que salpicar lo más posible la grasa que quedaba. Quietecita en la mesada se ríe de nosotros. Ahora sí, ya está doblada. No entra, se necesita otro doblez. Un intento exaspera a los más apurados y hambrientos. Solo una persona insiste paciente. La dobla, la ata, la abrocha, la envuelve, la empaqueta, la acomoda y la arroja en el tacho.
Una vez afuera, pasa una bicicleta y veloz la desata, la desdobla y la acomoda junto a los otros cartones; los vende y los come.
Los dueños de la calle
Duermen juntos, duermen solos, duermen frío, duermen hambre. Vuelan frío, vuelan hambre. Lloran todos. Lloran seco e inundan el aire. Me mojan la cara.
No hay nada como mi bicicleta. Volando por las calles, esquivo nubes rojas y azules y grandes. |