Primero inició una interesante excursión al Amazonas, desde allí voló a las exóticas Islas Canarias. Su inquietud era tal que no pasó mucho tiempo antes que se aventurara a conocer el continente asiático. China, Rusia y la India, sólo fueron estaciones de paso para su espíritu aventurero, ya que, casi sin tomar aliento, se lanzó en vuelo rasante hacia la Antártica. Desde allí, viajó al Polo Norte, hizo una parada circunstancial en México y sin tener que cruzar a nado el Río Grande, se internó en los extensos territorios de la Gran Potencia norteamericana, cruzó Washington como un celaje y utilizando esa importante ciudad como plataforma, emprendió el fascinante vuelo a la Rubia Albión. Esa fue su tumba. Antes que alcanzara a pisar terreno británico, el enorme matamoscas puso fin a sus devaneos turísticos sobre el gran mapa de la biblioteca…