El sol había trabajado perfectamente durante la mañana, las calles brillaban en todo su esplendor, las casas y los árboles, los perros y los hombres lucieron su colores chillantes, y aun así se percibía ese denso frío en el ambiente.
Por la calle Manuel transitaba jugando con su sombra, vislumbrando un maravilloso porvenir, los temores del pasado quedaban sepultados por la esperanza, hoy ella llamaría, reconstruirían sus vidas y brotaría nuevamente la chispa del amor.
Años atrás Manuel y Andrea formaron la pareja perfecta, compartían los mismos ideales, mismo status, misma religión, un coexistir exacto, su relación corría como agua en río, siempre libre, mas la vida trazó destinos diferentes, los años de educación superior separó sus caminos y fue así como la falta del ser querido comenzó a crear en Manuel la mina de los celos seguidos por el delirio y la impaciencia, su cariño conoció por la distancia el periodo de estiaje.
Ayer Andrea había retornado a la ciudad, ella prometió que llamaría y Manuel sabía que Andrea siempre cumplía a sus promesas.
La tarde comenzó a caer, el rompecabezas del cielo, del cual se pueden conseguir un sin fin de imágenes, inició a poblar aquella gigantesca tela azul, los rayos del sol se infiltraron penosamente hacia la tierra, se perdían lentamente los colores chillantes.
Muchas gotas iniciaron su descenso, los rostros en la calle se tornaron borrosos, por el cuerpo se escurrían las lágrimas de dioses; una imagen se detuvo en la vista de Manuel, parecía ser Andrea que iba del brazo de alguien, de otro que no era él.
La cólera y los celos se apoderaron de su ser, prefirió morir a ser conocedor total de una nueva relación por la mujer amada, giró su andar y se dirigió a su hogar, los zapatos pisaron infinidad de veces el fango, sus puños se apretaron y sus uñas se enterraron en sus manos haciendo brotar la sangre.
El camino recorrido tantas veces se hacía tan confuso, voces brotaron de las banqueta, palabras y palabras se imprimían en los muros, aparecía fervientemente el sentimiento de ansiedad.
La llave giró en la cerradura y la puerta produjo un quejido similar al de un niño sufriendo, la respiración se cortaba y comenzabale a faltar el aire.
Del cajón tomó su pistola, nunca supo realmente el por que, iría a buscarla o a buscarlo, el cerebro se encontraba nublado, fue entonces cuando comprendió todo, supo que el sería un estorbo para la felicidad de Andrea y entonces no dudó, se miró en el espejo y accionó el gatillo, su cuerpo yacía en la alfombra de su sala.
Después del disparo el único sonido que existía en el departamento fue el timbre del teléfono. |