Buenos días. Tardes ya, me parece. Esta mañana he leído tu mensaje rodeada de gente. Estaba frente a un ordenador de una zona pública con otros ordenadores. Tenía un compañero a cada lado y un montón más en asientos más alejados. Nadie me miraba. Cada uno miraba su pantalla, pero del mismo modo en que a menudo a mí se me escapa un reojo para husmear,queriendo o sin querer, en lo que hacen los demás, pensaba que cualquiera podía verme. Con tu correo delante, bajaba la pantalla poco a poco, imaginándome en tu fantasía, sabiendo que tu juegas con mi imaginación y te aprovechas de ella de la misma forma que yo lo intento contigo. Metiéndome en tu fantasía, soñándote detrás de mí con tus manos sobando todo mi cuerpo, me sumergí sin querer en mi propia fantasía. Me he encontrado cada vez más húmeda, sabiendo que me sonrojaba, creyendo que todo el mundo me miraba, que se daban cuenta que estaba deseando que me mordieras casi con brusquedad esos pequeños botoncitos de placer míos que estaban cada vez más duros. Me hubiera encantado estar sentada sobre tí en lugar de sobre esa silla, que me hubieras levantado la falda y te hubieras desabrochado el pantalón y me hubieras sentado sobre tí para desahogarme de esos calores de manera rápida, sin ni siquiera desvestirnos. De alguna manera lo has hecho.
Me ha gustado mucho cómo empieza tu fantasía, pero no me he atrevido a acabarla. A decir verdad me parece demasiado real como para ser una fantasía. Demasiado probable, algo más parecido a un deseo futuro que a una fantasía. He creído que no está tan lejos de ocurrir, y si se da el caso no quiero que ninguno de los protagonistas conozca el final, sería más excitante dejarse llevar. No te lo tomes como una proposición, ni como una indirecta ni nada parecido; pero me gustaría que me dijeras, sin miedo a comprometerte de ninguna manera, hasta qué punto estarías dispuesto a cumplir tus fantasías.
Tu idea de cruzar nuestros cuerpos por el mero placer de reconocernos en un lugar público me parece excitante, a la vez que difícil. Si eres capaz de encontrar un sitio donde pudiéramos reconocernos solo por la mirada, sin intervención de ningún otro elemento (p.e. ser las únicas dos personas con apariencia de esperar o buscar a alguien), cuéntamelo.
Hasta pronto ¿me dejas que te bese en la boca? creo que te gustarán mis labios
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