En la mañana la misa del domingo no repicó campanas ese día, repicó muerte... Grito entrecortado, garganta sangrienta de sollozos escondidos y silencios guardados. La traición elevó gritos que no fueron oidos. La ausencia elegida marcó el estigma oscuro. Corbatas y sogas apretaron muy fuerte y un llanto milenario inició estirpes nuevas. Estirpes de individuos que buscaron la calma, sin cesar y sin hallarla. Repicó muerte para siempre...
Texto agregado el 18-04-2005, y leído por 127 visitantes. (0 votos)