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(FERMENTO DE AMOR)


Emilio se limpió la espuma de cerveza de sus canosos bigotes y escupió una nerviosa risita que nos extraño siendo el un tipo que denominaba ese tipo de actitudes como “Mariconadas”. Definitivamente el Hombre estaba histérico. Lo sabíamos por que para entrelazar su cotidiana charla soez y agresiva; tuvo que beber de un sopetón el elixir que tanto amaba y que decía debía beberse pausadamente para degustar cada molécula de cebada. Uno de los muchachos le ofreció un cigarro mientras Panchicota levantaba su amarillento dedo hacia el Samba solicitando (mas bien suplicando) otro copón de cerveza. Emilio carraspeo, hizo sonar los huesos de sus muñecas, tomo otro desesperado sorbo de licor, se seco el sudor de la frente, se saco un monumental moco de la nariz y cuando se aprestaba a rascarse una wea mojigatamente debajo de la mesa, por fin dijo:
- Me caso.
Mejor se hubiera quedado callado. El Veno lanzó una grotesca risotada mojándonos a todos con su baba mal oliente. El Claviculo quedo paralizado. Panchicota lo empapelo a chuchadas y Yo -siempre irónico- lo felicite por aquel trascendental paso.
- No quiero llegar a Viejo sin una Minita que me de los remedios o caliente mi cama en invierno.- su voz era débil, subyugada, transparente y moribunda.
- ¿Te casas por que le tienes miedo a la vejez?- mi pregunta lo sepultó tras su copa.
- La amo… Eso te lo aseguro.- respondió cansadamente.
- ¿La amas?- preguntó incrédulamente el Panchicota.
- Si… entiéndanme- suplicó y juntando sus manos casi como pidiendo clemencia a un oráculo de Dioses Borrachos.
- Esta bueno el chiste.- murmuró el Claviculo.
- ¡No!... Yo no bromeo con ese tipo de cosas.- aclaró el futuro difunto.
- Déjenlo en paz, quiere tener una vida diferente.- les dije apoyando burlonamente las temblorosas palabras de mi amigo.
- ¡Vamos a grano saco weas!... – la voz del Panchicota era gutural y rabiosa- Si la Mina te salio un poco difícil pa` soltarlo, solo tenias que hablar conmigo. Yo tengo una pastillita milagrosa que las hace bramar de calientes.
- Quiero tener familia.- concluyo Emilio, dicho esto se levantó de su puesto y por primera vez en su vida se retiro dejando una copa de cerveza sin terminar. Solo entonces comprendimos que sus intenciones eran ciertas.
Después de la huida de nuestro amigo las ganas de beber y reventarse se hicieron más patentes en nuestros sesos. A uno de los muchachos se le ocurrió ir a comprar unas “manos” (coca) pa` ahogar las truculentas ensoñaciones que nos había dejado Emilio. Para esa empresa elegimos al Claviculo que a esa hora era el más sobrio de todos. Mientras tanto comenzamos una burda seducción con una par de Gordas que tomaban Piscola en la mesa de junto. Quizás todas nuestras sugerentes posturas fueron innecesarias, tan solo hubiera bastado con preguntarles: ¿Quieren culiar?; pero uno se siente más hombre cuando cree que la zorra en cuestión tuvo al menos una ínfima barrera de pudor.
- Hoy es el día de Linda.- vociferó una de las Gordas abrazando a su también mórbida amiga.
- Es mi día- repitió Linda abriendo sus carnosos y escarlatas labios.
- Tenis buenos labios… humm.- la expresión del Veno fue acompañada por un leve ronroneo que nos hizo imaginar a la Gorda engullendo nuestras pichulas.
- ¿De que viven chiquillos?- consultó Linda mientras nos lanzaba su ojo calentón.
- Bueno… En la semana existimos con una y otra pega. No sé… Tenemos varias gracias. Algo de Albañiles, algo de Carteros, algo de Gomas y el mejorcito Contador. El fin de semana es cuando nos dedicamos a labores que alimentan nuestras vidas espirituales… ¡ja!- cuando Panchicota eructó esa pequeña carcajada supe que el animal saldría con una barbaridad.
- ¡Que interesssante!- exclamó la amiga intentando darle un toque de finura a su voz de rata.
- Son los fines de semana cuando salimos a las calles a realizar nuestra amada tarea. Caminando por Santiago buscando “Beneficiarias” entre lo mas selecto y chic de los bares y pubs. Ahora Uds. se han cruzado en nuestro sendero casi como enviadas por Dios, pues ya estábamos desilusionados por no haber encontrado a nuestras iluminadas después de cuatro horas de escarbar entre sedas y concretos.
- ¡Que bien!- grito Linda haciendo rebotar sus enormes pechos en la mesa.
- No me digas… -la emocionada Amiga se tapo la cara.
- Si mi Huacha… Nos culiamos a las Gordas mas deliciosas del País- cuando Panchicota dijo eso, la Amiga monto en cólera, sin embargo Linda la tranquilizo diciéndole.
- Me cae bien este mamarracho… Pa` mi día de los días está bien este Infeliz… No me voy a poner regodiona.
Las Gordas nos invitaron a su departamento en Quilicura. A camino compraron ocho botellas de Pisco, una garrafa de vino y un paquete de marihuana. Nosotros aportamos con las manos que había comprado el Claviculo y nuestros orgullosos Picos. Linda nos advirtió que en su casa la esperaban otras amigas de iguales características pues se suponía que harían una fiesta para celebrar el misterioso “Día” de Linda que seguramente se trataba de de su cumpleaños. Aquellos nos entusiasmo aún más. Mi verga se endureció furiosamente con solo ver el gran poto de la amiga tratando de liberarse de esa horca compuesta de un Jeans elasticado y un despiadado colaless.
El departamento era muy típico de Minas medio míseras. Pobre en estructura pero rico en chiches y plantitas muy monas. Los sillones eran dos catres de campaña y un sofá de esponja que al sentarse quedabas con media raja en el suelo. Ahí había olor a colonia inglesa y huevos fritos. Las Gordas estaban orgullosas con su nido, y el tener a cuatro Machos de visita en su palacio, las alentaba para que se esmeraran en servirnos lo mejor posible.
- ¿Qué les ponemos?- dijo la Amiga acercándose orgullosamente a su micro componente Hikaru.
- No sé… ¿La Raja?- las groseras respuestas de Panchicota mas que irritar a las chicas les desataban grandes ataques de hilaridad
- ¡Tonto!- aquella replica de Linda tenia una poderosa carga de sexo, casi como invitándonos a romperla.
- ¿Y tus amigas?- consultó el Claviculo sosteniendo entre sus dedos un vaso de vino.
- Dejaron un recado en la cocina… Fueron a comprar copete.- respondió la amiga dibujando en aire grotescos movimientos cintura al compás de un disco de salsa.
- ¿Quieren hielo?- dijo Linda levantándose del catre de campaña–sillón.
- Yo te ayudo.- dijo Panchicota cortésmente.
Los seguimos sigilosamente a la cocina. La amiga se hizo cómplice instantánea de nuestro fisgoneo. Linda abrió la nevera y mientras sacaba una cubeta de hielo, Panchicota le hundió la cabeza entre unas congeladas bandejas de carne mientras su pene hurgaba en el ahorcado poto algún tibio, húmedo y socavón. Fué una HERMOSA CACHA. Violenta para Panchicota, y desesperada para Linda. El estaba frente a una enemiga, y ella frente a una última oportunidad. Al terminar la Gorda lloró.
- No te pongas ese caga de calzón.- la orden de Panchicota dibujó una aliviada sonrisa en la Joven.
- Como tú quieras.- respondió.
Cuando regresamos al living las amigas de las Gordas estaban sentadas en los “sillones” exhibiendo sus presas obesas y pretenciosas. Seguro habían visto la escena pues esas sonrisas suyas tenían algo de fetiche y complice. Nos calentaron aún más de lo que estábamos. El Claviculo se pegó a la mas chiquilina que se presentó como Mini. El Veno se instaló al lado de la mas tetona, y no por su principal característica sino por la brillante botella de Vodka arrullaba entre sus melones. A mi me quedó la Amiga… Chica habladora, caliente y exhibicionista. De la fiesta liberal pasamos al festejo osado, con las muchachas bailando casi sobre nuestras rodillas insinuando sus pieles cítricas y grasientas. Panchicota estaba inconsciente cuando el Claviculo le instaló en la nariz un milímetro de coca, de inmediato; como si fuera un mono porfiado, se levantó y acompaño a las Gordas en su baile mostrando a los etílicos espectadores su gran raja peluda.
Eran las dos de la mañana y el copete estaba hirviendo en nuestra sangre. El Veno habia jalado casi tres líneas y parecía estar aún mas borracho. Se acordó de su Esposa que no veía desde el año pasado, de su Madre y de una tal Ester de quien decía estaba pariendo un hijo suyo en ese mismo instante. ¡Cresta!... brindamos todos por eso, no sin antes decirle que era un Hijo de Puta. Con la “Amiga” estábamos sentados en piso con las piernas estiradas y sus rollizos dedos manoseándome el ombligo.
- ¡Mastúrbame de una buena vez!- vociferé.
- No sabia si tenías ganas- susurró en mi oído- ¿No te importa que nos vean los demás?
- Dale no mas… Con mis Broders nos conocemos desde que éramos Pendejos.- al instante desencadenó mi pichula y comenzó a menearla suavemente. Debo aceptar que lo hacia bien, incluso mejor que yo.
- ¡HEE!!... ¡Yo también quiero!- dijo Panchicota sentándose pesadamente en uno de los sillones.
Las Chicas nos pajearon en comunidad. Muy prolijas ellas. A veces nos mamaban y en otras se las pasaban por sus sudorosos cuellos. Linda se notaba alterada. Panchicota sin embargo, la hostigaba con bestiales pellizcos en los pechos o subiéndole la falda para dejar a vista de todos un pubis rapado surcado por un diminuto hilo de sangre. Ella trataba de cubrirse pero ante la fiera mirada de su amante se sometía.
- ¡Loreen!... La rompí.- vociferó Panchicota. De inmediato su amiga replicó:
- Esta weona cochina anda con la regla.
- ¡Entonces quiero probar el beso del Payaso!- exclamó Panchicota hundiendo su melena entre las piernas de la muchacha quien se rindió con los ojos pegados al techo.
- ¡No seai brusco aweonao!- inquirió Mini.
Pese a las reprimendas de Mini, Panchicota la tomó a su entera gana. Linda extrañamente se entregaba casi como un sacrificio o una ofrenda a una misteriosa Deidad, que ciertamente no era el Panchicota. Locos de lujuria y hartos de alcohol fornicamos hasta la madrugada. Esa mañana dormí en la casa del Claviculo.
La semana fue horrible. Trabaje todos los días hasta tarde. Fue el día Jueves cuando en mi puerta apareció un sobre plateado con un gran corazón dorado grabado en el centro… era el parte de matrimonio de Emilio. Sabía que Emilio hablaba en serio pero no que lo haría tan pronto. A dios gracias me habían pagado el lunes y aún tenía lo suficiente como para regalarle por lo menos un juego de vasos. ¿La tendría embarazada?... no lo creí pues Emilio tenia varios chiquillos regados por Santiago y a muchos de ellos ni si quiera los conocía. ¿Estaría enamorado el Conchesumadre más grande de Recoleta?... Difícil pues el cincuentón de Emilio decía que solo tenía ojos pa` la jarana. Aquel viernes lo dediqué a comprarme un terno y ubicar a la Flaca Rosa pa` que me acompañara al casorio. En la noche nos juntamos con los muchachos en el Pub del sótano para conversar sobre el bizarro compromiso de nuestro amigo.
- A veces te empotas con un choro y crees que estas enamorado pero en el fondo estas caliente. Eso es lo que le sucedió al Emilio.- decía el Claviculo iracundamente.
- No sé… Emilio es demasiado Viejo como pa` caer ese tipo de webas.- respondió Panchicota.
- ¿Y si se enamoro?- mi pregunta los dejo perplejos.
- ¿De quien po weon?- objetó el Veno.
- Debe ser muy rica y muy webona.- indicó el Panchicota.
- Bueno… Si es así, esta bien.- concluyó el Veno.


El parte indicaba que la ceremonia se realizaría en la iglesia de los Padres Dominicos. Llegué a las ocho en punto con la Flaca Rosa vestida de gala. Los muchachos estaban fumando en la entrada con sus correspondientes acompañantes. Ninguno dijo nada aparte de “hace frío”. Casi por esporulación espontánea un turro de gente comenzó a llegar. De seguro eran los familiares de la Novia. Había algunos bastante respetables y otros que francamente patéticos. Casi a las ocho y media se presentó una Anciana acompañada por una pequeña. Panchicota se le acercó y con voz tronante le dijo:
- ¡Su entrada Señora!.
- Disculpe Señor… Pero es que con todo el ajetreo se me olvido traer el parte.- respondió humildemente la mujer.
- Entonces tendrá que devolverse a buscarlo.
- Pero es que soy la Mamá de la novia.- la voz quebradiza de la vieja me hizo reaccionar.
- Pase no más Señora… No le haga caso a este imbécil.

Un Hombre de pelo cano nos ordenó entrar y sentárnos en el costado izquierdo. Obedientes fuimos al costado derecho y nos instalamos en segunda fila. Emilio apareció vestido en Frac blanco. Se veía frágil por decir lo menos. De pronto, entre sus frenéticos paseos lanzó una fiera mirada a Panchicota, lo que me hizo pensar que la bromita de la entrada a su Suegra ya había llegado a sus oídos. El Cura brotó desde una puerta lateral del altar y dio una cariñosa palmadita en la espalda al Novio quien sonrió puerilmente mientras se restregaba nerviosamente las manos.
- ¿Cachai en el tete que se esta metiendo este pobre Weon?- dijo el Veno con estupor.
- Parece que se enojo por tu tallita.- dijo el Claviculo a Panchicota quien se encogió se hombros denotando indiferencia.
Una murmuración de viejas nos indico que la Novia había llegado. Por un instante la iglesia quedó en silencio, expectante ante la maravilla de Mujer que flotaría por la sacra alfombra escarlata. Cuando el blanco vestido irrumpió ante nosotros casi me cagué al ver quien lo portaba. Se que lo intuyen… era Linda. Sus ojos estaban fijos en el tembloroso mentón de nuestro amigo. Al pasar por nuestro lado nos arrojo un avergonzado vistazo. Me sorprendió su falta de pudor ante la presencia de los tipos que una semana antes habían realizado una orgía en su casa. Panchicota sonreía y por momentos creí que se iba a levantar para vociferar la clase de mujer que estaba en el altar, pero sea por estupor o quizás que cosa, se quedo quieto y silencioso. Ninguno escuchó lo que dijo el Cura, solo cuando exclamó festivamente: “Los declaro Marido y Mujer” oímos decir al Claviculo entre dientes:
- Este la cago de frentón.



La situación era demasiado compleja como para quedarse, pero cuando estábamos de acuerdo para retirarnos llegó Emilio y nos abrazo afectuosamente:
- Gracias por venir… Necesitaba su presencia.
- No hay de que… ¿Hay copete?- dijo Panchicota dándole una particular caricia en la cara.
- Si… Compré de todo pensando en Uds.- su respuesta nos alegró e incluso nos hizo olvidar cualquier incomodidad.
- ¿Dónde será la fiesta?- consultó el Veno lengüeteándose los labios.
- En la sede comunitaria.
- ¡Bien!.

Mientras los novios se daban el acostumbrado paseo nosotros tomamos un bus hacia el lugar de la fiestota. Panchicota seguía sonriendo con una gran carga demoníaca entre sus dientes. Quería decir algo pero sus ideas se atropellaban. Fue el Veno quien vomito la primera frase:
- ¿Qué hay si le decimos?
- Mejor quedemos piola.- aconsejo el Claviculo.
- La Gorda tuvo una cotidiana despedida de soltera y punto… Todo el mundo las tiene.- mi voz los hizo pensar.
- Tienes razón.- dijo Panchicota.
- Si.- dijeron los demás.
- Entonces démosle rienda a la jarana y dejemos que Emilio sea feliz aunque sea por este día.- concluí.

El local para la fiesta estaba perfectamente ordenado. El bar cargado de licor, los Mozos vestidos de pingüinos, las mesas delicadamente ataviadas y una orquesta pa` bailar toda la noche. Los Novios aparecieron después de media hora. Bailaron el vals de los novios y brindaron con champaña.
Pese a que creíamos todo sepultado y olvidado, Panchicota se notaba en extremo eufórico, sabía que Linda estaba en sus manos y al parecer estaba dispuesto a hacérselo saber. Cuando la abrazó para felicitarla le susurró algo al oído. La Gorda soltó una tímida lágrima la que fue interpretada por una Vieja como “Emoción de Novia feliz”.
La fiesta comenzó con los sones cumbiancheros de la orquesta y el Panchicota gritando a todo pulmón. Comenzamos a comer algunas brochetas de cerdo y un picadillo de queso. Después vinieron los wiskis y las piscolas. Entre tanto, el Panchicota pasaba por el lado de Linda y le balbuceaba disparates e insultos. Emilio parecía no advertirlo.
Las ganas de mear del Veno fue la excusa pa` tirarse un par de lÍneas en el baño. Los tres borrachos nos dirigimos rasguñando las paredes hasta el tocador mientras el Panchicota vociferaba:
- ¡Gorda Puta!.
- Calla a ese weon po` Pavlovic.- me reclamó el Veno.
Entramos al baño con Panchicota gruñendo y vomitando. Al parecer la fiesta terminaría en tragedia. Ninguno era capaz de callarlo. Repentinamente Emilio entró al baño.
- ¿La han pasado bien?- preguntó el novio disponiéndose a orinar.
- ¡Mejor la pasamos el fin de semana pasado!- prorrumpió Panchicota.
- Parece que sigues confundido.- la voz de Emilio se torno ronca y amenazante, se acercó a nuestro amigo y lo abrazó- Lo del fin de semana pasado tómalo como un favor de amigos. A mi edad, y con el carrete que tengo en el cuerpo hay cosas que ya no le puedo brindar a Linda. Ella es una buena mujer y tu un cerdo con gracia… Deberías sentirte agradecido que Yo te haya elegido a ti para descartuchar a mi Esposa. Si te empeñas en seguir webeandola, te meteré una bala en la raja.

Emilio terminó de mear y se retiró del baño tranquilamente invitándonos a degustar la torta. Quedamos estupefactos, y más aún el Panchicota quien se desmayo sobre un inodoro rebalsando en mierda. Fue el Veno quien coronó la situación con una de sus frases pal bronce:
- ¡Alguien debería fermentar el amor!

Texto agregado el 18-04-2005, y leído por 224 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
04-07-2005 Que gusto leer algo que te hace cagarte de la risa, sin ofender. Es que d verdad parece una escena muy cotidiana, pero con ese toque magico que le pones, y los detalles, yo soy más bien metaforica, gracias por esta. Keller
 
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