Ayer volví a sentir el temblor dulce de tus labios. Me sumergí en la inocencia simple de tus ojos. Ayer, Recordé la abundancia de tus pechos, reviví la calma acompañada de mi lecho. Ayer, el movimiento era suave y resignado, y nuestro idioma fue uno, sólo el tacto. Hoy, las sábanas tienen tu olor. Ayer. Ayer soñé. El Coronel.
Texto agregado el 17-04-2005, y leído por 247 visitantes. (4 votos)