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| Stelazul,28.09.2007
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Ahora existe una moda, que le pregunten a góticos y siniestros..., de celebrar la paz, la belleza y no sé que más de los cementerios.
Yo voy a presentar un cuento, que por cierto está en esta página, a un concurso que hay aquí en madrid que se llama Tanatocuentos, bastante bien dotado y al que concurren historias que tienen que ver con la muerte y los ritos funerarios. Hablemos de la muerte.
El cuento es: mi hermana maría, la niña que murió al nacer:
http://www.loscue... | | |
| dieresis,25.05.2008
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Hay que temerle a los vivos no a los muertos.
Hay que temerle a los vivos que van a los cementerios. | | |
| negroviejo,25.05.2008
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Yo tengo un cuento muy interesante que se llama:
Mi abuelo se quedó huérfano a los setenta y dos años. | | |
| ollaida,25.05.2008
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| Los cementerios son esos lugares en los que cuando entro me siento tan gilipollas por tantas cosas... | | |
| la_aguja,25.05.2008
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| Han pasado muchos años, ya no visito los cementerios, pero les puedo contar mi experiencia personal: de chica solía acompañar a mi abuela, íbamos cargadísimas de flores recolectadas exclusivamente de su jardín; ella casi nunca recordaba la ubicación de las tumbas a visitar, así que terminábamos, después de pasear por casi todo el lugar, depositándolas en el osario general. Fueron unas de las excursiones más divertidas de mi niñez, mi abuela y sus malas palabras porque se perdía entre tanto muerto, las tumbas más "lindas", la del arquitecto que hizo una casita sobre la tumba de sus fallecidos padres (con muebles y todo), las de los personajes ilustres.... En fin, una colección de sitios ajenos pero pintorescos a mis ojos de niña. Fue un lugar con morboso placer, la imagen de mi abuela cargando las flores y puteando a todo santo que recordaba por no encontrar el lugar específico de sus seres queridos, es algo tan gracioso como inolvidable. Creo que esta situación desacartonó la solemnidad que supuestamente tienen los cementerios, para mí era un lugar de diversión, investigación (contábamos siempre con pistas que no nos llevaban a ningún lado concreto) y, aunque parezca antagónico: vida, mi abuela, con su andar frenético de búsqueda sobre los pasillitos y el colorido de las flores que llevaba era toda vida. Lo mejor, cuando pasábamos por alguna tumba olvidada y como llevábamos tantas flores, ella me decía: poné una ahí, pobrecito, ya nadie se acuerda de él.... | | |
| mandrugo,25.05.2008
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Pienso que los cementerios, no vistos en forma racional, sino desde dentro de la carga de misterio y miedo con que se ha ido formando nuestro imaginario desde la infancia, sí que producen inquietud y miedo, principalmente en noches profundas, más aún de lluvia y viento.
Recuerdo que en mis años goliárdicos, junto con un par de amigos abandonamos una fiesta a altas horas de la noche, y con todo el vino de las viñas de Baco circulando por nuestro sistema sanguíneo.
Cantábamos a toda garganta por las callejuelas de mi pueblo, más bien en las periferías, porque nos dimos cuenta que estábamos dirigiendo nuestros pasos en dirección al cementerio. Lo cual nos dio una carga y un entusiasmo ancestral por ir a visitar a la población del silencio, al patio de los callados, como decimos los chilenos.
Sólo que cuando ya estábamos bastante cerca y la presencia negra de los altos cipreces nos recordaron el ingreso a la Isla de los Muertos, además del silencio y la soledad total del lugar nos fueron llenado de frío el fuego del vino, que se fue apagando con las hordas de fantasmas que brotaban desde todas las sombras.
Cuento corto, hubo una veloz unanimidad de dar vuelta de talones y cambiar la visita a las almas del más allá, por alguna bodega más terráquea, donde recuperar el fuego de Baco, bastante congelado a esas alturas.
Los cementerios, sí que son lugares especiales, creo yo. | | |
| NinhaFran,25.05.2008
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| A mi me encantan los cementerios, de vez en cuando voy a uno. | | |
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