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Heroe,03.07.2004
Más allá de las letras, algunos de los mejores escritores nos revelan su verdadero pensamiento.
 
Heroe,03.07.2004
Muchas de ellas extraídas de los archivos de la BBC. Véase http://www.news.b...
 
Heroe,03.07.2004
bPOR FAVOR, NO ESCRIBA AQUÍ. SOLO DEJE LO QUE A OTROS PUEDA INTERESAR./b
 
Heroe,03.07.2004
iEl colaborador de la BBC en Cisjordania, José Vericat, conversó en Ramala con el escritor portugués José Saramago, ganador del premio Nobel de Literatura en 1998.
Sus recientes críticas a Israel en el conflicto del Medio Oriente, comparando los territorios palestinos a los campos de concentración nazis, han desatado una encendida polémica. /i

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Sábado, 30 de marzo de 2002 - 15:23 GMT
bSaramago: "Palestina es como Auschwitz"/b

-¿Que propósito tiene su visita?

"La intención ha sido de enviar aquí una delegación de miembros del Parlamento Internacional de Escritores para manifestar solidaridad a los narradores, poetas, dramaturgos palestinos".

-¿Que puede tener este conflicto palestino-israelí de particular?

"Vamos a ver, esto no es un conflicto. Podríamos llamarlo un conflicto si se tratara de dos países, con una frontera y dos estados con un ejército cada uno.

"De lo que se trata es de una cosa completamente distinta: Apartheid. Ruptura de la estructura social palestina por la imposibilidad de comunicación".

-¿Qué piensa de Israel?

"Un sentimiento de impunidad caracteriza hoy al pueblo israelí y a su ejército. Se han convertido en rentistas del holocausto. Con todo el respeto por la gente asesinada, torturada y gaseada.

"Los judíos que han sido sacrificados en las cámaras de gas quizás se avergonzarían si tuviéramos tiempo de decirles cómo se están portando sus descendientes.
"Porque yo pensé que esto era posible; que un pueblo que ha sufrido debería haber aprendido de su propio sufrimiento. Lo que están haciendo con los palestinos aquí es en el mismo espíritu de lo que han sufrido antes.

"Yo creo que ellos no conocen la realidad. Todos los artículos que aparecieron en contra mía han sido escritos por personas que no han ido nunca a saber cómo viven los palestinos, es decir ellos no quieren saber lo que está pasando aquí.

"Sería lógico que estuvieran aquí los cascos azules. Pero el gobierno israelí no lo permite. A mí lo que me indigna, y no puedo callarme, es la cobardía de la comunidad internacional que se deja callar.

"Ni siquiera hablo de Estados Unidos, del lobby judío, de todo eso que es más que conocido. Hablo de la Unión Europea. Europa, la cuna del arte, de la gran literatura, todo eso. Y todos asistiendo a esto, a este desastre y nadie interviene".

-¿A usted le sigue pareciendo pertinente la analogía entre el sufrimiento de los palestinos hoy en día y el sufrimiento de los judíos que tuvo lugar durante el régimen nazi y en particular los campos de concentración?

"Eso de Auschwitz ha sido evidentemente una comparación forzada a propósito. Una protesta formulada en términos habituales quizás no provocaría la reacción que ha provocado.

Claro que no hay cámaras de gas para exterminar a los palestinos, pero la situación en la que se encuentra el pueblo palestino es una situación concentracionaria. Nadie puede salir de sus pueblos.

"Yo lo he dicho y dicho está. Pero si a vosotros os molesta mucho eso de Auschwitz yo puedo sustituir esa palabra y en lugar de decir Auschwitz digo crímenes contra la humanidad. No es una cuestión de más víctimas o menos víctimas, no es una cuestión de más trágico o menos trágico, es el hecho en sí.

"Esto que está pasando en Israel contra los palestinos es un crimen contra la humanidad. Los palestinos son víctimas de crímenes contra la humanidad cometidos por el gobierno de Israel con el aplauso de su pueblo".

-¿No cree que sus declaraciones tienen un efecto contraproducente?

"Aquí no hay ningún efecto contraproducente. Hay críticas y hay críticas. Hay críticas que son conocidas y por lo tanto no tienen ningún efecto, es decir, se hacen y se repiten infinitamente".

¿Qué piensa sacar de su entrevista con la parte israelí?

"No espero mucho. Aquí se ha dicho que yo era víctima de, además de mi ignorancia histórica, de la propaganda barata de los palestinos. Yo contesté que, suponiendo que soy realmente víctima de la propaganda barata de los palestinos, tengo que decir que prefiero eso a ser cómplice de la propaganda cara de Israel".

¿Qué ha escrito usted que tenga más relevancia con este conflicto?

"Una novela que yo publiqué hace cinco o seis años, Ensayo Sobre la Ceguera, ha vendido aquí sesenta mil ejemplares. Hasta estos días yo era aquí bestseller. Ahora mis libros están siendo retirados de las librerías.

"Es una novela que narra cómo todo el mundo se vuelve ciego. Porque mi opinión es que todos somos ciegos. Ciegos porque no hemos sido capaces de crear un mundo que valga la pena. Porque este mundo como está y como es no vale la pena.
"Esa sí que podría tener [relevancia] si los políticos se interesaran por la literatura. Si hay algo sobre lo que reflexionar es sobre la capacidad que tenemos, o que no tenemos finalmente, de inventar un modo de relación humana donde el imperador sea el respeto humano y el respeto al otro".

¿Cuál es el papel de la literatura en este conflicto?

"Ninguno. Esa idea de que los escritores tienen que salvar el mundo... Ya nos gustaría, claro está. Si fuera por el arte y todo lo que hemos hecho de hermoso en el pasado, si eso sirviera para algo, no estaríamos como estamos.

"La intervención que los escritores puedan y deben tener es por el hecho sencillo de que son ciudadanos. Claro que también son escritores. Si se nos pide algo, o por iniciativa nuestra tenemos algo para decir, lo escribimos. Pero además de tener lo que tengamos para decir, también hay lo que tenemos para hacer. Y el hacer es intervenir en la vida no sólo del país de uno sino también del mundo".

 
Heroe,03.07.2004
bBorges,
el eterno/b

ipor Julio César Calistro
Entrevista realizada en Buenos Aires, en 1983. /i

Diez años. Como si tratara de uno más de los mágicos laberintos por él trazados, este es el tiempo que la entrevista ha permanecido sin publicar. He decidido respetar su texto tal como un día lo escribí, y evitar correcciones que, seguramente, distorsionarían el sentimiento que me causó entonces.
Aún hoy, al releer sus palabras, escucho su voz gastada y descreo que ya no esté.
Como él a Buenos Aires, lo juzgo tan eterno, como el viento, como el aire.

Sábado al mediodía. En un amplio living en penumbras, acomodado en un amplio sillón, la mirada perdida en un cielorraso invisible, se encuentra Jorge Luis Borges.

Desde hace un tiempo a esta parte, rehuye a las entrevistas. Fanny, su ama de llaves, responde por teléfono que no hay reportajes para nadie. En este caso, la perseverancia finalmente da sus frutos. La excepción obedece a que el propio escritor atendió el llamado telefónico y un bueno, venga para acá, hará posible que una hora después iniciemos este diálogo.

Entre ambos existe una relación surgida a raíz de una entrevista tres años atrás, a la que siguieron otros encuentros en los que, a pedido suyo, le he servido de algo así como una especie de libro oral a través de la lectura en voz alta, de fragmentos de obras diversas.

Una relación que dista de ser amistad, pero que él rápidamente ha puesto por encima del simple vínculo personaje-periodista, quizás gracias a las muchas caminatas compartidas por la Plaza San Martín, paseos en los que hemos abordado temas muy variados, desde Aristóteles y Platón hasta el lugar de nacimiento del segundo fundador de Buenos Aires, Juan de Garay (¿vizcaíno o burgalés?).

Debo confesar que además de admirarlo como escritor, no he podido evitar quedar fascinado con su habilidad para involucrarme en el laberinto de sus charlas. He llegado a pensar que cuando se le da la posibilidad oral, escribe en el aire y se divierte. Habla y la respiración de su palabra tiene el ritmo de la escritura. Sin duda, Borges es siempre Borges...

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- Borges, ¿cómo escapar de lo obvio?

-Yo no sé si lo obvio es siempre un error..., lo obvio es algo cierto, el perogrullo es algo cierto.

- De acuerdo. Vayamos a lo obvio, de momento. ¿Qué espera de Borges?

- No sé. Mi destino sigue siendo un misterio. Estoy ciego, la mayoría de mis contemporáneos han muerto; soy un hombre tímido y desde el año 55 ya no puedo leer, tengo que recitar cosas que se me ocurren... ¡Yo no sé cómo no aprendí el sistema braille! Eso habría cambiado toda mi vida. Si yo pudiera lee, pudiera escribir..., pero ahora es demasiado tarde, ni siquiera tengo la sensibilidad suficiente en los dedos. ¡Si, hubiera cambiado toda mi vida...!

- Hoy es siempre todavía, al decir de Machado.

- Tal vez... Yo he pensado que cuando era chico, un día duraba una semana y ahora una semana dura un día. A medida que uno envejece pasa con más rapidez el tiempo.

- Toda su vida ha sido un rebelde, ¿por qué?

- Bueno, cuando era joven, sí. Me gustaba estar en desacuerdo. Ahora, no. Trato de estas de acuerdo. Chesterton dijo que se había pasado la vida comprobando que los otros tenían razón. A mí me ha pasado lo mismo.

- ¿Y de qué se arrepiente?

- Bueno, de muchas cosas...O no, para qué...Pero me hubiera gustado hacer otras cosas...

- ¿Como haberse enamorado de muchas mujeres...?

- No, no. Sólo de aquellas con quienes he soñado.

- ¿Un artista es siempre pasional?

- Con su obra, sí. Con todo lo demás, no siempre.

- ¿Qué representa para usted la Literatura?

- Tantas cosas... Cuando estoy solo, continuamente estoy tramando poemas, cuentos, fábulas, porque tengo que poblar mi soledad. Y a mi edad es fácil estar solo. Por ejemplo, yo nunca busco temas, dejo que los temas me busquen y yo los eludo, pero si el tema insiste, yo me resigno y escribo. Hay que dejar a los temas que elijan, pues cada tema sabe si quiere ser escrito en verso libre, en una forma clásica o en prosa. No pienso en la comunicación, yo escribo corrijo los borradores mentalmente, desde que no tengo vista, y finalmente los publico.

- ¿Qué haría si pudiera volver a ver?

- Bueno, yo volvería a leer algunos de los pocos libros que hay aquí; quizás saldría a la calle a reencontrarme con algún recuerdo de Buenos Aires. Miraría al espejo para ver que cara tengo. Aunque no, pienso que es una suerte para mí imaginarme con la cara que tuve a los 55 años.

- En su obra la cuestión acerca de la inmortalidad es una constante. ¿Por qué?

- Porque yo creo que la inmortalidad personal no es menos creíble que la muerte: «las dos cosas son increíbles! El hecho de que alguien perdure más allá de la terminación de su cuerpo parece rara, pero también lo es el hecho de que alguien desaparezca finalmente.

- Aquello de que el hombre es la unión entre cuerpo y alma...

- Si, claro... Salvo que podamos imaginarnos sin cuerpo pero no sin alma: si yo pienso que lo soy, lo hago en mi conciencia pues yo en mi cuerpo no podrían pensarme sin cuerpo.
Cuando uno recita un poema, uno ya no es su cuerpo, siempre es su conciencia. Hay unos versos muy lindos de Machado, que dice así: ¿Y ha de morir contigo el mundo mago/ donde guarda el recuerdo?/... Los yunques y crisoles de tu alma/ trabajan para el polvo y para el viento. Es decir, cuando una persona muere, mueren muchísimas cosas por lo que parece raro que todo eso cese de golpe. Pero a su vez también la idea de que uno dure indefinidamente es rara. Ambas, me parece, son igualmente increíbles. A mí no me importaría durar más allá, pero a condición de no olvidar esta vida. Por eso, me pregunto si la identidad personal consiste precisamente en la posesión de ciertos recuerdos que nunca se olvidan.

- ¿Por ejemplo...?

- Los paseos por Ginebra...

- ¿Cuál es su mejor poesía?

- La que suelo preferir es El Golem, aunque también me gusta Límites.

- ¿Y de sus cuentos?

- Uno que se llama Urrica. Bueno, en realidad es una pieza de teatro.

- ¿Quién ha sido el máximo escritor argentino?

- Almafuerte y también Sarmiento. Almafuerte nació en San Justo y me dicen que este pueblo ha cambiado mucho, que ahora es una zona industrial. Cuando yo lo conocí no era así, era un pueblo que parecía estar perdido en la llanura, tenía casas bajas, salas de ladrillo, calles de barro... ¡Qué lucha la de Almafuerte! Como no tenía título habilitante, cuando se daban cuenta que pese a ello daba clases, le cerraban la escuela y entonces tenía que mudarse a otro pueblo y abrir una nueva. Lo primero que hacía era abrir la sala de la casa pues cualquier chico pobre podía mudarse allí.

- ¿Le hubiera gustado tener hijos?

- Hace mucho tiempo que dejé de preguntármelo... Pero volviendo a Almafuerte, recuerdo que en una oportunidad había abierto una escuela al lado de un prostíbulo. Antes, cuando una persona llegaba a un barrio, los vecinos le mandaban golosinas. Luego, uno le devolvía otras golosinas y, ¡bueno!, se hacía amigo de la gente. Entonces, las prostitutas le regalaron una fuente de empanadas. A los dos días se presenta Almafuerte y dice: Les agradezco las empanadas, señoras putas. Eso no era para ofenderlas, claro está, sino por ser el oficio de ellas.

-Es indudable que era directo en su lenguaje, algo, me parece, no común en los poetas. ¿Qué es lo más importante en la poesía?

- Yo creo que en el verso, la cadencia y la imagen son más importantes que el sentido. Hasta puede no tener sentido y sin embargo, ser bueno. No creo que la idea sea el verso, pues uno puede concebir Y muera como un tigre el sol eterno, pero no creo que sea una idea comparar la agonía del tigre con la claridad del sol.
La función literal no hace al verso, por eso es imposible traducir un poema. Por ejemplo, un título lindísimo de Lugones es Los crepúsculos del jardín. Ahora, si Lugones hubiera puesto Las penumbras de la quinta o Las tardes de la granja, la idea hubiera sido la misma, pero no la imagen poética.

- La larga noche de la dictadura llega a su fin ¿De qué manera nos habrá marcado la falta de libertad?

- Bueno, yo no sé. En la Argentina casi todo es censurado... En los Estados Unidos, en cambio, no hay censura, tanto que usted paga la suma de una taquilla y puede ver en el escenario un coito. Claro que son hermosas muchachas y lindos muchachos, pero ¡es un espectáculo público! En España, con quien tenemos mayor similitud, ahora ocurre otro tanto aunque todo lo referido al sexo se hace y se dice de forma agresiva.

- Quizás se deba a un cambio muy abrupto...

- Sí, posiblemente sea así como usted dice, luego de la muerte del dictador Franco. Actualmente usted tiene en el diario ABC, una página entera dedicada a avisos de prostíbulos. Por ejemplo, hay uno que recuerdo: Enano cariñoso busca señor alto y moreno. Discreción, confianza, afecto. Diríjase a tal teléfono y pregunte por Paquito ¿Qué le parece? Entonces, hay hombres que se ofrecen a hombres, hombres que se ofrecen a mujeres; mujeres que se ofrecen a hombres, y mujeres que se ofrecen a mujeres. Lo único que tenemos que hacer es llamar a uno de los muchos teléfonos y preguntar por Lola, Clide o cualquier otra. Y ahora, en nuestro país, pasará algo de eso.

- ¿Cree que los argentinos hemos cambiado?

- Sí, por supuesto. Fíjese, por el año 1910, le estoy hablando de poca cosa, había una esperanza en la gente. Cuando Darío escribió su Oda argentina y Lugones su Odas seculares, todo ello correspondía a una gran esperanza. En cambio, actualmente están muy descorazonados todos. A pesar de todo, pienso que ahora tenemos derecho a la esperanza, mejor dicho, tenemos el deber de la esperanza. Basta con recordar los últimos años: hambre, persecución, torturas y desaparecidos, falta de trabajo, endeudamiento del Estado, opresión y hasta una guerra: ¡Esto es lo que han hecho los militares! Claro, si alguien se ha pasado la vida en los cuarteles, no hay ninguna razón para que sepa gobernar.

- Res publica y res militia.

- Justamente. Qué triste pensar que la única fuerza del gobierno, es la silenciosa desesperación de la gente. ¡Es una calamidad! ¡Ineptos! Quizás yo sea el único argentino que, en caso de que me nombraran dictador, estoy seguro que renuncio inmediatamente y vuelvo a mi casa a soñar en voz alta. Pero aquí parece que hemos perdido el sentido de lo ético y lo único que realmente interesa es especular con el dinero. Una vez me invitaron un grupo de libreros de la ciudad de Rosario a dictar una conferencia, entonces fui a dar una larga charla sobre el libro. Después comimos juntos y uno de estos señores me dijo: ¡Qué lástima que eligiera ese tema, Borges!. Pero, cómo, ¿No son libreros ustedes?, pregunté, a lo que respondió: Bueno, sí, somos libreros, pero lo que realmente nos interesa es la venta de cuadernos y lápices. Eso genera desesperanza y frustración en una sociedad.

-¿Anarquista o liberal?

- Anarquista, pues yo creo que lo mejor sería un país que no precisara de un gobierno. Quizás con el tiempo lleguemos a eso, por el momento, no. Por el momento, el gobierno es un mal necesario, pero lamentablemente en todas partes el Estado cada vez se torna más molesto. Cuando fuimos a Europa en el año 1914, viajamos sin pasaporte y uno pasaba de un país a otro como de una estación a otra. Claro, después de la Primera Guerra Mundial comenzó a desconfiarse... ¡Pero, ahora ! ¡Usted no puede salir a la calle sin la cédula o el pasaporte porque el Estado se mete en todo y hasta lo lleva detenido! ¡Es una barbaridad!.

- ¿A quién admira?

- Quizás admire a Aristóteles. A Platón, tal vez. Hay personas que admiran a los políticos. Yo, no; hay gente que admira a Napoleón, yo no. Si uno admira a Napoleón, también puede admirar a Hitler, y eso sería terrible.

- Nada más inhumano que la guerra de los conquistadores, ¿verdad?

- Así es. Alberdi dijo que la guerra es un crimen, y ahora creo que tenía razón: ¡Todas las guerras son un crimen! Pienso que si un gobierno decide una guerra, no le faltarán razones para justificarla, además, todos aquellos que se oponen son considerados traidores. Claro. Hay un supuesto axioma de derecho internacional que dice my country right or wrong, es decir, que tenga o no razón, es mi país. Pero, admitido esto, ¡ambos bandos tendrían razón en cualquier guerra!.
¡Julio César! Usted tiene un nombre de emperador, ¿se imagina haber sido Julio César?

- No, no. Sólo en brazos de Cleopatra...

- Yo en los de Beatriz, pero quién soy para codearme con el Dante. O con Virgilio. Antes se soñaba más, ahora, con tanta televisión... Lo que sucede es que cuando ocurre algo se lo anuncia inmediatamente y no se da tiempo a que se cree una leyenda al respecto. Yo, por ejemplo, alcancé a ver por televisión la llegada del hombre a la Luna. Esa inmediatez ayudó a que se formara parte de la noticia del día y se olvidara después con tantos nuevos Apolo. En cambio, hubiese sido distinto si se anunciara que el hombre había llegado a la Luna y después cada uno soñara cómo había ocurrido. Sin embargo, nos acosan con tantas noticias...

- La diferencia entre información y conocimiento...

- Exacto. Hay un verso de Eliot, que dice: Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento./ Dónde el conocimiento que hemos perdido en conocer.

- Para concluir: ¿qué opinarán de Jorge Luis Borges dentro de cien años?

- ¡Espero que lo hayan olvidado!

- ¿Por qué?

- ¡Pero, claro! ¡Borges no es Cervantes!

- ¡Y usted es Borges!

- Bueno, desgraciadamente tengo ochenta y tantos años. ¿Qué otra cosa puedo hacer que no sea escribir y soñar...?


Punto final. El reportaje ha concluido con este interrogante del propio Borges. Ya en la calle se suceden en mí, ideas, impresiones, asombros... Penetrar el universo borgiano (un mundo pleno de refracciones, sueños, coincidencias, laberintos, cábalas y tigres) supone una experiencia inigualable que cuesta abandonar.
Pero lo que me ha llenado de angustia es no poder dejar de recordar aquel verso último de su poesía Límites, que con voz quebrada recitó al tiempo que me estrechaba la mano: Creo en el alba oír un atareado / rumor de multitudes que se alejan; / son los que me han querido y olvidado; / espacio y tiempo y Borges ya me dejan.

© Julio César Calistro, 1993, 1997

El URL de este documento es http://www.ucm.es...
 
Heroe,03.07.2004
bJulio Cortázar

LA ESFERA DE LOS CUENTOS/b
iEntrevista realizada el 24 de mayo de 1983 en el hotel madrileño en donde se hospedaba el escritor argentino

por José Julio Perlado
Profesor Titular - Facultad de Ciencias de la Información/i

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eshoras, ¿con qué libro suyo anterior puede emparentarse más?

- Me resulta difícil establecer o hacer así rápidamente un análisis mental de todos mis libros de cuentos anteriores. Yo tengo la impresión de que este libro simplemente agrega una serie de cuentos a una cantidad ya bastante crecida y que abarca más de treinta años de trabajo, es decir, ese tipo de cuentos que me son naturales, por así decirlo, o sea cuentos donde el elemento fantástico se hace casi siempre presente, no siempre, pero casi siempre son cuentos donde todo lo latinoamericano está también muy presente no sólo en el lenguaje sino en la temática, y concretamente hay dos cuentos que se desarrollan en la Argentina. O sea que en realidad yo no diría que hay la menor ruptura en la serie.

- Si no hay ruptura, ¿hay en estos cuentos alguna nueva aportación en el plano técnico o en el temático?

- Parecería un poco inmodesto contestar afirmativamente, pero yo no tengo, en todo caso, ninguna falsa modestia. O sea, tengo la impresión de que si continúo escribiendo cuentos, esos cuentos no son repetitivos, osea, que es un nuevo paso en algún sentido, a veces tal vez sea un paso hacia adelante, a veces puede ser una bifurcación hacia algún lado donde me parece que hay todavía posibilidades que yo mismo no he indagado, que no he explorado.. Si no fuese así no tendría ningún interés, ninguna curiosidad por escribir cuentos. De modo que digamos que sí, que pienso que ahí debe haber alguna aportación, pero es a los críticos y a los lectores a quienes les toca decirlo

- De estos ocho cuentos de su libro Deshoras, ¿qué cuento es más de su preferencia? ¿A qué cuento le tiene usted más apego, más cariño?

- Es difícil elegir un cuento. Puede haber uin cuento que me interesa por la forma en que lo he escrito, es decir, ese combate que el escritor lucha consigo mismo para finalmente obtener algún resultado literario, pero también podría citar algún cuento en donde lo que me interesa es sobre todo la temática. Entonces, empezando por la temática, un cuento como Pesadillas, para mí cuenta mucho porque significa mucho, porque me parece una especie de resumen alegórico, si usted quiere, de la situación que se ha vivido en la Argentina en los últimos años. Ahora, si se trata ya del lado exclusivamente literario, a mí me interesa personalmente el último cuento, ese que se llama Diario para un cuento, porque es una especie de combate conmigo mismo para tratar de llegar a un resultado, no sé si lo comprende o no.

- ¿Por qué ha escogido el título de Deshoras para este libro?

- Una buena pregunta, sólo que hago la observación al paso de que el primer cuento no es un cuento, se llama epílogo de cuento. Es lo que me sucedió exactamente tal cual, y no está contado como un cuento sino como un documento privado.

Yendo al título de Deshoras, siempre que reúno siete, ocho o nueve cuentos para un volumen se me plantea el problema del título; me gusta, siempre que puedo, que el título de alguno de los cuentos que están en el libro sirva para la totalidad. A veces se puede y a veces no. Porque ese título tiene que resumir la atmósfera general del libro, y en este caso creo que Deshoras es con esa noción que tiene la palabra, que yo la uso un poco insólitamente en plural, porque en generak se dice "llegar a deshora", por ejemplo. Y yo la separo de la frase hecha, y la pongo en plural porque me parece que los ocho cuentos del libro, de alguna manera, todos son "encuentros a deshora", hay pasos así, en que el destino se juega un poco, porque hay un desajuste entre la realidad y los personajes.

- ¿Interviene en este libro el tema del juego?, ¿el "juego" del escritor con lo que escribe, y el juego con el lector?

- Bueno, sí, desde luego que interviene, porque todos los elementos de juego, pero entendido seriamente, son una constante en la mayoría de las cosas que llevo hechas, y aquí el juego es bastante explícito. Por ejemplo, en ese cuento que se llama Satarsa, el personaje trata de ver lo que está sucediendo y lo que le puede suceder a través de juegos de palabras, eso no parece muy serio, pero usted sabe que la magia de las palabras es una de las formas que se cultivan desde la más alta antigüedad, y entonces ahí hay una referencia muy directa a uno de los grandes juegos que ha jugado siempre el hombre, a través de la Kábala por ejemplo, y a través de todas las posibilidades de adivinación, a través del idioma y por medio del idioma. Hay un viejo juego, que yo sigo practicando con resultados que me asombran, que es lo que alguien llamó la "poetomancia". O sea, tomar un libro de poemas, cualquier libro de poemas, cerrar los ojos, abrirlos y poner el dedo en un verso y leer ese verso; es impresionante la cantidad de eveces que en mi caso, el verso en el que caigo me ilumina un futuro inmediato o me aclara un pasado o me muestra cuál es mi presente, entonces ¡cómo no creer en el poder del lenguaje! cuando ese simple juego se vuelve una cosa seria.

- Usted habla en su último relato de la "cosquilla del cuento". ¿Suele traerle ya esa "cosquilla", la manera de hacer cuentos?

- Puedo contestar afirmativamente a eso, sí, porque, claro, es más que una "cosquilla", es...

- ¿La "manera" o la "estructura"?

- Bueno, tal vez estamos hablando de la misma cosa, porque la estructura no puede ser una estructura si no contiene una opción previa sobre la forma en que se va a construir el cuento; y en general, la noción general del cuento, el tema en "grosso modo", en mí viene acompañado ya de la forma en que tengo que hacerlo. Es decir, yo sé automáticamente cuando me pongo a la máquina que tengo una idea general de un cuento que me obsesiona, esa es la "cosquilla", que me obliga a escribirlo; pero también sé, sin poder dar ninguna explicación racional, si ese cuento lo voy a escribir en primera persona o en tercera. Eso lo sé, lo sé sin razones, sé perfectamente que voy a empezar a hablar de mi "yo", o bien voy a empezar a hablar de algún punto o algún tema. Y eso no tiene explicación, eso se da así.

- ¿Le plantean muchos problemas los llamados "finales perfectamente cerrados" en los relatos breves? Y, ¿cuándo rompe la norma?

- Por lo que a mí se refiere, la idea que yo me hago del cuento y la forma en que lo realizo es siempre un orden muy cerrado. Por ahí he escrito que para mí un cuento evoca la idea de la esfera, es decir, la esfera, esa forma geométriva perfecta en la que un punto puede separarse de la superficie total, de la misma manera que una novela la veo con un orden muy abierto, donde las posibilidades de bifurcar y entrar en nuevos campos son ilimitadas. La novela es un campo abierto verdaderamente; para mí, un cuento, tal como yo lo concibo y tal como a mí me gusta, tiene límites y, claro, son límites muy exigentes, porque son implacables; bastaría que una frase o una palabra se saliera de ese límite, para que en mi opinión el cuento se viniera abajo. Y he visto muchos cuentos venirse abajo por eso, por destruirlo todo en el último momento, por ejemplo, con una tentativa de explicación de un misterio, cuando el misterio era más que suficiente en el cuento, cada uno podría encontrar allí su propia lectura, su propia interpretación. Hay gente que malogra cuentos, poniéndolos excesivamente explícitos, entonces la esfera se rompe, deja de ser el orden cerrado.

- ¿Qué es un cuento para usted?

- Yo creo que nadie ha definido hasta hoy un cuento de manera satisfactoria, cada escritor tiene su propia idea del cuento. En mi caso, el cuento es un relato en en el que lo que interesa es una cierta tensión, una cierta capacidad de atrapar al lector y llevarlo de una manera que podemos calificar casi de fatal hacia una desembocadura, hacia un final. Aunque parezca broma, un cuento es como andar en bicicleta, mientras se mantiene la velocidad el equilibrio es muy fácil, pero si se empieza a perder velocidad ahí te caes y un cuento que pierde velocidad al final, pues es un golpe para el autor y para el lector.

- Estos ocho cuentos, ¿cómo podrían clasificarse de alguna manera?

- Me parece a mí que hay dos tipos de cuentos bastante diferenciados. Algunos en donde predomina el elemento fantástico, que usted dabe bien que es una constante en casi todos los cuentos que he escrito. En otros cuentos, aunque también esté presente un factor fantástico, lo que me ha interesado a mí directamente ha sido una referencia directa a problemas que me angustian personalmente, a mí y a tantos más, concretamente a conflictos que afectan al tema de América Latina en general.

- En este libro aparecen cuentos llenos de nostalgia.

- Tal vez para un escritor la única manera de combatir ciertas nostalgias es escribiendo y, naturalmente, la nostalgia se abre paso en el tema del cuento y en todo el cuento, pero en estos de Deshoras yo creo que hay algo más que nostalgias. Hay denuncia, hay protesta y hay combate por lo que sucede en la Argentina, es decir, un clima de opresión, un clima de miedo, de desapariciones y de asesinatos, todo eso se refleja con bastante claridad, por lo menos, en uno de los cuentos.

- ¿Prima más la procupación por temas políticos que por los literarios?

- No. Depende de los momentos. La literatura es mi vocación, y lo que usted califica de política es una labor de interés militante. Mi vocación profunda es la literatura, pero yo no quisiera alejarmedel todo del tema de Nicaragua sin decir que me parece que este es el momento que más que nunca Nicaragua necesita de la solidaridad de todos los pueblos que a su vez están luchando por una base social, como es concretamente el caso de este país. Tengo la impresión de que los intelectuales españoles y que todo el mundo en España puede hacer mucho más en el plano de la solidaridad con un país como Nicaragua. Estoy seguro de que lo van a hacer.

- Hay un cuento suyo en su libro Deshoras que da la impresión de acercarse más a un ejercicio de experimentación. ¿Cómo clasificaría usted este relato?

- Bueno, es un experimento para vers si frente al problema de no encontrar un camino para escribir un cuento -al describir esas dificultades en forma de Diario (es decir, todos los problemas del escritor que no encuentra el camino)-, el cuento queda atrapado dentro del Diario. Digamos que puede haber un cierto elemento de trampa en eso, puesto que yo tenía conciencia de lo que estaba haciendo, pero soy muy sincero cuando digo que nunca hubiera podido escribir ese cuento directamente como un cuento, tuve que dar vueltas en torno a él, mirándolo por todos lados y hablando continuamente de los problemas que me impedían escribirlo, y sucedió que al ir haciendo eso, el cuento se fue armando por dentro, bueno, eso es si usted quiere, la experiencia. Espero que el lector la sienta como tal y le agrade.

- En este momento, en 1983, tras haber escrito numerosos libros de cuentos, ¿cree usted que existe actualmente una evolución en la forma de contar o bien prosigue con los caminos ya iniciados anteriormente?

- No lo sé a ciencia cierta. Por un lado me doy cuenta de que con los años y por el hecho, quizás, de haber escrito ya tantos cuentos, estoy trabajando de una manera más seca, más sintética. Me doy cuenta al escribir que cada vez elimino más elementos, no diré de adorno, pero sí elementos de estilo que al comienzo de mi trabajo se hacían ver, se hacían sentir, y que tal vez le daban más follaje, más avia a los cuentos; algún crítico me ha señalado que estoy escribiendo de una manera muy seca, con lo que quiere decir, demasiado seca; no creo que sea demasiado. Tengo la impresión de que he llegado a un momento en que digo lo que quiero decir y no necesito agregar una sola palabra más. Tengo la impresión también de que los lectores actuales, los lectores que ahora se interesan por la literatura, sobre todo por la latinoamericana, están altamente capacitados para seguir ese estilo, ya no necesitan el floripondio romántico ni el desborde de tipo barroco. Yo creo que el mensaje puede llegar directamente y con toda intensidad, con lo cual no quiero decir que mi manera de escribir sea la única que me parece válida, muy al contrario. Pero desde luego hay una evolución, espero que los críticos no digan que es una involución, pero no me toca a mí saberlo.

- ¿El título de Deshoras lo ha escogido usted por algún motivo peculiar?

- Es el problema de encontrarle un título coherente a un volumen de cuentos, puesto que los cuentos son siempre tan diferentes entre sí; en este caso el cuento que se llama Deshoras hace una referencia, la palabra lo está indicando, al hecho de una no coincidencia en el tiempo, destinos que pasan uno al lado del otro sin encontrarse, sin juntarse, y los ocho cuentos de este libro, cada uno a su manera, están mostrando ese tipo de desajuste, de falta de armonía en una determinada situación; entonces me pareció que el título Deshoras se aplicaba bien al libro.
Extraída de: http://www.ucm.es...
 
Heroe,03.07.2004
bGioconda Belli: «Quiero que mi voz sea la voz de muchos»/b

iWilliam Grigsby Vado
Enviado por Radio La Primerísima, frecuencia 680 AM de Managua.
Nicaragua, febrero del 2001. /i

La poetisa y escritora nicaragüense, Gioconda Belli, acaba de presentar en Nicaragua su última obra El país bajo mi piel, un conjunto de memorias autobiográficas de su vida como mujer, como escritora y como militante del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Su lucha por la causa sandinista y nicaragüense ha marcado la vida de Gioconda Belli. Nacida en un ambiente de privilegio en Nicaragua, fue educada para brillar en sociedad y asumir sus roles de esposa y madre. Tras casarse muy joven y dar a luz a una hija, empieza a preguntarse si eso es todo lo que la sociedad espera de ella. El terremoto de Managua precipita los acontecimientos y la lleva a involucrarse de lleno con el Frente Sandinista de Liberación Nacional. De colaboradora clandestina pasa a ser activista de la Resistencia contra el dictador Somoza; hace de correo secreto, es perseguida por los servicios de inteligencia, forma parte de los equipos que preparan una acción comando y se enamora del guerrillero que liderará la acción.

En 1975 se ve obligada a exiliarse en México, donde sufre la separación de su Patria y de sus hijas. Prolonga su exilio en Costa Rica y viaja a Cuba, donde se encuentra con Fidel Castro. Tras el triunfo de la Revolución Sandinista, el 19 de julio de 1979, Gioconda regresa a Nicaragua, donde ocupa importantes cargos políticos directamente subordinada a la Dirección Nacional del FSLN, hasta la derrota electoral de 1990.

A sus 53 años, Gioconda ha publicado numerosas obras tanto en prosa como en poesía. En 1972, Sobre la Grama. En 1978, su segundo libro, Línea de Fuego, gana el Premio Casa de las Américas en Cuba. Entre 1982 y 1987 publicó otros tres poemarios: Truenos y Arcoiris (1982), Amor Insurrecto y De la Costilla de Eva (1987). Su primera novela, La Mujer Habitada, se publicó en 1988 y ese mismo año fue traducida a varios años, convirtiéndose en un éxito editorial en Europa. En Alemania ganó el Premio a la Mejor Novela Política del Año (1989) y el Premio Ana Seghers. En 1990 y 1996 se publicaron otras dos novelas suyas, Sofía de los Presagios y Waslala. El país bajo mi piel se publica simultáneamente en seis países. Con la sinceridad e intimidad de quien cuenta confidencias, Gioconda Belli narra en este libro los años decisivos de su vida. Con la prosa fluida y poética que le ha ganado tantos lectores en el mundo, nos hace acompañar en su viaje interior hacia el descubrimiento del amor, la sexualidad y la maternidad, así como hacia la convicción de que haciendo la Revolución podría cambiar la realidad de su país.

Sin pretensiones de poseer la verdad absoluta, esta mujer apasionada, madre, intelectual y revolucionaria nos presenta una visión amorosa y crítica de uno de los procesos revolucionarios más memorables de América Latina. En un texto rico en registros, la autora va revelando los acontecimientos que la llevaron a vivir dos experiencias muy diferentes: una vida en la Revolución Sandinista hasta 1990, y una vida de escritora en California desde entonces. Con el amor como fuerza articuladora de su existencia, Gioconda reivindica en este testimonio aquello de que "lo personal es político" y defiende ardientemente el valor de la pasión, el romanticismo y el idealismo.

El miércoles 14 de febrero de 2001, compareció en el programa Sin Fronteras, de William Grigsby en Radio la Primerísima, la poetisa y escritora Gioconda Belli. Esta es una síntesis de esa entrevista.




William Grigsby, Sin Fronteras: Gioconda Belli es probablemente la mujer de Nicaragua más conocida en todo el mundo, según lo constaté en Internet abundantemente. Queremos aprovechar para hablar con la Gioconda militante y con la Gioconda poetisa. Digo, no son dos personas separadas, pero a veces me imagino yo, sobre todo en el exterior, que te ubican más como la poetisa y la escritora, que como la mujer militante que ayudó a transformar a Nicaragua, que es una faceta que no sé si se ha olvidado, pero al menos ya no está en el primer orden del día...

GB: Fijate que es interesante, William, ahora que decís eso, porque una de las cosas que me ha llamado a mí la atención, es cuánto pesa lo que yo fui, el rol político que jugué y la percepción que se tiene de mí como escritora. Es casi inevitable que en cualquier lugar que yo esté haciendo un recital o hablando de algo, se me pregunte sobre la participación política, sobre lo que pasó en la Revolución, sobre lo que pasó en Nicaragua. Me llama la atención porque yo sobre todo últimamente me pongo a pensar que Nicaragua ya no es una cosa de las noticias, ya a mucha gente se le olvidó, pero siempre sale dentro de la audiencia alguien que sabe y que se acuerda. O sea, que en cierta manera es reconfortante, porque uno se siente que nuestra Revolución dejó una huella importante en la conciencia de mucha gente, algo que nosotros ni sospechamos.

SF: Gioconda, de todas maneras vos has sido una mujer acostumbrada a romper esquemas desde muy joven, como por ejemplo, en el baile de presentación cuando regresaste de Europa en 1966, que te pusiste el vestido con la capa roja, según contás también en este precioso libro que acabás de publicar. Digo, acostumbrada a romper moldes, ¿incorporarse al Frente Sandinista también fue una ruptura de esos moldes?

G: Definitivamente sí, porque yo en ese tiempo, era una muchacha de cierto nivel económico, de cierto apellido, y mi rol en el mundo asignado por mi familia o como fui criada, era para casarme, tener hijos. Mi mamá era una mujer intelectualmente desarrollada, que me inspiró a mi en muchos aspectos --sobre todo a leer, a prepararme-- pero claro, ella me inspiraba de una manera como para que yo participara en cosas artísticas, dado que ella participaba en el Teatro Experimental de Managua y en otras actividades. Creo que no se esperó de que yo tomara las cosas tan a pecho, pero hubo una conjunción ahí en mi casa del rol intelectual, que lo jugó mi mamá, y por otro lado, mi familia era de tradición antisomocista.

SF: Pero en 1970, cuanto te metiste al Frente, ¿era con el afán de continuar esa ruptura de esquemas? ¿por una cuestión de convicción? ¿por una cuestión de hartazgo de tu propia manera de vivir en aquél momento? ¿cuál fue el móvil principal? ¿De qué manera decidís el sí, cuando te invitan a incorporarte al FSLN?

G: Creo que yo no me propuse quebrar esquemas. Tenía como un instinto para hacer cosas diferentes, actuaba instintivamente. Por ejemplo, me propuse trabajar desde que tenía 17 años, empecé a trabajar y quería ganarme mi propio salario, quería ser independiente económicamente, eso no sé de dónde me salió. Por otro lado, yo quería ser importante, en la agencia de publicidad donde trabajaba quería un trabajo que me respetaran, que me hicieran caso lo que yo dijera, no me veía a mí misma en el papel secundario como mujer.

Cuando me casé muy joven, en 1967, y mi marido me dijo "dejá de trabajar" --lo cuento en el libro-- yo dije "no. ¿Por qué? ¿por qué voy a dejar de trabajar si yo estoy produciendo, me gusta trabajar, me gusta estar metida en el mundo?

Cuando yo me meto al Frente Sandinista lo hago por una convicción política, que me la había forjado desde 1967, cuando de alguna manera fui testigo no presencial, de la masacre de la Dictadura Somocista realizada el 22 de enero (*). Yo había apostado en ese momento al Partido Conservador, por el cual había un gran entusiasmo y por su líder Fernando Agüero Rocha y todo el mundo andaba cantando esa canción: "Con Agüero ando, con Agüero muero". Tenía como 18 años, me acababa de casar; en esa masacre mataron a un muchacho que trabajaba en mi casa, eso a mi me impresionó mucho eso, porque yo sentí que había una traición espantosa de los conservadores al haberse arreglado con el embajador norteamericano, haber pactado con Somoza y después el triunvirato. (Nota: se refiere a la matanza ejecutada por la Guardia Nacional, contra una manifestación convocada por el Partido Conservador para pedir la renuncia del dictador de turno, Anastasio Somoza Debayle. Murieron más de cien personas y los líderes del partido se refugiaron en un hotel, mientras la masacre ocurría. Meses después, bajo la presión de la embajada de Estados Unidos, los conservadores pactaron con la Dictadura y fueron parte de una junta de gobierno y la mitad de los cargos gubernamentales, entre 1972 y 1974).




Camilo y el Frente Sandinista

O sea, fue una cosa terrible. Poco después me topo con el Frente Sandinista en la figura de Camilo Ortega Saavedra (el hermano menor de Daniel y Humberto), a quien conozco cuando yo estoy trabajando en un agencia de publicidad en Managua que se llama PUBLISA, él era amigo de Francisco de Asís Fernández (poeta, en aquél momento sandinista y hoy, del Partido Liberal) y llegaba con Carlitos Alemán Ocampo.

Al principio le tenía terror al Frente, pero yo después me doy cuenta de que el Frente si está proponiendo una opción que es aceptable, una opción que es decente para este país. Para ese momento ya he perdido la esperanza de que las cosas se puedan cambiar por la vía electoral, por la vía cívica, entonces es cómo todo coincidió para decidirme a participar en el Frente, con un gran miedo.

SF: ¿Camilo te lleva al Frente en 1970?

G: Sí, Camilo me reclutó para el Frente, y por eso mi único hijo varón así se llama.

SF: Hay en tu libro, dos cosas que me llaman la atención de esos primeros años. En 1972, vos hablás del juramento del FSLN en el Parque Las Piedrecitas, un mediodía, frente a una mujer embarazada y con dos niños de testigos. ¿Recordás la ceremonia como tal, el significado que tenía en el sandinismo en aquella época el juramento del Frente Sandinista?

G: Era una cosa de un profundo significado. Ya me andaba persiguiendo la seguridad y todo eso y ya me sentía militante. Me acuerdo que ser militante sandinista era una cosa tan profundamente honrosa, uno se sentía tan profundamente honrado de ser militante y ese juramento era especial. En mi caso fue hecho ante Leana Núñez (esposa de René Núñez Téllez, actual dirigente sandinista) en el Parque Las Piedrecitas, sentadas las dos en el carro con las grandes barrigas de nuestros respectivos embarazos. El lenguaje, a como lo cuento en el libro, era en cierta manera pomposo: "Yo juro ante la Patria, ante la historia, ante el Ché Guevara...", no me acuerdo exactamente las palabras, pero era muy épico.

SF: Era un rito.

G: Era un rito y me acuerdo que las dos estábamos reverentes, porque la palabra juramento inspira reverencia, y a lo que nos estábamos comprometiendo no era una cosa ligera. Nosotras, las dos, sabíamos que estábamos en una situación represiva, en una dictadura asesina, que la gente se moría y que estábamos haciendo una cosa que para las dos tenía importancia.

No me metí al Frente de una manera ligera, ni sin saber a lo que me estaba metiendo; yo me metí con la convicción de que me podía morir, de que era una decisión super trascendental en mi vida.

SF: ¿Y ya tenías hijos, hijas?

G: Ya tenía a mi hija y con gran miedo, pero por otro lado, como dijo Carlos Fonseca alguna vez, por vergüenza nos habíamos hecho sandinistas. En cierta manera yo creo que tenía razón porque yo tenía vergüenza, me daba vergüenza la situación de miseria del pueblo nicaragüense; o sea, que nosotros la toleráramos, que los nicaragüenses no nos alzáramos, no nos rebeláramos contra semejante injusticia y contra semejantes cosas que pasaban en nuestro país. Entonces yo me sentí que si yo no lo hacía, mi hija lo iba a tener que hacer y yo le reclamaba de alguna manera en mi corazón a la generación de mis padres que no lo habían hecho, y yo dije: "¿hasta cuándo va a parar esto? Si yo no lo hago, lo va tener que hacer mi hija. ¿Por qué no lo paramos aquí? ¿por qué no asumimos nosotros la responsabilidad?"

Lo escribí en este libro porque yo pienso que esos fueron momentos de una profunda trascendencia en mi vida y han hecho ser lo que yo soy ahora. Realmente yo le agradezco a la historia que me tocó mi vivir un momento tan hermoso, porque para mi es un momento que fue hermosísimo, porque me permitió trascender mi propio ser, me permitió trascender mi individualismo, que es natural en todo ser humano, pero cuando hay algo que te permite pensar en los demás, que te permite tener un sentido de que vos estás en este mundo con una responsabilidad, las generaciones que vienen detrás de vos dependen de lo que lo que vos hagás el día de hoy, dependen de tu participación el día de hoy en este mundo; entonces, por eso yo lo quería dejar escrito.




Sangre del sandinismo que inspira

SF: Gioconda, ese mismo año en 1972 hubo el terremoto de Managua, tuviste que emigrar a Granada y tuviste la oportunidad de conocer a Ricardo Morales Avilés, uno de los más importantes intelectuales en la historia del FSLN y en aquél momento, primer responsable de la organización, porque Carlos Fonseca vivía en Cuba. El segundo detalle que te decía es que luego vos narrás en tu libro lo que ocurrió el 18 de septiembre de 1973, cuando vos escuchás en la radio que habían matado a unos sandinistas, Ricardo Morales y Oscar Turcios, entre otros, y luego contás que había una compañera que junto con vos lloraron la muerte de Ricardo. ¿Que significa para tu vida la gente que murió en aquella época y en la siguiente época?

G: La única manera que yo puedo tolerar ahora esas muertes es pensando que sí tuvieron un sentido, porque realmente ¡hubo tantos compañeros que fueron tan valiosos y murieron! Yo cuento ahí la de Ricardo, porque fue la primera vez que yo sentí la muerte de alguien que yo había visto, que conocía, fue mi primer muerto del Frente, ya siendo parte del Frente, ya sintiéndome carne y sangre del sandinismo y que era mi cuerpo también el sandinismo y que de alguna manera yo me estaba muriendo con ese sandinista que habían matado.

Recuerdo que en esa época para nosotros esas muertes eran muy difíciles. Recuerdo profundamente el sentido de impotencia que sentí de saber que ese hombre, que era irremplazable, que era un ser especial, un elegido como diría Silvio Rodríguez, lo habían matado y que no teníamos manera de revivirlo, que era un ser que se había muerto, que ya nunca más lo íbamos a poder reponer.

Pero entonces, el sentido de la lucha era con mucha más razón: "hay que lograr este sueño por el que este hombre murió"; esta creencia, esta afirmación, esta convicción que se haga realidad, yo sentí una enorme responsabilidad , como cuando perdemos las elecciones en 1990. Eso lo he sentido muchas veces a través de estos años.

Una cosa que uno no logra aceptar, es que eso haya sucedido en vano. Yo lo razono y digo: "no, no ha sido en vano, si hoy estamos pudiendo hablar lo que estamos hablando vos y yo aquí es porque esa gente murió; si salimos de Somoza, es porque esa gente murió; si se logró la Reforma Agraria imperfecta que se hizo, es porque esa gente murió; si el pueblo nicaragüense se organiza en sindicatos y los patronos le tienen miedo a los sindicatos, es porque esa gente murió... ¡Pero hay tanto todavía! ¡Esa gente se murió para más! Siento como que todavía no hemos completado ese sueño y que talvez no nos va a tocar a nosotros completarlo, pero por lo menos que la semilla de ese sueño tiene que seguir creciendo en otra gente, en los jóvenes. Esa es nuestra responsabilidad ahora.

SF: ¿En algún momento conociste a Carlos Fonseca, el fundador del FSLN?

G: No, no lo conocí personalmente, aunque estuve muy cerca. Fue él, incluso quien dio la orden de que yo me fuera de Nicaragua, cuando ya me había andado siguiendo la Oficina de Seguridad de la Dictadura.

SF: Eso fue en 1975. Pero en todos tus relatos iniciales de esa época, está Carlos presente, porque lo citás con frecuencia. Por ejemplo decís --cuando hablás lo del lavado de la ropa en las casas de seguridad de los militantes clandestinos-- que Carlos aconsejaba a las mujeres militantes "cuidado le van a andar lavando la ropa a los hombres". Ese era el estilo de Carlos, estaba como presente siempre. En esa época, ¿así era la cosa? ¿tan grande era la influencia de Carlos?

G: Si, él estaba presente, se hablaba mucho, era como la figura de la autoridad benigna, era una autoridad moral sobre todo y citaban sus escritos, se leían cosas de él, esa era su influencia. Porque además la figura física de Carlos --me acuerdo de él cuando en 1964 lo llevaron a testificar a la Corte-- como una persona larga, de anteojos, tenía una figura romántica incluso, como de Quijote, quijotesca. Esa discusión que yo menciono se dio en 1970, hubo varias circulares sobre la participación de las mujeres, sobre el hecho de que las mujeres tenían que tomar un papel más beligerante y que dependía de nosotras aceptar o tomar un papel más beligerante y no aceptar simplemente llenar los roles tradicionales de las mujeres dentro de las casas de seguridad o dentro de cualquier tipo de trabajo clandestino.

SF: Muchos años después hiciste ese poema: Carlos, ojalá las hormiguitas no te lo cuenten, en el cual hablás de que es mejor que Carlos Fonseca esté muerto, y entre otras cosas planteás "las cenizas de los sueños", y, cito: "Es tu muerte, Carlos y la de tantos otros la que hoy alza su dedo acusador y nos confronta con nuestra propia miseria. Porque ya no somos aquellos que juramos ir hacia el sol de la libertad"; "Nos tomamos el Cielo por asalto pero qué lejos estuvimos de ser ángeles"; "Nicaragua está triste Comandante Carlos, triste y sola, pobre y desempleada, descalza y casi sin esperanzas mientras hay quienes pelean por tus vestiduras y pronuncian cada día tu nombre en vano". Este poema Gioconda, por lo menos a mi, me hizo trizas en aquella época 1991 o 1992..

G: ...a mí me eriza los pelos también...

SF: ...fue para un 8 de noviembre, fecha de su muerte en combate (en 1976) y creo que había el problema con el Mausoleo, fue en esas circunstancias, ya estaba agitada la discusión en el Frente Sandinista, después de la derrota electoral...

G: ..horrible.

SF: ...en este poema hay mucho dolor y hay mucha frustración. ¿Así te sentías, así te sentís?

G: O sea un terrible dolor. En ese tiempo sucedió también que había leído una novela muy buena de Mónica Zalaqueth (periodista de origen chileno, ex militante sandinista y quien desde hace 22 años vive en Nicaragua) que se llama "Tu fantasma Julián", donde habla de toda la tristeza del campo, que es otra parte tremenda de lo que fue la guerra, la guerra de la contra, y la familia dividida y la tristeza del campesino y el sacrificio enorme que significó. Entonces, toda esa combinación de cosas de repente me dio tanta rabia contra la Dirección, contra los compañeros en los que yo había creído tanto en determinado momento, aún sabiendo que eran falibles y seres humanos, tampoco esperábamos que fueran perfectos, pero que habían ciertas líneas que, según mis convicciones no se cruzaban, y entonces uno empezaba a ver que se dilapidaba ese capital moral.

Porque yo siento de que el Frente Sandinista lo que tuvo sobre todo, fue un capital moral, que la riqueza del Frente Sandinista ni siquiera fue una estrategia lúcida para tomar el poder, sino que fue la vitalidad y la generosidad con que se tomó el poder, la hermandad que tuvimos entre nosotros, la capacidad de ser nuevos que tuvimos entre nosotros, lo que decíamos nosotros la mística, eso era para mi lo que era el sandinismo. Lo que más me ha dolido y lo que más me dolió, está expresado en ese poema, de que yo sentí que lo estaban pisoteando ese capital moral, esa mística que fue lo que hizo del Frente Sandinista un movimiento que inspiró a tanta gente en todo el mundo y haber dilapidado esa riqueza por posiciones, por pactos de cúpulas, por la misma piñata (la repartición de propiedades y recursos del Estado entre los dirigentes sandinistas en 1990) todas esas cosas que pasaron que fueron mal hechas, torpes, que no eran necesarias y pasar por encima de toda esa cantidad de riqueza que teníamos en el sandinismo, de vida acumulada, de muerte acumulada, de experiencia, eso es lo que es ese poema, es una sensación de vergüenza, de vergüenza de que nosotros mismos le hubiéramos fallado a los muertos, eso es lo que es ese poema.

SF: Gioconda, vos trabajaste con la Dirección Nacional de cerca, casi siempre, cuando estuvimos en el poder. También tuviste responsabilidades muy importantes en el Consejo de Partidos Políticos, la Comisión Electoral del Frente, en la propaganda exterior, en la televisión; etcétera, un montón de cargos importantes que en aquel momento eran cruciales en el juego del poder. ¿Puedes ubicar en qué momento se perdió eso de lo que tanto has hablado, la mística, la ética, el compromiso? ¿hay algún momento, hay algún proceso? ¿En qué momento te percataste? ¿eso ocurrió con la derrota del 90? ¿antes? ¿qué pasó en esa esfera del poder, de la Dirección a la que todos idolatrábamos y que ahora como vos decís en este poema ya no solo los pies, sino todo el cuerpo era de barro? ¿qué fracturó, qué causó esa fractura? ¿se percibe en algún momento lo que ha ocurrido?

G: Pienso que así como un momento en particular, no. Creo que se fueron acumulando las cosas que uno veía, cuando se fue perdiendo la capacidad crítica. Yo por lo menos empezaba a ver de que las ideas no se discutían, había como una cantidad de bandazos que se daban: en un momento éramos muy radicales, en otro momento éramos muy acomodaticios.




La formación de los militantes

Nosotros planteábamos que había la necesidad de pararse, de reflexionar. Cuando digo nosotros, era la estructura media, pues yo estuve en el Departamento de Propaganda, en células partidarias etc, y siempre se decía que no era el momento. Recuerdo una vez que yo planteé que debíamos estudiar ciertos libros clásicos como Marta Harnecker --talvez era "cuadrada" (esquemática) en ese momento-- pero cuando yo empecé en el Frente, a adquirir mi propio criterio, a partir de leer cosas, de cuál era el proyecto, en qué estaba basado este análisis de clases. Entonces, cuando planteé lo de los libros de Marta, me dijeron: "no, eso no. Los compañeros de la Dirección no quieren de que se estudien esos libros, lo que hay que estudiar son los discursos de los comandantes". Eso a mi me pareció inaudito, o sea, nunca entendí, y yo dije: "¿cómo es posible que no les vayamos a dar a los militantes las bases fundamentales para adquirir una conciencia crítica?". Y se optó por una educación muy esquemática, táctica, era como a nivel de consignas y de lo que vamos a hacer ahora.

Pienso que de alguna manera es lo que le pasa al Frente Sandinista en este momento, la incapacidad que ha tenido el Frente Sandinista en su conjunto para exigir más la democracia interna, para analizar lo que de verdad se dice en ciertos discursos de los dirigentes y tener un criterio más formado. La causa es eso, es precisamente que se formó la nueva militancia y la nueva gente dentro del Frente, a partir de líneas bajadas desde la Dirección, en base a esquemas muy autoritarios, donde a la gente no se le enseñaba cómo analizar las cosas por sí misma, sino que se les daba el análisis hecho por los dirigentes que daban su opinión "esto está pasando por esto y por esto" y había que aprendérselo como propio.

Ahora estaba viendo por ejemplo, un programa donde sale el comandante Daniel Ortega hablando de lo que dice Humberto Ortega, quién dijo en diciembre pasado que Daniel no debe ser candidato y entonces Daniel dice: "Es que él no está aquí y él es un compañero que está despegado del Frente Sandinista desde hace mucho tiempo", y yo me puse a pensar: ¡qué barbaridad! O sea, porque lo que Daniel está diciendo, es a partir de la autoridad que él tiene en un partido donde lo que él dice es dogma, es misa, entonces la gente no cuestiona lo que él está diciendo. Yo no necesariamente apoyo a Humberto Ortega, yo tengo una actitud muy crítica con Humberto Ortega, pero descalificar lo que dice Humberto Ortega, a partir de decir "es que él viene y va", cuando Humberto es un hombre que ha estado en esta Revolución, que tiene tanto derecho a opinar como cualquiera y decir que él no sabe como hacemos las cosas dentro del Frente porque él estuvo en el Ejército, como dijo Daniel, me parece una actitud tan cínica, tan deshonesta de cierta manera, porque es usar su autoridad para descalificar a otro compañero que además es su hermano. Entonces yo digo, ¿cómo es posible que se hable así? ¿que se hable al peso de la lengua? Y eso yo creo que tiene que ver con toda una forma de actuar, que viene no solo de ahorita, sino que viene después del triunfo de la Revolución, porque yo si puedo decir que antes del triunfo si había discusión, si había debate, si nos preocupábamos por formarnos profundamente en las ideas, en la filosofía.

Camilo Ortega a mí me ponía a leer George Pulitzer (con su libro "Principios Elementales y Principios Fundamentales de la Filosofía), me ponía a estudiar los libros donde yo podía aprender, a que nadie me dijera cómo eran las cosas, éramos cuadrados en muchas cosas, pero teníamos de base un conocimiento más de fondo de las fuerzas que se mueven en la sociedad, de las fuerzas que se mueven en la economía.

Una cosa es que ahora con la experiencia nosotros podamos incluso, cambiar nuestra manera de ser en muchas cosas --yo ya no creo en la dictadura del proletariado por ejemplo-- uno puede evolucionar pero evolucionar, a partir de una base que es la base de izquierda, porque la izquierda la tenemos que seguir defendiendo y la izquierda en este momento más que nunca necesita haber tenido una formación para luego decir, estas ideas que teníamos no funcionan ya, hay que replanteárselas, hay que reinventar todo esto, pero reinventarlo desde una perspectiva de izquierda, sin perder el norte, y ¿cuál es el norte? La justicia social, la igualdad, el respeto, la gente, la dignidad, la educación, los derechos que la gente tiene a toda una serie de bienes que no son negociables, que son bienes que la sociedad debe producir para todos sus miembros sin distingos de clase o de nada.

SF: Gioconda, de los nueve miembros de la Dirección Nacional histórica --el otro día conversaba con un amigo sobre este tema-- uno ha fallecido (en 1990) Carlos Núñez, otros cinco ya no están en el Frente: Jaime Wheelock, Luis Carrión, Humberto Ortega, Víctor Tirado (se acaba de salir, luego del desastre de la Consulta Popular) y Henry Ruiz"; y tres quedan en el aparato oficial, Daniel, Bayardo Arce y Tomás Borge. Eso ocurre con aquellos que fueron de la Dirección Nacional, pero veamos el siguiente eslabón, los cuadros intermedios, de esa segunda generación de jefes de los comandantes guerrilleros, que fueron 29 en total. Si se hiciera una lista de aquellos que sobreviven dentro de la estructura oficial no creo que lleguen a la docena: Cristian Pichardo, Lenín Cerna, Alvaro Baltodano, Omar Cabezas, Manuel Rivas Vallecillo y debe haber algunos más. De las mujeres ninguna, ni Leticia Herrera, ni Dora María Téllez, ni Mónica Baltodano y de los cuadros políticos que no eran guerrilleros la inmensa mayoría ya no están en el Frente Sandinista. De la generación de la Segunda Promoción para ponerle de alguna manera, la famosa del 21 de febrero del 81, de esa segunda generación de 1.200 militantes que reconocimos éramos al 19 de julio del 79, habrá 200, 300 quizás en este Frente Sandinista. ¿Tanto hemos cambiado nosotros? ¿tanto hemos abjurado nosotros o tanto han cambiado los que se han quedado?

G: Es difícil decir, hablar por los demás porque les he preguntado personalmente, sería atrevido de mi parte decir, pero mi idea, mi percepción es que hay de las dos cosas. O sea, nosotros hemos cambiado y el Frente ha cambiado y el cambio no es malo, yo no estoy en contra del cambio, yo creo que era necesario un cambio, incluso, cuando se da la derrota electoral y uno empieza después de ver el tremendo golpe que eso significó, uno empieza a pensar positivamente y tratar de convertir el revés en victoria, como decía Fidel Castro. Empecé a pensar: "admito que lo que hice es bueno, ahora nos queda a nosotros la oportunidad histórica de convertirnos en una izquierda en la oposición, en una izquierda con una fuerza tremenda como pocas izquierdas en América Latina y en replantear un proyecto de izquierda a partir de una nueva situación mundial y a partir de una nueva situación. Cómo nos lo vamos a plantear?"

Para mi era un reto riquísimo el que teníamos enfrente, pero ¿qué pasa? Siento que es una gran responsabilidad de la dirigencia de no haber permitido esa discusión, de haberse concentrado en mantener ciertas estructuras de poder. Creo que era importante mantener ciertas cosas como el Ejército, ciertas conquistas de la Revolución, garantizar que no se iban a perder, pero dentro del Frente Sandinista no hubo ninguna discusión aparte de aquella reunión de El Crucero en marzo de 1990, que fue muy crítica, no hubo una discusión, ocurre esa cerrazón de la cúpula, no se da la discusión, no se agarra ese golpe y se transforma en otra cosa.

Entonces se comienza a dar esa dispersión, ahí es donde la gente que estaba más golpeada buscó como hacer su propia vida. También hay que ver la parte práctica, mucha gente se quedó sin trabajo, sin fuentes de ingreso, tuvo que buscar como hacer su vida o sea tuvo que buscar como ganarse la vida, pero no hubo la capacidad del otro lado, de la gente que se quedó en las estructuras, de funcionar en esa otra realidad, flexibilizar el partido, dejar de funcionar como una estructura de poder, porque eso es lo que nos pasaba, que nosotros, el partido se estructuró después del triunfo de la Revolución a partir del poder. Entonces, cuando el poder del Estado deja de ser parte del partido, el partido trata de ir funcionando con una estructura como si estuviera en el poder y esa estructura ya no sirve, entonces esa estructura se va burocratizando y congelando y eso yo pienso que es lo que ha cambiado dentro del Frente Sandinista, que hay muy poca discusión.

Las discusiones que yo he visto --en realidad ya no soy miembro del Frente, yo observo al Frente desde afuera-- son para cargos, yo no veo grandes discusiones en cuanto a ideas, a propuestas o sea, a mi me parece que las discusiones son: cómo nos vamos a arreglar con este gobierno, cómo vamos a hacer esta Consulta Popular y son discusiones como las que habían durante la época que estuvimos en el poder, cuando se generó todo ese estilo autoritario, ese estilo que yo creo que la guerra ayudó a forjar, porque se decía: "aquí no discutimos porque no le podemos abrir brechas al enemigo". Ahora el asunto es con la unidad que fue otra gran trampa, la otra gran trampa fue que nos dijeron no podemos discutir, porque el que discute está contra la unidad.

Si me preguntás a mi personalmente donde yo sentí eso, recuerdo de un incidente que tuve con la Unión de Escritores. Los miembros querían que yo fuera presidenta de la Unión de Escritores, porque yo ya me había enfrentado en determinado momento a Rosario Murillo (poetisa, esposa de Daniel Ortega y en la Revolución, máxima autoridad en la política cultural) y a las estructuras del Frente, y entonces yo era popular en ese momento y lo hubiera podido ganar perfectamente con los votos de los miembros de la Unión. Entonces Daniel Ortega, en aquél momento Presidente de Nicaragua, prácticamente me exige que yo decline la candidatura. Recuerdo que me dijo: "vos podés optar por seguir con la candidatura, pero si vos hacés esa opción, no estás siendo militante disciplinada, entonces vos perdés tu militancia.

O sea, me dijo: "tenés la opción o hacés lo que yo te digo y te quedás siendo militante, o hacés lo que vos querrás y perdés tu militancia, porque la militancia quiere decir obedecer y ser disciplinada". Me violentó profundamente, ese fue un momento que a mi me violentó horriblemente, porque yo, todo mi ser, mi convicción y mis principios me decían: "vos tenés que hacer eso, vos tenés que ser candidata", pero por otro lado, estaba todo ese enorme recuerdo del juramento, lo que la militancia significaba para mí, y de repente empecé a pensar "a lo mejor estoy obcecada", y opté por hacerle caso, pero le hice caso con un corazón pesadísimo, mi corazón me pesaba, mi corazón me decía "vos le debistes haber dado ese carnet, porque vos no querés ser militante así".

Porque ¿qué significaba esa militancia? La opción de violentar tus principios para que se cumpla qué, para que se cumpla una cosa arbitraria de defender a una persona (Rosario Murillo) que había estado haciendo una política cultural arbitraria.

SF: Gioconda, ahora se presenta una nueva oportunidad de asaltar el poder, una manera de decirlo, es la tercera oportunidad electoral de los últimos 12 años y la cuarta en términos históricos, la primera fue en el 79, la perdimos en el 90 y 96, y ahora otra vez tenemos otra en este 2001. ¿Existen condiciones para que el Frente Sandinista recupere ese poder? ¿vos creés que el Frente Sandinista tiene un proyecto parecido al del 79?

G: Las condiciones existen, porque yo pienso que este país está muy mal o sea que las mayorías de este país, si vos te ponés a ver los índices de calidad de vida han bajado tremendamente. Nicaragua estaba en 1990 en el lugar 85 de todo el mundo, en términos de índices de calidad de vida y ahora estamos en el lugar 126, porque ha subido la mortalidad materna, es el segundo país con el mayor índice en América Latina; la situación el desempleo... no necesito decirle a la gente todo esto porque ya lo sabemos y lo vivimos.

A mí me parece que las condiciones existen, la gente está cansada de la corrupción, está cansada de la politiquería. Creo que sería tan fácil para el Frente Sandinista con un proyecto político adecuado, un proyecto político ni siquiera tan radical, sino más bien de plantearse por etapas dentro de una democracia de respeto a las minorías -ideológicamente, me refiero-- pero sinceramente creo que se va a desperdiciar otra vez la oportunidad.

SF: ¿Por qué?




Dos Frentes Sandinistas

G: Porque yo creo que el Frente va a volver a elegir a Daniel Ortega como candidato. Con el Frente digo las estructuras partidarias, que son las que mueven y convencen a la gente de que así tiene que ser, desgraciadamente, porque hay esa mentalidad. La militancia lleva esa cuestión como lo que me pasó a mi, de decir: vos sos militante, vos tenés que actuar así porque el partido te lo dice y si no hacés así o mejor te vas o ya no tenés derecho, no tenés ningún derecho, o te adaptás a lo que el partido dice, o te vas.

Pienso que Daniel va a salir electo y Daniel Ortega no va a lograr aglutinar a toda la cantidad de gente que podría aglutinar a un candidato que no fuera él, porque a Daniel Ortega la gente lo identifica y lo asocia con todo un período muy difícil que vivió el país y además que lo identifican como una persona que no está comprometida con la democracia, que no está comprometida con una cantidad de valores que yo creo que ahora el pueblo nicaragüense aprecia más que antes porque los ha venido disfrutando por una cantidad de tiempo -imperfectamente, si querés-- y ha venido entendiendo mejor lo que significa la libertad de prensa, lo que significan ciertas libertades que hemos ganado los nicaragüenses.

SF: Pero, ¿el problema es la candidatura de Daniel? Si cambia de candidato, ¿el Frente gana? ¿es ese el problema? ¿el problema es Daniel?

G: El problema no solamente es Daniel, pero yo diría que Daniel es una pieza fundamental de este problema, porque cuando decimos "Daniel", no solamente estamos diciendo la persona, estamos hablando de una mentalidad, de una concepción de partido. No creo que el Frente Sandinista a como está en este momento vaya a ser un partido revolucionario en el poder, porque está demasiado comprometido.

SF: ¿Comprometido con quién?

G: Está comprometido con otras fuerzas políticas para gobernar en conjunto, porque este pacto por ejemplo, lo comprometió con el Partido Liberal y son compromisos que el Frente va a tener que honrar si llega al poder. El partido está comprometido con sectores económicos, porque dentro sí mismo existe como una fuerza económica. El Frente Sandinista está organizado actualmente como un poder económico dentro del país, tiene intereses económicos, entonces ya no es el partido que era. El Frente Sandinista de hoy, es un partido mucho más parecido a un partido tradicional. Para mi que hay un Frente Sandinista del que yo hablo en mi libro, el de antes de la Revolución, y hay un Frente Sandinista que es el que existe actualmente. Definitivamente.

No es que yo digo que el Frente Sandinista que debería de existir ahora es el Frente del libro, porque ese es otro Frente, pero el Frente que existe actualmente ya no tiene parecido, ningún rasgo en términos de proyecto, ni de izquierda, ni como principiod, ni a nivel de ética.

Como analista política, si yo me pongo a ver qué es el Frente Sandinista en este momento, digo que el Frente Sandinista oficial es una mescolanza de todo, no se ve claro qué es lo que propone el Frente Sandinista como partido, que se dice de izquierda, que se llama representante de los pobres en este país, pero yo no le veo ninguna coherencia a nivel de las ideas, a nivel de las propuestas con lo que hace, y eso me preocupa por supuesto, me preocupa bastante.

SF: Sos una mujer exitosa en la literatura, como poeta y como novelista. ¿Has fracasado como política?

G: Todo es relativo en esta vida. Siento que no he fracasado como política, porque yo he seguido siendo fiel a las cosas que he creído. Le decía a alguien el otro día, que mi compromiso cuando yo me metí al Frente Sandinista, no era con un partido, ni con unas siglas, el Frente Sandinista para mi era el vehículo, era el medio para lograr algo, la organización que se proponía lograr algo con lo que yo estaba de acuerdo, entonces mi compromiso y mi vínculo no ha sido con un partido o con unas siglas, sino con un proyecto y el proyecto se llama Nicaragua.

Para mi, mientras exista Nicaragua, mientras existan necesidades en Nicaragua, mientras yo tengo un hálito de vida en mi cuerpo, yo voy a seguir tratando de poner mi contribución en esta lucha. Ahora mi contribución es a nivel de las ideas, de las palabras, de la poesía, de la prosa.

No soy una persona que me propongo puestos políticos ni posiciones políticas, me propongo un acceso a la conciencia de la gente, o sea, exponerles lo que yo pienso, sin decirles "esta es la verdad porque la verdad es mía". Creo que la gran verdad surge a partir de la discusión de muchos y a partir de que todos nos demos cuenta que cada verdad no es total y que cada uno de nosotros tiene un pedacito y que juntos podamos hacer la verdad, lo que se llama el Pacto Social, un mínimo de arreglo y que nos podamos poner de acuerdo para que este país avance, que este país se desarrolle, que este país vaya generando más gente que sea capaz de mejorarlo.

Otra cosa que yo veo y que me preocupa es la capacidad de desarrollo, no veo que estemos desarrollando gente nueva, no veo donde están esos nuevos liderazgos, me alegra ver gente joven, pero no sé si esa gente joven, incluso en los actos del Frente, si esa gente joven está ahí por la pachanga, por el eco de toda la lucha del Frente o porque si realmente se ha molestado en leer los programas, en ver lo que se propone; es un misterio realmente el por qué, pero yo si siento que la gente tiene una profunda sed de propuestas de alternativas, aunque haya un 60% de apáticos.

SF: Hablaste de un pasado, de tu convicción de que el Frente era el vehículo para un proyecto. ¿Hablaste del pasado porque estás fuera del Frente o porque ya el Frente no es ese vehículo para el proyecto de Nicaragua?

G: Ahorita no siento que el Frente lo representa. O sea: el Frente podría volver a ser, porque si hay algún partido que tiene esa posibilidad al alcance de su mano es el Frente. El Frente podría volver a replantearse "unámonos, replanteémonos, abrámonos, discutamos, abramos este partido a la democracia, abramos este partido a la discusión, abramos todo y veamos que realmente vamos a hacer", pero eso es casi como pedirle peras al olmo.

SF: También era pedirle peras al olmo que se fuera Somoza y Somoza cayó por la acción de quienes lo hicieron posible.

G: Si creo que definitivamente puede haber esa posibilidad de cambio.

SF: Te pregunto en nombre de esa posibilidad, ¿no te plantearías volver al Frente?

G: No.

SF: ¿Por qué? ¿por un rechazo a la militancia o por un rechazo al Frente? ¿No querés seguir militando en política o ..?

G: No, es porque pienso que el papel que yo puedo jugar en este momento es mejor desde afuera que desde adentro. No rechazo la idea de volver algún día al Frente, si el Frente se abre, se convierte en un partido que oye a otra gente, que pierde esa rigidez estructural, esa serruchadera de piso, esa descalificación espantosa que se da. Yo he estado viendo lo que hace con Mónica Baltodano, con vos mismo o con compañeros que de repente los descalifican porque se opusieron al pacto, que para mí es una posición absolutamente válida. Yo no puedo con ese tipo de cosas; prefiero no tenerme que enfrentar. Porque si yo entrara al Frente, en una semana me estoy peleando y ya me corren, o me vuelvo a salir porque la verdad me salí yo sola. Pienso que uno tiene que ver su momento, y ver donde uno es más útil en determinado momento. Y pienso que en este momento soy más útil como vos, independiente del Frente oficial, pero vinculada a lo que fue un sandinismo, con la parte de un sandinismo que quisiera volver a ver una esperanza en este país de izquierda.

SF: Con frecuencia has hablado de izquierda. ¿Qué es la izquierda?

G: Izquierda para mi, es una propuesta de una democracia más radical de lo que nosotros llamábamos la democracia burguesa; una democracia más radicial en el sentido de que se preocupe por generar una organización desde la base, desde el municipio, que invierta en un desarrollo que incluya a la gente y ese desarrollo tiene que ser pensado como algo que incluya educación por ejemplo, como un eje fundamental de cualquier proyecto político, de cualquier proyecto de desarrollo, que incluya la educación de la mujer, que se plantee la felicidad de la gente como un objetivo fundamental del programa, que se plantee la ética.

¿Qué quiere decir esto? Que se plantee el respeto a los derechos individuales, que se plantee la responsabilidad social del capital, o sea, ya no estamos hablando de expropiar al capital, creo que hay que pensar en una sociedad donde el capital pueda coexistir con la pequeña empresa, que pueda coexistir con lo que podríamos llamar el proletariado, que el capital pague con impuestos por el desarrollo del propio país, que seamos responsables de nuestro propio desarrollo, que dejemos de depender tanto de la ayuda externa o sea...

SF: Has hablado de muchos ques, y de pocos comos, no es el gran secreto ese.

G: Bueno, si querés nos quedamos hablando hasta mañana...

SF: Me refiero a que el gran problema de la izquierda no es tanto el qué, pues todo el mundo está claro hay demasiada pobreza, demasiada injusticia social, la bandera de los derechos humanos es nuestra, la bandera de la democracia integral económica es nuestra, pero el gran problema es el cómo. Vos decís que convivan el capital con la pequeña empresa y entonces que le pongan un gran impuesto al capital...

G: Estoy clara de que el cómo es fundamental y ahorita precisamente creo desde la izquierda se está planteando eso, hay un pensamiento de izquierda en América Latina y en el mundo, donde se está discutiendo precisamente ese como y por ejemplo, de las cosas interesantes que yo he leído, hay un libro que se llama "El Desarrollo como Libertad", de alguien de la India que se ganó el Premio Nóbel de Economía en 1998, donde él dice que las economías asiáticas más desarrolladas lo que hicieron fue una inversión consciente, ocuparon los fondos del país en programas de educación y de desarrollo de las mujeres y de educación en general de la población y se ha comprobado de que nada tiene una influencia tan grande sobre el nivel de vida de la población, que cuando las mujeres se educan, porque eso tiene una influencia directa sobre la tasa de natalidad, porque la mujer que se educa tiende a planificar su familia, porque la mujer por ejemplo, paga el crédito que adquiere.

Entonces, esos programas de educación con otra mentalidad, de cuadra en cuadra, que no fuera con grandes estructuras; si estás en un barrio, en una comarca y vos les decís a la mujer que sabe leer que le enseñe a las otras, por ejemplo, podés hacer un desarrollo distinto, pensar de una manera diferente en como podríamos estructurar nosotros nuestras fuerzas, nuestro potencial para avanzar rápidamente en niveles de educación. Eso para mi sería como una parte fundamental del cómo, porque con una población que no sabe leer, ignorante, que no tiene ni siquiera lo elementos rudimentarios para hacer operaciones matemáticas es muy difícil que vos objetivamente te plantees avanzar en el desarrollo.

Y la otra cosa que me parece que se puede hacer, es desarrollar lo que se llama una economía de vanguardia y una economía de retaguardia. Esto lo plantea un economista brasileño que se llama Roberto Mangaveira, en un libro muy importante que se llama "La alternativa democrática". La economía de vanguardia es una economía más desarrollada, una economía como de hacer componentes electrónicos, pero que esa economía sostenga a la más atrasada y esa economía más atrasada genere un montón de trabajo a partir de pequeños préstamos, o sea, es una estrategia de desarrollo distinta.

Creo que sería accesible, pero tendría que haber una voluntad de poder tremenda y una capacidad de consensar porque eso no lo podés hacer por decreto, tendría que haber una capacidad de persuadir a toda la población. Claro, no se podría hacer con una sola generación. Habría que tener un consenso social en vez de andar haciendo tantos pactos políticos para ver cuánto vas a tener vos en esta elección, o si cambiamos la Constitución para que haya reelección. ¡Cuanto tiempo nos pasamos discutiendo estos asunto, cuando aquí lo que se necesita discutir es otra cosa! A mi me parece que realmente que quien quiere a este país tendría que estar discutiendo otra cosa, no estar discutiendo cuotas electorales y cosas de esas.

SF: A veces siento los que nosotros los que nos confesamos sandinistas vivimos mucho del pasado. ¿Será porque no tenemos nada de qué enorgullecernos del presente y el futuro tampoco es muy prometedor? ¿por qué será?

G: Creo que el pasado en nuestro caso es probable que las generaciones como la nuestra, que vivimos un hecho tan trascendental, pueda competir con ese hecho la vida cotidiana porque la Revolución es un hecho que te quiebra los esquemas, que te hace vivir en un estado de constante ebullición. Es como la gente que se va a hacer alpinismo: hay como un sentido más intenso en la vida, cuando uno está haciendo cosas arriesgadas, heroicas, épicas en este caso.

Pienso que por eso existe esa vinculación. He leído que en los ratones de los laboratorios han visto que cuando el recuerdo tiene que ver con una emoción, el recuerdo es más profundo, entonces yo creo que eso es lo que hay, no es que seamos infelices o que no nos guste la vida que llevamos. Porque la vida que hemos tenido ha sido una vida intensa, no siempre linda, no siempre alegre, pero después de todo una vida en la que hemos experimentado todos estos altos y bajos que marcan la existencia humana.

A mi me gusta la vida que tengo ahora, me siento súper dichosa de poder escribir, de poder vivir hasta en dos mundos. De alguna manera yo llegué a Estados Unidos con una visión muy negativa de ese país sintiéndome traidora y que me iba en un momento difícil, pero yo no quería ver lo que iba a pasar en Nicaragua, cuando perdimos la Revolución y estaba muy deprimida; mi mamá se había muerto y después de vivir muy atormentada y de sentirme de que yo no tenía nada que hacer en este país y con muchas angustias, poco a poco yo he ido aprendiendo a ver este país de otra manera.

Los nicaragüenses sobre todo debemos aprender a ver en Estados Unidos, porque ahí pasan cosas interesantes a nivel de cómo funciona la sociedad por ejemplo, de ver cómo logran resolver ciertos problemas, de cómo está montado el Estado de derecho, de cómo coexisten tantas razas distintas, tantos idiomas distintos, los gringos realmente tienen un montón de problemas, no es una sociedad que me gusta particularmente, ni que le deseo a Nicaragua, pero en términos de aprender de otras sociedades así como hemos aprendido de los occidentales, de los europeos, a mí me ha parecido una experiencia interesante.

Entender el mundo desde otras perspectivas, salir de la mentalidad chiquita, provinciana, yo creo que eso me ha ayudado a ver un poco a distancia las cosas, me ha ayudado a perder esa pasión violenta que tenemos que a veces nos ciegan.

SF: De alguna manera ¿no es una opción egoísta distinta a la opción que tomaste en los años 70?

G: Es diferente, pero yo pienso que no es egoísta, porque yo he aprendido que mi misión no es ser líder político, que talvez yo no tengo la madera para eso, pero que si la vida me ha enseñado y yo misma me he ido poniendo en el camino de la literatura, que a través de la literatura se pueden tocar muchas fibras del corazón de la gente y que esa es una cosa importante.

De alguna manera uno tiene que encontrar donde calza en este gran diseño de la vida y yo creo que cada vez lo voy encontrando más y yo tengo algo que decirle a la gente, tengo de alguna manera que hacer que mi voz se pueda convertir en la voz de muchos y que la gente se sienta identificada, como vos me has dicho se sienten identificada con mis poemas eróticos y otros poemas. Yo digo: ¡qué lindo que otra gente pueda sentir e identificarse con eso, que yo haya podido darle palabra a un sentimiento con lo que otra gente se podía identificar!

SF: ¿Y cómo llegar a tanta gente en un país como Nicaragua? ¿cómo te proponés por ejemplo hacer llegar este libro, no el libro como tal, sino esos contenidos, esos que vos tenés que transmitir? ¿tenés algún plan en especial, alguna propuesta en especial de trasmitir no el libro como tal, te repito, sino esa manera de pensar, ese aprendizaje tuyo de estos últimos diez años, un poco tomando la distancia.

G: Estoy pensando en ello, William, esta es una de las cosas de que me estoy ocupando últimamente, pensar de qué manera yo puedo tener una contribución o sea que no sea nada más escribir, sino comunicar, transmitir y lograr socializar esa experiencia, pero todavía no lo tengo totalmente claro y en eso estoy.

SF: Quiero aprovechar esta última parte para hablar de la Gioconda poetisa, con tus famosos poemas eróticos que te merecieron el Premio Casa de las Américas en 1978.

G: Eran poemas de erotismo y de patriotismo decía el jurado.

SF: ¿Acaso esa fuente se agotó?

G: No, por supuesto que no.

SF: Pero ya no fluye ese manantial con la fuerza de antes, ¿por qué?

SF: Porque estoy escribiendo más prosa.

SF: ¿Pero porque ya no te nace escribir la otra cosa o por un asunto de prioridades?

G: Como no, si me nace y he escrito, pero lo que pasa es que mirá, para mi el poema es como un rayo que me parte, yo no lo hago suceder, el poema me pasa a mi, yo no le paso al poema sino que a mi de repente me asalta el poema y yo lo escribo.

En el caso de la prosa, puedo decidir cuando escribo y cuando no y puedo elaborar más, me siento empleada si querés, siento más que tengo trabajo si estoy escribiendo prosa que con la poesía, la poesía no puedo yo disponer de ella, no la tengo así a mi disposición; la palabra de la poesía es una palabra mágica para mi, es una palabra que viene como en un acto casi de la naturaleza, es como un tormenta, como un rayo en seco, un aguacero, como querrás llamarle.

En el caso de la prosa las palabras las tengo así, a mi disposición o sea las puedo convocar en el momento en que yo quiero y puedo decir Ok, vamos a contar este cuento, vamos a hacer esto.

En ese sentido para mi escribir prosa ha sido una aventura bien interesante porque me ha demandado una disciplina, me ha demandado un análisis más grande de mis propias debilidades como escritora y me ha hecho crecer como escritora. Aprender a dominar la prosa ha sido como aprender a dominar a un caballo desbocado, porque yo soy medio desbocada.

SF: ¿La prosa es un oficio, la poesía es un sentimiento?

G: Podría ser esa una definición, pero la prosa es un sentimiento también, lo que pasa es que es distinto como ese sentimiento se organiza, pero también hay sentimiento en la prosa.

SF: ¿Vas para España?

G: A principios de marzo voy a España, después voy a Italia, después a Holanda y después a Alemania, voy a un mes entero a una gira donde voy a presentar el libro en todos esos países, quería primero hacerlo en Nicaragua y ya una vez lanzando el libro oficialmente en Nicaragua, voy a irlo a presentar en esos otros países.

SF: ¿Y tu siguiente proyecto?

G: Es una novela que la estoy cocinando en mi cabeza y ahorita no puedo decir nada.

SF: ¿Cuál es tu obra de mayor éxito?

G: La de mayor éxito editorial la "Mujer Habitada", la primera novela.

SF: ¿Tu mejor novela?

G: Este libro.

SF: Pero esta no es una novela..

G: No, yo sé, pero es mi mejor obra desde el punto de vista literario, que yo siento que quedó mejor, es lo que te decía de la madurez, que ya me siento...

SF: Madura, pero no vieja...

G: Vieja nunca, pero te digo que estoy sintiendo que ya tengo un mayor dominio sobre la palabra, ahora me estoy sintiendo mucho más en poder de mis habilidades, de mi oficio, entonces ese libro por eso me alegro de haberlo escrito, porque fue un reto bastante grande porque hay que ver que seleccionar los recuerdos es dificilísimo. SF: Sobre todo porque a determinadas alturas de la sociedad...

G: No, fijate que yo creo que no es eso tanto, sino haber tenido una vida bastante intensa y de repente querer hacer una selección de que fue lo más representativo, de lo que más le interesaría saber a la gente, como cuento este cuento, la estructura fue un reto tremendo para mi.

extraído de: http://www.lainsi...
 
Heroe,03.07.2004

bUna andanada de preguntas a Mario Vargas Llosa/b
iEL COMERCIO (PERÚ, Suplemento El Dominical, 30 de enero de 1972. /i

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Frente a su libro sobre García Márquez uno no puede menos que suponer que ese trabajo le ha demandado tanto tiempo y esfuerzo como una novela, y entonces se pregunta por qué prefirió Ud. -esta vez- el estudio a la creación. Y se pregunta también: ¿Por qué García Márquez? ¿Por qué un autor vivo y tan próximo al propio Vargas Llosa? ¿Considera acaso que Cien años de soledad culmina y cierra una obra? ¿Es que ha elegido esa obra porque la juzga la mejor dentro de la actual narrativa latinoamericana? Ya ve: uno se pone frente a su último libro y se le empiezan a ocurrir las preguntas. Le he dicho algunas, como muestra. ¿Me las contesta todas como si fueran una?

-Bueno, son tantas preguntas a la vez que no sé por dónde comenzar. Quizá lo mejor sea que le cuente en cuatro palabras la historia de este libro. Su origen remoto fue, claro, el entusiasmo que me produjo Cien años de soledad: leí la novela con verdadero deslumbramiento y quedé convencido de que era una de las obras narrativas más importantes que se habían escrito en nuestra lengua, desde siempre. Lo que probablemente me sedujo más en el libro no fueron su ingenio, su brillantez, la limpieza y eficacia de su prosa, sino su desmesurada y casi terrible ambición: esa voluntad de construir un mundo tan vasto, de aprisionar tantas cosas y tan diversas dentro del espacio novelesco. Tuve la sensación de que era la novela que más se acercaba, entre las contemporáneas, a esa utopía de totalidad que alienta en todo novelista. Bueno, algún tiempo después estuve en la Universidad de Puerto Rico como profesor visitante, por un semestre, y cuando me preguntaron qué cursos quería dictar, elegí dos, que, al fin, terminarían siendo las dos caras de uno solo: uno sobre la obra de García Márquez y otro sobre la vocación del novelista. El primero quería ser un análisis bastante técnico de los cuentos y novelas de García Márquez, y el segundo quería intentar dar una respuesta a preguntas como: ¿por qué un hombre decide un día escribir novelas?, ¿es algo casual, obedece a una especie de fatalidad, uno elige libremente una vocación literaria o es precipitado a ella? Y luego, cuando esta vocación ha sido asumida, ¿a qué se debe que un novelista escriba sobre ciertos temas y no sobre otros?
¿Hay en esto una libre elección o el escritor es esclavo de ciertas experiencias que fatídicamente se traducen en materiales de su obra? Y, finalmente, ¿existen ciertos procedimientos congénitos al género novelesco, presentes en toda novela, o reina en este dominio la arbitrariedad total y cada novelista inventa sus técnicas con prescindencia absoluta de las de los demás? Los dos cursos resultaron uno solo, porque como yo había reunido un gran material bibliográfico sobre García Márquez -sobre todo, reportajes-, su "caso" de escritor me servía muchísimo para el curso general sobre la vocación, y, a la inversa, todo lo que en este curso hacía sobre la forma novelesca trataba de verificarlo en el curso sobre la obra de


García Márquez., en sus cuentos y novelas. Ese año terminé Conversación en La Catedral. La novela me había costado un gran esfuerzo y me sentía literalmente exhausto, sin ánimos para emprender de inmediato otra aventura narrativa de dos, tres o cuatro años. Como, además, dictar esos dos cursos había sido una experiencia muy estimulante, decidí escribir un pequeño ensayo, resumiéndolos. Pensé que sería un trabajo rápido y algo refrescante, un respiro mientras tomaba fuerzas para otra novela. Pero no fue así, porque en Londres volví a dictar el curso en la Universidad, ampliándolo mucho, y la redacción misma del libro me tomó más de un par de años. Esa es, dolores de cabeza aparte, la historia de García Márquez: historia de un deicidio.

¿Se considera Ud. un crítico digamos crítico, o un "crítico practicante", como llama Eliot al creador que emprende estudios literarios? ¿Cree Ud., como Eliot, que el creador no puede ser un crítico objetivo? ¿Ha sido Ud. subjetivo en su trabajo sobre García Márquez? ¿Admite que su visión de esa obra pueda estar determinada por sus propias ideas y experiencias sobre el hecho literario y su génesis? ¿No habrá ido Ud. a buscar en ella una confirmación para sus propias concepciones? Pero otra vez son muchas las preguntas. Le haré una, una sola, después, al último. Ahora lo escucho.

Bueno, creo que la designación más apropiada sería la de "crítico practicante", tal como la definió Eliot: para mí lo más importante es escribir novelas y pienso que toda la crítica que he hecho ha sido una estricta consecuencia de esa vocación. Creo que nadie puede ser un crítico totalmente objetivo, pero es evidente que el creador puede serlo mucho menos que aquel para quien la crítica es la vocación primordial. El problema que usted me plantea me inquietó mucho mientras trabajaba el libro: ¿hasta qué punto estaba manipulando inconscientemente la obra y el caso de García Márquez para que coincidieran con ciertas convicciones mías? Es evidente que toda la primera parte del libro estudia el caso de García Márquez a partir de ciertas premisas básicas y anteriores al estudio mismo, que están expuestas al lector con detalle: pienso que el origen de la vocación es éste, que la elección de las fuentes se produce según este proceso, etc. Y en el caso de García Márquez estas trayectorias se encarnaron en estos episodios y anécdotas, etc. Es la parte más subjetiva del libro, aquella donde seguramente estoy yo tan metido (quizás más metido) que el propio García Márquez. En cambio, en la segunda parte, en el análisis de la obra, he tratado de ser lo más objetivo de que era capaz. En verdad que llevaba la idea previa de que las técnicas narrativas son apenas un puñado que adoptan formas distintas en cada caso. Pero mis ideas generales sobre la forma son allí secundarias: lo importante es saber si con estas armas formales se puede vencer las murallas de los cuentos y novelas de García Márquez y averiguar qué hay detrás y debajo de ellas. Si eso está conseguido o no es algo que no puedo saber, que sólo los lectores del libro podrían responder.

De todos modos, quisiera añadir algo sobre la crítica en general. Al cabo de los años (vaya, ¡estoy hablando como un viejo decrépito!) he descubierto que la crítica literaria me importa sobre todo por el propio crítico, no por lo que critica. Quiero decir que lo que busco en un ensayo no es tanto la fidelidad y el respeto del autor hacia la obra que analiza, sino la imaginación y la personalidad del propio crítico, su capacidad para crear a partir de las creaciones ajenas. Quiero decir con esto que una visión crítica de una obra puede parecerme inexacta y hasta falaz y al mismo tiempo admirable, y, al revés, una interpretación muy justa pero aburrida y tontísima. No creo que haya un crítico tan arbitrario como Octavio Paz y sin embargo es uno de los más agudos y enriquecedores que conozco: estoy seguro que ni Darío ni Basho son como él dice, pero qué importa, si es evidente que él se está sirviendo de Darío y de la poesía japonesa para hablar de otra cosa. El crítico que más me interesa es aquel que utiliza la literatura como el novelista utiliza la realidad: como una materia prima que sirve para construir algo distinto, que expresa y niega al mismo tiempo su modelo. Es el caso de un Sartre cuando habla de Baudelaire y de Genet, el de un Edmond Wilson o el de un Steiner.

Y aquí va la última pregunta. A ver si es una sola. ¿Qué es lo que hace ahora?; quiero decir, ¿qué escribe? Cuéntenos algo sobre eso que escribe. Porque Ud. siempre está escribiendo ¿no?

-Ahora estoy tratando de escribir otra novela, que ya tiene título: Pantaleón y las visitadoras. Es un viejo proyecto, una historia que quería contar desde la primera vez que fui a la selva, en 1958. Pero otros libros lo aplazaron hasta ahora. Además, gran parte del relato transcurre en Iquitos y yo ni siquiera conocía esa ciudad. Ya estuve allá, unas semanas, y vi y oí muchas cosas que me hacían falta. Tengo muchas notas, algo escrito, y unas enormes ganas de trabajar. Pero lo cierto es que hasta ahora no he podido zambullirme a fondo en la historia; he estado demasiado disperso, ocupado en cosas tontas, en compromisos a veces absurdos de los que nunca sé librarme. Apenas llegue a Barcelona, en cambio, espero meterme en cuerpo y alma en el escritorio hasta acabar con Pantaleón, para poder comenzar otra historia que tal vez se llamará "Gimnasio Remigius", y luego otra, una antigua ambición que se ha avivado considerablemente ahora, al ver lo que ocurre aquí con "Nino": una novela sobre el radioteatro en particular y el melodrama y la huachafería en general. Como ve, escribir un ensayo me ha servido para llenarme de entusiasmo y de proyectos novelescos

La historia misma de Pantaleón y las visitadoras gira alrededor de un personaje central, un oficial de intendencia al que un día la superioridad envía a Iquitos a organizar un servicio de niñas malas para las guarniciones de frontera. A este oficial le ocurre entonces eso que Borges dice de muchos personajes suyos: se encuentra con su destino. Había sido un oscuro y puntual administrador, impecable en la organización de los ranchos y la distribución de prendas de vestir, esposo fiel y padre de familia ejemplar. La nueva función hace de él un creador, casi un genio. Todavía no conozco los detalles de su trayectoria, pero la siento como atestada de peripecias pintorescas y risueñas. Es la primera vez que siento una historia con humor, con mucho de juego. Es algo que no aparece en nada de lo que he escrito hasta ahora ¿no? Será una novela corta, algo así como Los cachorros; en fin, quién sabe, Historia de un deicidio iba a ser un folletito y, ya ve, tiene casi setecientas páginas...

Extraído de: http://www.geocit...
 
Heroe,03.07.2004
bHernán Rivera Letelier: "Mi última novela es un tributo a la juventud y a la amistad" /b
ipor Carolina Andonie Dracos
El Mercurio, Miércoles 23 de junio de 2004./i

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"Aclaremos al tiro las cosas. Empecé a escribir esta novela en 2002, mientras terminaba 'Santa María de las flores negras'. Entonces dije que en la próxima obra me iría a la época hippie. De ahí Canal 13 agarró la idea, creo yo", es lo primero que dice Hernán Rivera Letelier respecto a su más reciente entrega, "Canción para caminar sobre las aguas"

(Comentario hecho a partir del lanzamiento por parte de un canal de televisión chileno de una telenovela de nombre "Hippie")

Sueños y libertad

Para ser exactos, "Canción para caminar sobre las aguas" tiene sus orígenes en "Himno del ángel parado en una pata", cuando el protagonista de su reciente producción todavía era un niño y se llamaba Hidelbrando del Carmen. "Iban a ser dos historias que al final se unían: la del personaje infantil y la del mochilero, Brando Taberna. El niño se me arrancó con los tarros y me quedaron como 70 páginas del hippie".

-Si Brando es su alter ego, ¿en qué ámbitos no ficcionó?
"En la atmósfera de época (1970-1973) y en el trasfondo político que implican esos tres años en que transcurre la novela. Donde me di todas las licencias fue en las aventuras de los amigos mochileros: Brando, Cristo Pérez y Jerónima Monroe".

-O Jerónima Hasbún. ¿Le preocupa qué puede provocar?
"No, porque su tío es Saúl Hasbún (risas). Jerónima es el símbolo de 'la gorda derecha', que aparece de una forma y al final termina difuminándose".

-También le hace guiños a "Palomita Blanca".
"Varias veces gané concursos de poesía organizados por la radio. En ese episodio de la novela, obtengo el segundo premio, un libro, y Cristo me dice que por ningún motivo vaya a llegar con 'Palomita Blanca'. Era un homenaje a mi amigo Enrique Lafourcade".

-Ya en serio, ¿quién se lleva todos los aplausos?
"La amistad. ¿Viste cuando toman preso a Cristo Pérez y Brando deja botada a la gorda (Jerónima) y se va con su amigo a la cárcel? También éste es un tributo a mi presidente Salvador Allende, no a la UP, a la literatura chilena, a la poesía. Nombro a varios poetas que amo, como Gonzalo Millán, Floridor Pérez y al papá, Nicanor Parra. Creo que éste es un homenaje a la juventud, a la osadía de aquellos tiempos en que tratábamos de vivir con SAL (sueños, audacia, libertad). La revolución que se hizo entonces cambió el mundo. Muchos dicen que fue un fracaso, pero hacerla fue hermoso".

-¿Nostalgia?
"Es que viví todo de nuevo. Me creía Paul Mc Cartney y me peinaba como los Beatles. Me sorprende cómo pude haber hecho cosas que ahora no me atrevería. Jamás le daría permiso a mi niño para hacerlas. Cuando uno es joven piensa que es inmortal".

-Y puede tener mascotas como Joe di Maggio.
"Cuando estaba construyendo a Jerónima, sentí que le faltaba algo. Pensé en una mascota, se me ocurrió el ratón blanco y le puse Joe Di Maggio. Tres días después, fui al centro y me encontré con una pareja de hippies. Ella era gorda y andaba con un ratón blanco. No lo podía creer. El ratón adquirió proporciones, se convirtió en artista y le hicimos un funeral extraordinario".

-Hay imágenes muy suyas, como "fumaba con la seriedad de un perro en bote".
"Es rescatar lo que siempre ha estado ahí y que uno pone de manifiesto, pero sé que algunos críticos van a empezar a comparar esta novela con mis libros anteriores, que le falta la épica de 'Santa María...', por ahí se van a ir. Sin embargo, esto no es como hacer empanadas, todas iguales. Estoy pensando otra, totalmente opuesta a las que he hecho".

-Siempre ha dicho que la última ha sido la mejor, ¿lo sigue pensando?
"Hasta el momento, ésta es la mejor. Ese sentimiento es lo que me permite seguir trabajándola, puliéndola. Es mejor en muchos aspectos, por ejemplo, en el lenguaje, que en cada nueva obra se va decantando".

 
Heroe,03.07.2004
El texto anterior fué extraído de: http://www.letras...
 
Heroe,03.07.2004
bVolodia Teitelboim: "El sueño continúa"/b
ipor Manuel Toledo
BBC Mundo, Jueves, 3 de junio de 2004

Volodia Teitelboim, uno de los más destacados intelectuales y políticos chilenos, acaba de publicar el último volumen de sus memorias, "Un soñador del XXI" ("Antes del olvido IV")./i

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Volodia Teitelboim, de 88 años de edad, hijo de padre ucraniano y madre moldava, fue abogado, diputado, senador y Secretario General del Partido Comunista de Chile. Es el autor de una polémica "Antología de poesía chilena nueva" (en colaboración con Eduardo Anguita, 1935), de novelas como "Hijo del salitre" (1952) y "La semilla en la arena" (1957) y ensayos como "El amanecer del capitalismo y la conquista de América" (1943) y "En el país prohibido" (1988). Además, ha escrito biografías de Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro y Jorge Luis Borges, y está trabajando en una de Juan Rulfo.

En 2002 recibió el Premio Nacional de Literatura de Chile.

Durante una visita reciente a su casa en Santiago de Chile, Teitelboim me contó que acababa de enviar a sus editores un nuevo libro sobre Neruda, de quien fue amigo y compañero de luchas políticas durante varias décadas. Entre los muchos temas que conversamos, estuvieron la vida política de ambos, el estalinismo, el fin de la Unión Soviética y cómo pensaría Neruda hoy.

¿Cómo Pablo Neruda recibió las denuncias de los crímenes de Stalin?
Neruda había escrito a raíz de la guerra y de la lucha contra Hitler el "Canto de amor a Stalingrado" que es un canto no tanto a un hombre, sino a una gesta donde mueren casi diez millones de personas. Él lo consideraba un canto por la libertad.

Pero él, como todos nosotros, fuimos sorprendidos y engañados por lo que se escondía detrás del llamado elogio a Stalin, que eran los campos de concentración, las persecuciones, todas esas cosas horribles que pasaron. Y él lo dijo en su obra, pero hay mucha gente que sigue hablando de Neruda como si eso fuera su característica definitiva y de toda su vida.

Él reaccionó airado contra esa traición al socialismo, a los derechos humanos, al humanismo, que en verdad era su ideología. Y hoy día Neruda es un poeta de un prestigio mundial, universal, algunos dicen que sería el más grande poeta del siglo XX, y en verdad fue un poeta...alguien lo llamó un hombre planetario.

Sí, en verdad es un planeta de varios continentes, el continente del amor, de la naturaleza, de las cosas, de los pronunciamientos, y también de la Historia. Pero él mismo había dicho en sus últimas obras que jamás recibiría la condecoración del renegado. Y fue siempre muy consecuente. Alguna vez, habiendo fallecido, se han hecho conjeturas sobre qué sería de Neruda hoy: sería el mismo y sería distinto. Él fue fiel a lo que pensaba, un hombre de su tiempo, y pensó así, pensó en una causa que, en el fondo, traduciéndola a la luz del tiempo, es del humanismo y el derecho a la justicia social, el cambio de un mundo que es injusto a uno más justo, un mundo más noble, un mundo más humano, sin guerra, con paz, sin abandono y sin todo esto que significa y está personificado por un régimen monopolar, por el neoliberalismo, con poco respeto por los países del tercer mundo.

Y con poco respeto por la paz. Invaden, hacen guerras por negocios, por situaciones de interés personal, eso él no lo aceptó nunca ni tampoco seguiría aceptándolo.

Una pregunta ya no tanto de Neruda, sino de usted, usted siendo durante mucho tiempo el líder del Partido Comunista chileno y ahora su presidente honorario, ¿cómo usted recibió el problema del estalinismo?"
Lo recibí de la misma manera, como una gran estafa, como un abuso de confianza, porque yo - Neruda desde luego- me guío por principios milenarios, porque este anhelo de justicia, del derecho a vivir una vida humana, plena, eso se ha sentido siempre, a través de miles de años. Las religiones también lo han propuesto. Reformadores sociales, es lo mismo. También lo hizo Carlos Marx en el siglo XIX. Y, en la esencia, él tiene razón, aunque muchas de las cosas que dijera fueran cosas de su época y ya no tuvieran vigencia.

Pero el sueño principal es ese. Entonces, yo he escrito cuatro tomos de una supuesta autobiografía que no es autobiografía, pero es lo que yo pienso. Y el último se llama "Un soñador del siglo XXI". Yo sigo pensando lo mismo, con las debidas adaptaciones que producen los tiempos, los cambios, pero el sueño es ese.

Y no voy a militar, digamos, en el partido de los satisfechos, de los que abusan, de los que hacen guerras, de los que admiran al presidente Bush, no, nada de eso.

¿Para usted qué fue, personalmente, el fin de la Unión Soviética ?
Fue un golpe que me dolió muchísimo, que me dolió no tanto por la Unión Soviética, porque yo viví 15 años en Rusia, sino por el pueblo ruso, que yo sabía que era víctima de un espejismo y que tendría que pagarlo, que habría mucho más injusticia.

Ese régimen era un régimen antidemocrático, sin participación real, que fue lo que lo desplomó porque la población era indiferente. Pero perdió mucho: perdió la educación gratuita, la salud gratuita, el derecho al trabajo y ganó todas las lacras de Occidente. Entonces, yo lo siento, pero eso es un hecho.

Yo tengo simpatía por el pueblo ruso, no quiero generalizarlo tampoco porque en algún sentido es un pueblo dostoyevskiano, con todas sus contradicciones, con sus grandezas, con sus crueldades. Pero es un pueblo con el cual habrá que contar en la historia futura, así como habrá que contar con los chinos, que van a hacer del siglo XXI, e indudablemente del tercer milenio, una historia muy distinta de lo que hemos vivido antes.

Texto extraído de: http://www.letras...

 
zepol,29.12.2006
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