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eljovenzeus,27.07.2006
Lo que dice el prologuista de Nada y otros cuentos del absurdo, de julio san francisco

PROLEGÓMENO

Nada y otros cuentos del absurdo de Julio San Francisco es un libro extraordinario que arrostra el dolor, en el sentido de enfrentarse a él, pero también en el sentido de dar rostro a él. ¿Qué significado tiene el dolor en la literatura? Como la disonancia en la música, según recuerda el joven Nietzsche, aun hablando en Wagner, el dolor es el meollo, el tuétano traspasado, de la tragedia griega. Los sufrimientos de sus héroes, y de los posteriores agonistas de Shakespeare (¿quién olvida al viejo Lear, aullando como el cielo, o vice versa?) fueron y son presenciados con...placer: pertinaz paradoja. También a veces las lágrimas nos salvan, nos lavan y deleitan. Y voluntariamente entramos en la pesadilla kafkiana, extraordinaria y cotidiana.
Como la voz de los relatos de Kafka, la voz de estos cuentos no manifiesta las modulaciones del espanto o el asombro: su cotidianidad es estremecedora. Y también, de manera semejante, los relatos de esta voz se elevan sobre la experiencia personal de un complejo discurso histórico para alcanzar el universal, que a todos nos atañe y pertenece: la fragilidad del sujeto y la lucha contra la enajenación del individuo, en un mundo donde desde hace un rato Dios parece haber abandonado su prerrogativa patriarcal. Ambas voces articulan una conciencia universal del sufrimiento: catarsis, decía Aristóteles, es decir, purgación, antecedente del vómito existencialista.
El cuerpo, quizás la primera y última instancia de la integridad del individuo, es en este libro, como en algunos cuentos de Gogol, el terrible sitio de encuentro entre la conciencia personal y la ajena, entre la voluntad propia y el poder sistémico. Con todo, dentro de ese imaginario, diríamos, dolorosamente “anatómico,” hay en estos cuentos gran ternura, como en El de la hija que estaría ante la disyuntiva de comerse o no a la madre, o el sobriamente cariñoso La perra neurótica; y algunos son también ocasión para cierto humor grotesco y elegante a la vez, como el danzante El del hombre que se enfrentaría a otro que tendría una espada.
En un mundo en que los fármacos –sean drogas, tecnologías o víctimas expiatorias– consiguen hacernos insensibles a la angustia, esta implacable estancia en la conciencia, este acto de eficacia narrativa que no tiene otra caracterización que la más radical honestidad ética y estética,
que en su conjunto son los asombrosos cuentos de Julio San Francisco, nos lleva a la saludable presencia de una parte de la condición humana que sólo por riesgo propio podríamos ignorar.

Alan Smith Soto
Profesor de Literatura Española y Comparada
Boston University

 



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