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Vida de Garcamos y Óptimos.
El óptimo firmo y al garcamo se le iluminaron los ojitos, nuevamente el óptimo peco de óptimo y debió escuchar la famosa frase que caracteriza a los garcamos: “Cachay chilecito mío, lo hice otra vez”. Cuando escuchan esta frase a los óptimos les da mucha bronca, pero piensan que ya vendrán tiempos mejores, y así medio volando y medio cantando, sonríen y siguen sus vidas; los garcamos con los contratos firmados por los óptimos se van riendo como hienas y alumbrando a los demás con sus ojos, para atraerlos y embaucarlos con chantadas y burlonas a partir de las que se benefician a costas de óptimos.
Los óptimos van por la vida confiando dando segundas oportunidades a la gente; ellos preguntan en todas las esquinas de Bs. As. En donde queda tal o cual calle, solo porque creen que a la gente le gusta ayudar, hasta que en alguna esquina se encuentran a algún garcamo que le dice mal una calle y se ríe como hiena, mientras el óptimo se aleja cantando “Color Esperanza”.
Los garcamos se casan con los óptimos para que estos les planchen las camisas y les den de comer. Los garcamos suelen dejar plantado en el altar a su óptimos 2 o 3 veces, el óptimo, como buen óptimo que es, baja la cabeza y dice “esto también pasará”, y reserva otra fecha en la iglesia, porque cree que finalmente el garcamo asistirá.
Cuando el garcamo decide casarse con el óptimo ríen como hienas y les propinan una buena paliza, los óptimos, felices, piensan: “que lindo debe ser su manera de expresar cariño”, entonces los garcamos ríen como hiena nuevamente.
Los garcamos odian a los óptimos solo por ser tan óptimos, pero los óptimos aman a los garcamos, porque es a ellos a quienes pueden darles segundas oportunidades. Los garcamos, que odian a los óptimos, necesitan a los óptimos, sin ellos no podrían embaucar a nadie y morirían de hambre, además si los óptimos los garcamos no reirían como hienas.
Cuando los óptimos y los garcamos deciden tener hijos, los óptimos proponen muchos nombres, y los garcamos dicen que todos les gustan, pero después van al registro de óptimos y garcamos, y los anotan con otro nombre. Los óptimos quieren que su hijo sea un óptimo, pero los garcamos saben que el hijo es garcamo, entonces el óptimo lo mira y le dice: “el segundo será óptimo”, entonces el garcamo ríe como hiena.
Así es la vida de un garcamo que depende de un óptimo para no morir de hambre; y así es la vida de un óptimo que ama a los garcamos y ama dar segundas oportunidades, porque sin ellas todo lo que defienden y sienten, o sea, todo lo que son se moriría en un instante.

Texto agregado el 05-04-2005, y leído por 183 visitantes. (0 votos)


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