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EL DIA MENOS PENSADO…

Fue entonces cuando él se acercó sigilosamente por su espalda y la rodeó con
sus brazos, haciendo que su cuerpo se estrechara con el suyo.

Deslizó sus manos por las caderas hasta su vientre, colocando debajo de su blusa sus dedos y los llevó hacia sus pechos. Ambas manos acariciaban firme
pero suavemente sus turgentes y delicados pechos, a la vez que su boca se perdía en la espesura de su cabellera, allí donde nacerían los más afiebrados deseos de Anna.

Fue cuando él, sin que Anna se diera cuenta, extrajo de su bolsillo un delgado y fino... pañuelo de raso negro, que llevó hasta sus ojos y comenzó
a atar para privarla de su preciado sentido. Él quería que ella usara su imaginación y que volara con cada caricia.

Comenzó a quitar la ropa de Anna, como si de un ritual sagrado se tratara.

Cada prenda era retirada con suavidad y roces intencionalmente aplicados a
sus zonas erógenas. Retiró por ejemplo la blusa de ella, desabotonando muy lentamente cada uno de los broches, y cada dedo se encargaba de endurecer
sus pezones.

Retiró la blusa de sus caderas luego de haber deslizado sus manos por las caderas de ella, en un gesto de abierta provocación, mientras con su boca daba suaves besos sobre su ombligo. Casi de rodillas frente a ella, inició la tarea para despejarse el camino hacia sus labios. Desabrochó uno a uno
los botones de sus jeans, y comenzó a bajarlos como si dispusiera de todo el tiempo del mundo, aunque la verdad sólo disponía de 15 días para ello.

Bajó hasta los tobillos acariciando palmo a palmo sus piernas suaves y bien cuidadas, besando desde el ombligo, pasando por sus caderas, luego su ingle
y así hasta sus pantorrillas. Terminó de quitar los jeans, levantando muy sutilmente cada una de sus piernas.

Ya estaba casi completo el proceso, sólo faltaba retirar dos prendas y
colocar una tercera, y se levantó para ponerse detrás de ella, comenzó a besar su espalda al mismo tiempo que acariciaba con sus manos la parte anterior de sus brazos, justo abajo de los hombros. Retiró el seguro de su corpiño y lo deslizó hacia adelante, mientras con sus manos acariciaba la suave piel de sus rosados pezones.

Luego bajó por su espalda, dibujando con su lengua un camino ficticio hasta el borde de su colales, y comenzó a bajarlo mientras sus dientes daban
pequeños mordisqueos en sus nalgas.

Se levantó para mirarla de frente, le pidió se quedara quieta.... avanzó hasta su maletín, lo abrió, hurgó por un lapso breve en su interior, extrayendo algo que escondió a sus espaldas. Volvió entonces al lado de Anna y comenzó a deslizar sobre su piel esa helada pieza metálica, que al contacto con ella, hizo que se erizaran sus poros y por su cabeza comenzaran
a rondar ideas extrañas.

La besó en los labios, miró sus ojos y adivinó el temor que la rondaba,...entonces se acercó a su oído y le dijo - calma, no temas, sólo déjate
querer
..... Acto seguido puso sobre su cuello ese extraño trozo de metal, levantó su cabellera y puso sobre su cuerpo un hermoso collar de fina
plata, elaborado con cerámica española cuyo diseño había encargado a una conocida artesana del sector alto.

Era único, como ella, no había ni habrá otro igual, por eso se lo regaló, para que lo recordara de forma especial, y para que meditara sobre las
muchas cosas que se habían dicho.

Ya más tranquila, lo tomó por las caderas y comenzó a besarlo con toda la ternura que hacía tiempo tenía guardada y no dejaba salir, quien sabe por que extraña razón.

Quitó su camisa, desabrochando de memoria uno a uno los botones que había imaginado tantas veces, retiró el cinturón y siguió más allá de donde pensó
podía llegar. Bajó la cremallera de su pantalón y comprobó que era efectivo su gusto por no usar ropa interior.

Sus cuerpos desnudos ya estaban en contacto pleno, y se propinaban las mil caricias que tanto él como ella habían esperado con ansias. La humedad de
sus besos y el aroma de su piel no hacían más que encender su pasión, y la llevó hasta el borde de la cama, allí ella se sentó y comenzó a abrir sus
piernas, esperando que su boca le llevara a rasguñar las sábanas.

Mientras con su lengua acariciaba el clítoris, sus manos daban suaves rasguños a las piernas que, arqueadas sobre la cama, llevaban el ritmo de su
respiración y marcaban los compases de su corazón.

Él introdujo dos de sus dedos en la humedecida cavidad rosada de su vulva, al mismo tiempo que con su dedo pulgar rozaba su endurecido clítoris, su
boca inevitablemente iba y regresaba de cada rincón de su cuerpo. Recorría su depilado monte de Venus, bajaba por el pliegue de su entrepierna y
deslizando su lengua por el borde de su ano, humedeciendo con su lubricación ese espacio oscuro de su deseo.

Al cabo de un rato, ya en estado de completa excitación, la levantó con su diestra y la invitó a cabalgar en sus caderas, ... fue al tiempo que
permitía que ella entrara en su cuerpo, que los labios de él comenzaron a murmurar unas suaves palabras, que, inclinándose hacia ella, pudo decir con
más claridad....

... su cuello se veía hermoso con ese collar que él le había regalado, era una especie de argolla que le rodeaba, y pendía de él una figura, un símbolo, un mensaje.

Mientras, sus manos rodeaban sus caderas y la aprisionaban hundiendo fuertemente su cuerpo en sus caderas....

¡Te amo!, le dijo ella al mirarlo fijamente a los ojos… ojos excitados de tanta pureza, sinceridad, cargados de amor y fuego frenético de pasión… - Estoy hecha para ti, nací para ser tuya y quiero quedarme así, congelada en le tiempo… congelada en los años de gloria junto a tu piel firme como el hierro, suave como pétalo de rosa….

El mensaje del collar era algo extraño, brillaba en el resplandor del gran amor que sentía el uno por el otro, daba la sensación de que sus cuerpos y sus corazones se unían más y más…. Convirtiendo el gran fuego carnal en un sincero amor infinito por los tiempos…. Tiempo que se congelaba, tiempo que no trascurría, tiempo que no se sentía…

Llegaron al borde del éxtasis, y el ambiente candente solo quería disponer de esos cuerpos transpirados, para el futuro incierto que les esperaba uno al otro…. Ella no sabia que pasaba dentro de si, solo sabia como lo amaba y como quería mantenerse a su lado sin que nadie los separara…

El por su lado, la miraba, la contemplaba, disfrutaba de su belleza innata que tanto le gustaba… disfrutaba de su olor, olor que jamás olvidaría…. Como la amaba, como la necesitaba cada noche, cada día, cada minuto del día….

…Se durmieron en la profundidad de los sentidos, y el hermoso collar que rodeaba el cuello de ella recobro vida, vida en su alma, vida en su vientre…

(ESCRITO POR ANNAO Y FELIPEPAULSEN)

Texto agregado el 05-04-2005, y leído por 489 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
13-06-2005 Ojala ese inmenso deseo de escribir sensaciones y sentimientos no se quede en solo literatura de internet. creo que debes pulir mucho mas los textos pero no dejes de escribir. ulisesh
13-06-2005 Ojala ese inmenso deseo de escribir sensaciones y sentimientos no se quede en solo literatura de internet. creo que debes pulir mucho mas los textos pero no dejes de escribir. ulisesh
19-04-2005 Sensual, excitante y dulce a la vez. Me ha fustado niña, pasearé con más frecuencia por tus textos. Un saludo y varias estrellas. Shaitan
12-04-2005 En la foto anterior estabas mejor. fido1990
05-04-2005 un hermoso cierre para la historia, ve que es fácil?..... felipepaulsen
 
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