- Está perdida; debe tener varios días fuera de casa por lo sucia que está; no debe vivir cerca porque no sabe regresar… Parece que nadie la busca y no puedo quedarme con ella ¿quiere llevársela y cuidarla? - Me dice el señor que la lleva.
No lo pienso dos veces. Tiene de dos a tres años y al ver sus grandes ojos y su carita me enternezco. Por eso; tomándola en mis brazos, la llevo a mi departamento.
Al llegar, la conduzco al baño… Cuando comienzo a bañarla tirita… quiere escapar… la cubro con una toalla y la abrazo para transmitirle calor. No sé si tiembla de frío o de miedo… Me siento en la mecedora y la acuno hasta que queda tranquila… Por su ternura, su mirada tierna y su belleza le digo “Linda” y ella responde. La someto a tratamiento médico porque está muy delgada, la cuido y alimento por un tiempo… ¡Se fortalece! Toma confianza al sentirse protegida y luego la veo correr feliz con su pelo al viento… Realmente ¡Es bella!... Pasa el tiempo y nadie pregunta por ella…
Vivo con ella y los otros tres (un poco mayores) y los cuatro crecen como hermanos… ¡Hasta que sucede lo inevitable! ¡Los tres se enamoran de ella! ¡Tantas hormonas juntas no pueden evitar los enfrentamientos! Se mantienen en una sola pelea: los dos menores se unen contra el mayor y le hacen daño dejándolo herido. O son los mayores que acosan al menor o al intermedio… La vida, con todos, se convierte en un infierno. Los vecinos se quejan por los gritos y me piden que venda mi apartamento o me mude a otro lugar.
A Linda, le gusta el más bajito y de pelo negro, pero el más alto la acosa, el intermedio, frustrado por ser ignorado, toma venganza, dañándoles la comida.
El acoso sexual al cual ella se siente sometida, la hace refugiarse en mí, por lo que debo separarla de ellos. Yo no sé que hacer. Para ella es un sufrimiento continuo…
Paco, acostumbrado a plantear las cosas de frente, me dice:
- ¡O sales de ella o de ellos! No regreso a tu casa que se ha convertido en un infierno con tantas peleas.
- Yo puedo llevarla a vivir conmigo, así la pobrecita descansa y ellos no sabrán que está conmigo - dice mi amiga Ángela Gym. Yo accedo, y con lágrimas en los ojos la veo partir… Sacrifico mi cariño por su bienestar.
Al día siguiente, Ángela me llama angustiada:
- Linda desapareció y pasó la noche en la calle.
- ¡Dios, perdóname! La trajo a mí y no pude cuidarla ¿Quién sabe donde andará? ¿Sería que antes vivía en la calle? - ¡Ya salgo para allá! – Al llegar, ella me dice:
- Aquí está Linda, cuando buscaba la prensa, la ví en un carro y la reclamé.
La abrazo y después de tomar medidas de seguridad en casa de Ángela, me voy.
No ha pasado el segundo día cuando Ángela vuelve a llamar:
- Linda rodó por las escaleras y se dislocó una vértebra…
A la semana siguiente:
- Linda enfermó de los oídos - Al mes - La atropellaron fracturándole la pelvis.
Cuidados intensivos… inválida… Mi amiga gasta un dineral en tratamiento médico; queda inmovilizada por un mes para moverse… dolorosamente… hasta renquear.
- Pobrecita, no se de otro ser que haya sufrido tanto, parece la “Justine” de Sade. –comenta Ángela - Anda esquelética, no quiere comer. Ya no se justifica el nombre de “Linda” sino el de “Betti la fea” ¡hasta el accidente la dejó estéril!…
Con Ángela conoce a “Catire”. Él, con mimos, la sana… Feliz… ¡Por fin se repone!
Ayer la vi en el salón de belleza. le lavaron, cortaron y secaron el pelo, la acicalaron y le colocaron un lazo rojo. ¡Estaba bellísima!
La abracé y ella me respondió con un beso húmedo: había vuelto a ser la perrita “Linda” tal como estaba cuando se la regalé a mi amiga.