Hoy, mañana, ayer…
los días de repente se han vuelto iguales.
Ella lleva flores al cementerio donde descansan las palabras.
Adorna con lágrimas los secretos de sus letras
y con música aleja el dolor de sus días…

La lluvia constante le recuerda el camino que ha de recorrer…
no le importa que el frío toque su alma,
ni su cara bañada en gotas frías que no vienen del cielo.

Y de ese largo camino de mil lunas, la compañía nunca fue bienvenida.
Eran imágenes que se diluían con la débil brisa pasajera,
hologramas de realidades reprimidas…
sucesos que se reproducen en otro mundo, a otros tiempos.

En sus sueños, el vacío cíclico no parece ser perjudicial,
allí dos personas viven de manera diferente una misma historia.
Ella y él,
devienen del mismo color del cielo,
hablan el mismo lenguaje,
y las mismas melodías alteran sus sentidos.

No todo es así.
El despertar es una caída al abismo donde la realidad espera,
ellos laten a distinto ritmo.
Cuando él espera los primero rayos del sol, ella observa como el cielo se apaga y no se resiste ante el paso de la luna.
Sus días de nubes y cielos azules, son en ella noches estrelladas.
Y sus visitas a Morfeo, son en él pasos que encaran caminos en tierra firme.

Es difícil mantener las imágenes en la memoria, cuando el tiempo las reemplaza por otras.
Las huellas que parecían ser imborrables amenazan con extinguirse, se vuelven impalpables.
Entonces, en un intento desenfrenado pero racional,
ella desentierra las palabras que murieron en cautiverio, cuando el silencio fue en el pasado un pretexto ordinario.

Y la necesidad de ahorrar lágrimas para próximos funerales desaparece con el vuelo que emprenden las palabras desde aquel antiguo cementerio.
Como aves migratorias, avanzan raudas a través de los cielos,
en sus alas llevan historias de vidas pasadas y deseos por renovar sus letras de sangre que se mezcla.
Han cruzado mares y han llegado al fin a su puerta.
Juntas son canciones, poemas, arte que se lee,
pero se escucha y se ve con la mente.

Es así como la luna habla con el sol, a pesar del lugar que ocupan en el universo.
Es el diálogo eterno que existe entre distancias.

Ella y él hablan un lenguaje desconocido para muchos.
Palabras con vínculos paranormales se unen. Y al final los amantes beben del mismo vaso.
Amantes sin espacio.Limitados a ver divagar sus sombras entre los relojes viejos.
Miran la luna amarilla y el sol blanco, preguntándose si algún día volverán a compartir el mismo cielo.