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Y ahí estaba ella, y ella y ella, y ella y la otra. Y estaba él, y él, y él. El otro no estaba. Y todos nos mirábamos atónitos,sin mediar palabra. Tragando saliva y pensando qué haríamos sin poder salir de esa prisión.

Confieso que tenía taquicardia y las manos sudorosas. Pero solamente eso. Igual fuí digna ante el temor mientras oscurecía. No como ella, ni él, que se pusieron histéricos, hasta que el otro regresó al saltar la pared con algo de comida y unos jugos tibios.

Afuera la oscuridad. Adentro, peor. Respiraciones agitadas, conversaciones absurdas y luego el ronco silencio interrumpido, a veces, por un celular.

Sin radio a pilas, sin teléfonos fijos funcionando. Con la reja alambrada cerrada. Solo quedaba esperar la mañana y..hacer qué? ¿quedarse ahí o irse y volver al trabajo? qué ridículo.

El tiempo no pasaba y yo no quería que ni él, ni él, ni él ni el otro me dirigieran la palabra. Sólo ella, pero no la otra, ni la otra, ni mucho menos la otra.

Con ella hablamos sobre el último capítulo de la telenovela, que nos estábamos perdiendo. Insisto, y la reprendí por no haber traído su personal stereo, la única radio a pilas de ese cuchitril.

Cansada de hablar con ella (es mi amiga, pero igual me canso). Me senté en cuclillas, apoyando la espalda en la pared. La tenía mojada, como todo el cuerpo. Ya no me quedaban calmantes y me esperaba una noche entera, eterna, en este sitio infernal.

Podía escuchar como en otras oficinas del edificio si tenían radio a pilas e incluso estaban bailando. Pero acá no. Cuando siempre la pedimos en el presupuesto. Ahora ella tenía que darse cuenta de la necesidad de ese artefacto. Y él también. Y también el otro. La otra no.

Comencé a rezar un Padrenuestro. Luego un Avemaría sin darme cuenta. El Gloria lo dijo él, que me escuchaba a hurtadillas. Siempre tras de mí. Siempre silencioso. Agazapado.

Ya habían pasado varias horas calculaba con mi reloj biológico. Generalmente orinaba cada una hora y ya había ido cinco. Es decir, que en dos horas más ya saldría el sol y yo me largaba de aquí. Aunque no llegara la luz. Aunque tuviera que saltar la reja de tres metros y me rompiera una pierna. Aunque tuviera que caminar hasta casa. Aunque ella se molestara y la otra me amenazara. Aunque él me dijera "hasta luego" y el otro "hasta más ratito", burlándose.

No señor. Yo me iba. Faltaban solo dos orinas. y ya se me llenaba el bajo vientre. Con la vejiga en su punto máximo voy al baño y está ocupado. No lo puedo creer. Se supone que debería estar dormida. Entonces voy al baño de hombres y también está ocupado. Está el otro. Le golpeo, lo apuro. Me dice "paciencia". Yo no aguanto. Me hago encima, me mojo entera, la luz no llega, me vuelvo a hacer. ¡Mi reloj biológico se fue a la mierda¡..en medio de la noche...sin luz y encerrada con él, y él y él y el otro. Y con ella, y ella, y ella, y ella y la otra. Sobre todo la otra.



Texto agregado el 21-03-2005, y leído por 168 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
04-09-2005 Muy bueno***** espartako
20-08-2005 Extraño pero atrapante. Isamar
22-03-2005 Caramba. Me gusta mucho lo de "ella, y ella y ella, y ella y la otra. Y estaba él, y él, y él. El otro no estaba." Esos personajes anonimos pero que seguro que no lo son. :) andresmbox
 
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