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Inicio / Cuenteros Locales / daggaz / Sivernjá (o \"Fuerza Rebelde Von\")

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Cuando a mi me transportaron a Sivernjá ya los tiempos eran complicados. Me atraparon un miércoles por la tarde, mientras yo y un grupo de rebeldes salimos del refugio para ir en busca de alimentos a la base productora más cercana. Aquel día, recuerdo, era el cumpleaños de mi hijo, Jacköv, un niño triste e inteligente; el no me acompañaba por que no estaba permitido que algún Rebelde Von menor de edad, saliera de los refugios.
Todo sucedió de maneara muy veloz. Primero, cuando salimos a la superficie, nos topamos con el azul cielo, bello, enorme; y cubierto por una capa de nubes rojas formadas de gases tóxicos. Por la noche, se podía mirar el brillo de aquellas nubes, provocado por la radiación nuclear, era algo hermoso y horroroso al mismo tiempo, de tan solo recordar como era el mundo hacia veinte o treinta años atrás, y como ha sido reducido hasta lo que hoy conocemos como hogar; Todos esos pensamientos vagaban por mi mente cada vez que salía a la superficie. Ese día en especial, cuatro de los hombres que me acompañaban no podía dejar de mirar el cielo, era la primera vez que salían a la superficie. Acababan de convertirse en soldados rebeldes Von y esta era su primera misión; lastima que también fue la ultima.
Cuando nos acercábamos a el área de Slávth nos dimos cuenta que algo no andaba bien.
-Señor…
-¿Si?
-Hay algo extraño en el radar, parecen miles de naves. La verdad no creo que se traten de naves Von, dudo que tengamos a nuestra disposición tantas naves.
-Déjame ver eso –le dijo el comandante a Sigfrid, quien le dio una pequeña caja negra que en la parte de arriba tenia un pequeño monitor que marcaba “alerta de proximidad” y se veía un grupo de puntos en movimiento- parece… ¡Dios! ¡Rápido, todos hacia las montañas!
-Corrimos lo mas rápido que pudimos hacia las rojas montañas que se encontraban a un poco más de tres kilómetros; No era mucho, pero no llegamos.
Más de quinientas naves de reconocimiento de la Samfélag-Taminn se arrojaron sobre nosotros disparando rayos de luces candentes sobre nosotros. Lo único que podíamos hacer era correr en Zig-zag, algo no tan útil cuando tal cantidad de pistolas de rayos te están disparando. Lo único que recuerdo es ver la cabeza de Ray explotar justo delante de mi, después de eso el cansancio me arrojo al piso, donde fui capturado unos minutos más tarde por soldados de la Samfélag-Taminn que habían descendido a detener a los posibles sobrevivientes, que realmente solo éramos yo y Orri, quien, cuando yo desperté en la nave transporte, seguía inconsciente.
Cuando llegamos a Sivernjá nos hicieron entrar a un edificio del que preferiría no acordarme, lo que vi allí fue espeluznante; Cuando en los refugios nos contaban las historias sobre las torturas que utilizaban los de Samfélag-Taminn en contra de los rebeldes, nuca creí una palabra, parecían cosas inhumanas, aún más inhumanas que la guerra desatada. Parecía que un cuerpo humano aun en su mejor estado nunca resistiría tales torturas. Pero tenían sus métodos. Antes de cualquier tortura, sometían al “paciente” a un tratamiento con drogas especiales que aumentaban las sensibilidad y lo llenaban de substancias que ayudaban a que el individuo no perdiera la conciencia o a que las células del cuerpo no necesitaran casi oxigeno, por lo que aunque los pulmones o el corazón explotaran o el individuo se desangrara, seguiría vivo durante bastante tiempo de agonía.
Me metieron a una enorme habitación de paredes de cemento grises, sólidas y altas. Un cuarto frío, muy frío. Me colgaron de un gancho que me suspendía unos cuarenta centímetros o más del piso, con los brazos hacia atrás, me administraron la droga de sensibilidad, y me comenzaron a golpear mientras me desvestían.
No se cuanto tiempo duro eso, pero a mi me parecieron días o semanas. En un momento el dolor era tal que creía perder la conciencia, más eso nunca sucedió, por que también tenia adentro una droga para evitar la inconciencia o e sueño.
Sentía como cada uno de los huesos de sus enormes manos se clavaban en mi estomago. Produciendo un dolor indescriptible, una agonía inimaginable. Y después, mirar esas entupidas sonrisas de satisfacción en sus entupidas caras de fascistas me daba asco; pero no quería vomitar, por que lo que hacían era bajarme del gancho que colgaba unos centímetros sobre el suelo macizo y me embarraban la cara en el vomito, después me hacían tragar unos cuantos litros de orines, para después volverme a colgar y decirme, mientras apretaban mis genitales con una fuerza sobrehumana, que no vomitara enfrente de ellos.
Cuando todo esto termino, tenía los omoplatos fracturados y los hombros destrozados, además de tener el cuerpo completamente morado y lleno de sangre de tantos golpes. La vista se me nublaba y no tenía ya sentido del equilibrio. Me llevaron arrastrando a la zona de trabajos, donde me dijeron.
-Para que te des cuenta que no somos tan crueles, te dejaremos que descanses dos días, y dejaremos que, si tienes suerte, alguno de los otros prisioneros te atienda, si es que sabe como.
-Se rieron y me arrojaron contra una “cama” (si se le podía dar ese nombre). Donde me quede inmóvil hasta que aquellas tres enormes figuras colosales cerraron la puerta tras de ellos al salir mientras reían. En ese momento comencé a llorar; hacia más de veinte años que no lo había hecho, y menos de dolor; me sentí como un pequeño niño indefenso, entonces, recordé a Jacköv.
-Pobre niño inocente e indefenso, atrapado en un refugio militar de la FRV (Fuerza Rebelde Von), destinado a sufrir lo mismo que yo he sufrido. Pobre hijo mío, sin padres que le brinden calor y cariño…
-Pensé. Su madre había muerto cuando el tenia dos años. Cuando miembros del Freiheit, otro grupo rebelde proveniente de Alemania y que supuestamente venia a ayudarnos, comenzaron a hacer de las suyas, robaron cosas y se tragaron todas las reservas, además de robarse planes y mapas. Pero lo peor, fue lo que hicieron con las mujeres. Eligieron a un grupo de ellas y las violaron una y otra vez, hasta que se cansaron, y después las golpearon a cada una de ellas hasta matarlas.
Cuando intentaron escapar no nos interesó que tuvieran armas más poderosas o que fueran buenos peleando. Con uñas y dientes nos fuimos sobre de ellos hasta que capturamos a los que no murieron bajo los golpes de furia de mis compañeros. Los amarramos a unas sillas y con sierras eléctricas comenzamos a cortarlos en pedacitos mientras seguían vivos. Aun lo recuerdo, la sangre y los gritos. Supongo que eso le da a uno un poder inigualable, o al menos eso se siente; Eso mismo creo que es lo que sienten los miembros del Samfélag-Taminn cuando nos torturan a los rebeldes.
Cuando se hizo de noche (ya llevaba dos días capturado) regresaron del campo de trabajo el resto de los prisioneros. Quienes en realidad respondieron de manera amigable, a diferencia de lo que imaginaba. Un hombre ya mas bien anciano, me curó con ayuda de simple agua y líquidos que no tengo idea de donde sacaba, pero mas tarde seguía observando que cada vez que llegaba un herido, el mismo los curaba con líquidos diferentes; lo bueno es que de verdad funcionaban. Me vendaron la espalda con unas “cobijas”, o intento de, y me dieron la oportunidad de dormir en la “cama” más cómoda, donde me quedé dormido y no desperté hasta que terminó mi “descanso” de dos días.
Cuando salí a la zona de trabajos aún me dolía todo el cuerpo y no podía ni levantar los brazos, de verdad que tenia los hombros hechos pedazos. Me topé casi inmediatamente con Orri, quien parecía contento, cuando me acerque sentí un extraño dolor en mi espalda, que después se transformo en un escalofrió. Tenia parches en ambos ojos y una cicatriz en la boca que lo hacia parecer sonriente. Además de tener un extraño artefacto de madera, como una caja en vez de un pie.
-Orri… ¿Qué sucedió?
-Jón, ¡eres tú!, creí que te habían matado en los cuartos de tortura… nadie sabia nada de algún otro recién llegado, a excepción de uno con ojos negros. Por eso dudaba que fueras tú.
-No lo sé, no salí hasta hoy porque los vigilantes me dejaron descansar dos días… ¿pero tu como estas?, ¿que ha pasado?
-Pues… nada bueno. Supongo que lo peor fue que me pusieron ácido en un ojo y el otro lo sacaron para después volverlo a meter. No creo volver a ver, aunque el anciano que me curó aseguró que en un para de semanas recobraría la visa en el que sacaron y metieron, que el problema eran las infecciones. Otra cosa fue pues… golpes y estirones… ya sabes, aunque suenan como algo de todos los días- sonrió- además de que creo que perdí un pie. Me pusieron esta cosa, no sé que es, pero no siento nada. Nunca nadie había llegado con algo así.-frotó la caja de madera en si pie derecho- al menos puedo caminar. ¿A ti que te paso?
-Me quedé pensando unos momentos antes de responder.
- Me colgaron de un gancho y me golpearon por todo un día, creo, y me hicieron tragar orines.
-Supongo que tampoco fue nada bueno… ¿También te drogaron?
-Si
-Creo que eso es lo peor. No estaría tan mal quedar inconsciente o solo sentir el dolor limite del humano.
Aquel día me pusieron a trabajar de guía, ya que por más golpes que recibí de parte de los guardias, no pude levantar los brazos. Solo gritaba “derecha” o “izquierda”, y corría de un lado a otro para evitar que algún pedazo de piedra me cayera encima. Así seguimos por tres semanas, hasta que después de mucho intentar logré levantar ambos brazos, entonces me transportaron al mismo lugar donde estaban trabajando Orri y el hermano menor de Sigfrid, G’drássil, quien había sido capturado en un intento de emboscada contra un campamento de Samfélag-Taminn hacia un año; lloró la perdida de su hermano, Orri no le había contado nada, ya que el creía que algunos habían llegado hasta las montañas, perno no fue así. Es trabajo consistía en perforar laminas metálicas con unas pistolas especiales, por lo que era una de las áreas en las que mas vigilantes había, lo agradable de esta área, era que podía ver la base de salida de Sivernjá, la cual nunca era utilizada.
Habían tres bases de salidas o entradas en Sivernjá, una era por donde salían y entraban las naves militares con prisioneros, otra era por la que entraban y salían naves de Samfélag-Taminn y la ultima, la que podíamos ver desde mi área, era una propiedad de los Rebeldes de Slavtky, aliados de Von, pero también prisioneros, así que era imposible llegar allí, era una zona extraña, en la cual, por políticas de guerra, no podían entrar los soldados de Samfélag-Taminn, y de la cual tampoco podía salir los pocos soldados de Slavtky que residían allí, peri tampoco podía llegar un prisionero hasta allí, ya que la vigilancia era máxima, y necesitarían cruzar por el espacio aéreo militar de Samfélag-Taminn, lo que les daba la oportunidad de abrir fuego en su contra. Era un territorio maravilloso de contrariedad política, militar y social.
Pasaba las horas que estaba trabajando, mirando las pistas de aterrizaje y despegue de la base. Soñando tonel día en el que nos permitirían a los prisioneros abordar una de las quince naves almacenadas allí y volar con destino al refugio en el que encontraría a mi hijo. Ya sentía su pequeño abraso, su sonrisa y poder tocar su obscuro cabello.
Orri y G’drássil me habían hablado de un plan que tenían ellos dos junto con un grupo pequeño de prisioneros más, de escapar de allí utilizando la base de aterrizaje de Slavtky. Tenían hasta mapas y estrategias bien planeadas. Habían estado planeado esto durante más de un año y no habían llegado a construir un plan en el que no hubiera errores. Cuando me invitaron a integrarme y miré por primera vez el mapa lo vi.
No era la primera vez que veía cosas de esa manera, aparecía este don cuando no había estado comiendo adecuadamente. Durante las excursiones de reconocimiento militar hacia ya algunos años, cuando nos quedábamos días sin privaciones, lograba sacarnos de apuros con tan solo mirar un mapa. El camino parecía ser trazado por mi mente sin que yo pensara mucho, solo se marcaba una línea luminosa que nadie podía ver, a través del mapa y me indicaba el camino.
Aquel día la solución fue sencilla, no había comido en tres días, y lo ultimo que había comido había sido una especie de carne que nos daban cada cinco días que supongo era carne de rata, pero tenia buen sabor y paresia ser nutritiva; de lo contrario como explicar que había prisioneros con más de cinco años allí que aun continuaban con vida y fuerzas como para levantarse todos los días al salir el sol, trabajar como animales sin parar y regresar para dormir un promedio de cuatro horas.
El camino que me parecía adecuado era complicado, había que distraer a los guardias del sector K9, ubicado a un kilómetro de donde yo dormía, y salir desde donde yo dormía, pasar por el sector K8 mientras se cambiaba la guardia y mientras se distraía a los del K8, después entrar en las galerías y trazar un camino enredado a través de estantes y cajas para evitar ser vistos. Luego, sin hacer ruido, pasar la caseta de vigilancia 9 o “Neu”, manteniéndose en el piso para no ser vistos. Llegar hasta la tubería, por la cual bajarían ayudados de unos cables que conseguiríamos de los depósitos con la ayuda de los prisioneros que trabajaban recogiendo la basura. Al salir del drenaje por la parte del río, recorrer por debajo del agua, apoyándonos en unos tubos metálicos para poder respirar. El problema era no morir de hipotermia en este paso, después, salir del otro lado del edificio, donde en ese momento los guardias del H3 estarán corriendo hacia el sector K para apoyar con refuerzos, ya que habría de organizarse toda un revuelta para de verdad distraer a los del K9. Después, correr a través de la hierba que esta bastante crecida tras del edificio y tener cuidado de las cámara infrarrojas, para eso servirán los refrigeradores que habremos de descomponer dos día antes, los llevaran hasta le deposito, luego entraran el ellos y los empujaran hasta llegar a la zona H6, donde necesitaran retener a dos guardias, la ventaja que serian cinco personas contra dos. Después, correr lo mas rápido posible a través del área “0”, como la llamaban, cubiertos con mantas para no ser vistos tan fácilmente; Después al llegar a las rejas, saltarlas con ayuda de las mismas mantas, llegar del otro lado y entrar en los edificios donde tomarían ya el control de la situación, salir con la nave en menos de diez minutos, y volar sobre la zona de prisioneros, ya que estará distraída y así nos servirá de señal para saber que no se arriesgo la vida por nada. Al pasar por el muelle 3 vendrá el problema, ya que aunque los cañones están apagados nunca se sabe. Pero pasando este punto solo queda volar lo más rápido posible hasta llegar a la zona mas libre y de allí a el refugio de Von #07, donde se encuentra Jacköv.
El problema fue que nadie quiso atreverse a distraer a los guardias del K9, así que me propuse yo después de pensarlo un tiempo, y le pedí a Orri que cuidara de Jacköv con toda su alma, que en el ponía toda mi confianza y mi vida. El aceptó.
Tres meses después por fin estaba todo listo, no habían corrido las voces entre los Samfélag-Taminn, pero todos los prisioneros sabían exactamente que había que hacer, y todos estaban de acuerdo. Todos ayudarían, eso me provocaba una sensación de libertad sin siquiera tenerla.
Salí de mi bodega (o “dormitorio”) justo las once de la noche, por debajo de una pared de lamina que tenia un agujero que habíamos cavado con anticipación. Corrí por detrás de las tiendas y me cercioré de que no habían notado mi fuga. Mi respiración era agitada y sudaba frío. Llego cierto momento en el que temí que mi corazón fuera a delatar mi escape, ya que latía con tal fuerza que creí que lo escucharían los guardias. Fue fácil llegar hasta los guardias del K9, me levante y comencé a caminar hacia ellos, no hicieron nada. Entonces empecé a correr y fue cuando notaron algo extraño, corrieron hacia mi empuñando sus armas y sonaron la alarma. Entonces, los prisioneros comenzaron a salir de las enormes casas metálicas de techo cóncavo y oxidado. Inmediatamente escuche disparos a la distancia y como una y otra alarma se encendía a la distancia. La luces se encendieron y logre ver como la guardia del K8 se dirigía hacia el edificio corriendo. Dos enormes gorilas del K9 llegaron hasta mi y me pusieron los cañones de sus PL-9mm en la cara, solo sonreí, cosa que los hizo titubear perecían sorprendidos. Entonces las sombras de Orri, G’drássil y los otros tres muchachos cruzaron la caseta de vigilancia de los guardias del sector K8, los tipos que me estaban apuntando se distrajeron y dudaron si ir tras de ellos o dispararme, fue cuando decidí correr. Al voltear me sentí mas seguro al no ver a aquellos dos monstruos corriendo tras de mi o de los futuros prófugos, en ves de eso parecían estatuas, era como si su pequeño cerebro de hubiera fundido por aquella confusión. Entonces se comenzaron a golpear entre ellos, no entendía ni una palabra de ese idioma monstruoso, pero aun así creo que se pelaron por que uno quería ir por mí y el otro por los muchachos.
Me metí debajo de un monte de tierra donde me hice bolita para evitar que alguna metralla, chispa, bala o rayo me alcanzara. Al mirar el cielo veía como subían las ráfagas brillantes hacia las rojas brillantes nubes radioactivas y toxicas. Mire aquello por casi cinco minutos cuando algo muy muy caliente hizo que mi brazo volara lejos de mi por unos tres metros, dejando en su lugar una nube de humo con olor a carne humana quemada y un chorro de sangre que sentía fría. No me dolió. Arranque un pedazo de mi traje y lo até al sangriento muñón para evitar que la sangre siguiera fluyendo. Me levante y mire hacia las “bodegas” donde una revuelta se llevaba a acabo. Mire a prisioneros cargando armas de soldados Samfélag-Taminn. Y mire a otros mas cargando otras armas que tenían el doble de tamaño de estos. Pero también la cantidad de guardias aumentaba mientras que la de prisioneros disminuía, un muchacho de unos dieciséis años de edad corría hacia mí sin notarme. Se arrojo pasando sobre mí y aterrizando a un lado de mi brazo mutilado, al mirarlo se asusto y soltó un grito agudo a ahogado. El muchacho tenía una complexión increíblemente delgada y unos ojos de un azul muy llamativos, parecían brillar. Me miro asustado y se tranquilizo. Se puso de pie, se acerco a mí y me abrazo.
-Tengo miedo –dijo
-Tranquilo, nada peor te puede pasar mas que lo que has vivido en el edificio de torturas.
-Lo sé, pero eso es en vida; yo le temo a la muerte
-En ese momento se me hizo un nudo en la garganta. ¿Qué le podía decir?, era seguro que moriría esta noche.
-No le tengas miedo a la muerte, no puede ser tan mala.
-Creo que cuando morimos dejamos de existir, eso me asusta.
-No, yo no creo eso. La vida me ha mostrado que hay algo más además de lo que vemos.
-Me sentí entupido diciendo eso. Pero funciono, el muchacho se tranquilizó. Y me soltó.
-¿Estas bien?-me dijo al mirar mi brazo.
-No importa, no duele.-se quedo mirando el muñón y después de un rato dijo
-Vi como mataron a mi abuelo
-¿Ahora?
-Si. El llevaba más de cuatro años como prisionero. Cuando lo torturaron le quitaron una oreja y lo castraron. Luego lo amarraron a una rueda por tres días, por eso tenia una espalda extraña.
-Entonces recordé que el anciano que me había curado tenia una posición extraña y que no tenia una oreja.
-Creo que lo conocía-dije
-Seguramente. El era medico, y cuando llego aquí se dedico a curar a los heridos.
-Si. Cuanto lo siento
-Descuide, ahora no parece tan malo.
-Nos quedamos en silencio por unos minutos, cuado al mirar al cielo observe una estela amarilla y un silbido hizo que a lo lejos, en las casas metálicas cóncavas, de escucharan gritos de victoria y aplausos, apagados por mas disparos y explosiones. Me sentí aliviado al ver esa luz en el cielo. Fue increíble, no pude evitar llorar por la felicidad.
-¿Son ellos verdad?, no arriesgamos la vida por nada ¿Verdad?
-Son ellos. Dar nuestra vida valió la pena.
-Me sentí feliz al pensar que por lo menos unos habían obtenido su libertad y que llevarían con ellos un mensaje de esperanza para todos los rebeldes. La alegría y la esperanza desaparecieron cuando un misil disparado desde un cañón en el muelle 3, impacto contra la nave, haciéndola cambiar de dirección y enviándola hacia notros mientras explotaba en pedazos.
-Cuando llegue e a nosotros nos matara instantáneamente… no, no te preocupes, no sufriremos-le dije al muchacho quien trago saliva y se sentó a esperar.







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NOTA: En caso de tener preguntas háganlas en modo de comentario, ya que este cuento es una especie de "complemento" de otra novela mía en proceso de creación.
Y otra cosa es que ya sé que hay errores de ortografía, si notan alguno muy malo si díganme, pero si es algo pasable por favor no lo estén criticando.

Texto agregado el 06-03-2005, y leído por 235 visitantes. (0 votos)


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