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En la Granja Dorada, hay un hermoso Perro llamado Fucho, ha sido campeón de todas las razas durante varios años y cuida de dos ganados: Uno de 100 ovejas y otro de 50 vacas, cada una con su becerro.
Celosamente cuida de todos en la granja. Es el único amigo de su amo y su dueño lo cuida y mientras lo alimenta lo acaricia porque lo quiere mucho. Todos los animales lo respetan y consideran su amigo.
En esta Granja Dorada se oye una leyenda: los animales dicen que la granja es próspera y feliz, porque allí vive el camaleón dorado al cual le debe el lugar su nombre.
El Camaleón Dorado fue quien dio al amo y a su hermano perdido en Altamar la fortaleza, coraje, la valentía y la bondad. Él hace llegar la lluvia para que los campos florezcan y mantiene la paz entre todos hasta que alguien capaz llega y se encarga de cuidarla.
Desde que llegó Fucho, siendo un bebé, Todos comenzaron a estar pendientes de él y de cuidarlo, todos se sentían muy importantes en la vida de Fucho. El Camaleón Mágico no conoce el egoísmo y solo vive para ayudar a los demás.
Por allá dicen que él solo aparece a aquellos que necesitan de paz y armonía y que tiene el don de transformarse en cualquier animal: Un unicornio para los que ya han perdido todas sus ilusiones, puede convertirse en un dragón para darle valentía a los que dudan de ser ellos mismos, tienen miedo y no saben como ser libres.
También se dice que las tonalidades de su piel cambian de color para dar inspiración a los que son cerrados de mente y poco creativos y cuentan que se convierte en dinosaurio para darle fe a los que ya no creen en nada ni en nadie.
Antes de que llegara Fucho, todos en la Granja Dorada buscaban al Camaleón Dorado para que les resolviera esos problemas de cobardía, desilusión, falta de fe o de libertad. Cuando llegó él, todos se sintieron tan protectores y tan protegidos que el Camaleón, al verlos felices ya no vio la necesidad de quedarse y desapareció. Nadie más lo volvió a ver ni se volvieron a acordar de él. Fucho no lo conoció pero alguna vez oyó de su leyenda.
Una noche, acompañado de un lobo, llega un hombre raro a la Granja Dorada preguntando por el precio del ganado. Fucho nota de inmediato que se trata de delincuentes y ladra, los muerde y por esta razón su amo lo deja amarrado sin comprender que él solo trata de protegerlo.
Al ver al perro amarrado, el tipo le pide al amo que abra la puerta a los que andan con él y lo socorran por la mordida.
¡Qué gran error comete el amo al amarrar a su amigo para que entren los bandidos! Los malvados llegan armados y le disparan a mansalva. Fucho ladra y trata de zafarse pero no puede; después de grandes esfuerzos logra romper la cuerda pero ya es muy tarde: Han matado a su amo y se llevaron el ganado dejándolo todo destruido a su paso. El lobo corrió detrás de las ovejas y los ladrones metieron a las vacas en camiones. El noble perro lucha fuertemente contra los golpes que le propinan los bandoleros y persigue a los asaltantes hasta sacarlos de la granja, pero ellos le disparan dejándolo tendido, con una pata coja y tuerto …
Ensangrentado, cava una fosa y entierra a su amo. Queda exhausto sobre la tumba y llora, llora aullándole a la luna.
Nadie atiende sus heridas ni sabe lo sucedido y él estuvo mucho tiempo acostado lamiéndoselas sin poder levantarse. La sangre se le ha secado y está lleno de tierra. Las heridas se le infestan, el agua de la lluvia le cae encima y así, con tantas costras se le pega una especie de moho verde sobre la piel, creándole una apariencia de sarnoso. Eso no es lo que más le avergüenza y duele sino que todos los de su provincia lo acusan de la muerte de su amo y la pérdida de su ganado.
Así pasa el tiempo el héroe siendo juzgado y el pobre perro, sin cuidado ni alimento, verde y flaco, deambula por los montes sin que nadie quiera acercársele. Se aleja y llega hasta un sitio lejano donde nadie lo acusa ni lo reconoce.
Los animales - antes cuidados por él - No lo reconocen y al verlo desvalido lo golpean, patean e insultan con todo tipo de maltratos. El perro verde ya no tiene fuerzas para dirigirlos ni hacerse respetar.
En la Granja Azul, hay muchos animales: Una gallina con 7 pollitos, un perro manchado perezoso llamado Pucho, dos conejos, un gavilán que se alimenta de pollitos. Una gansa, tres patos, una vaca lechera, una chiva y tres ovejas. ¡Ah! ¡Se me olvidaba! También se encuentra el perro sarnoso: verde, flaco y encorvado: ya muy viejo; tiene los ojos llorosos e irritados y llenos de … que dan asco.
Todos los animales le huyen por temor a que se les vaya a contagiar cualquiera de las cosas que lleva encima. Él trata de ladrar y solo sale una tos perruna que le da risa a los de la granja quienes le tiran piedras.
En esta granja. Los animales no son felices: El malvado gavilán se ha comido ya a varios pollitos y no hay quien los defienda porque Pucho solo duerme, son muchos pollitos y la Señora Gallina no puede protegerlos a todos porque son muy traviesos. A veces, solo los conejos ayudan a la mamá gallina a cuidarlos, pero ellos también son muchos y el gavilán ya se ha comido a varios de sus hijitos.
Así, este animal y el lobo ladrón han sembrado el terror en la comarca.
Una vez el perro verde corrió tras el gavilán y éste le picoteó el ojo bueno y por poco se lo saca dejándolo casi ciego.
Todos se burlaron de él. Sin embargo los pollitos, inocentes de la maldad de los demás animales, se le acercan, le traen migajitas, pedacitos de maíz y le dicen:
- ¡Pío!
- ¡Píí! ¡Pí!
Cuando la gallina los ve cerca del perro corre a buscarlos asustada y se los lleva. El perro verde la mira con ojos de tristeza y le dice:
- ¡Déjelos señora, solo quieren ser amables y buenos conmigo! No les haré daño, antes sabía cuidar animales.
- ¡Clo! ¡Clóooc! – Dijo la gallina dejando que sus hijitos jugaran con el perro, mirándolos de reojo por si acaso y le advierte:
- Es que el gavilán también está criando y quiere alimentar a sus hijos con los míos.
- No se preocupe señora, que soy capaz de dar mi vida para salvarlos de ese malvado.
Y la Gallina Dice:
- No se mortifique que si usted no puede ayudarse menos podrá ayudar a otros.
- Tomando a sus pollitos se aleja del apestoso perro verde dándole la espalda y viéndolo irse avergonzado y triste con el rabo entre las piernas mientras todos los animales de la granja comenzaron a burlarse de él:
- ¡Juar! ¡Juar! ¡Juaaar! – Desternillándose de la risa se aguantaba la panza la gansa.
- ¡Cua! ¡Cua! ¡Cuaaaa!
- ¡Cuaz! ¡Cuaaaz! ¡Cuaz!
- ¿Cuál? ¿Cuál? ¿Cuál? ¿Cuál? ¿Cuál? - Se destripaban tirándose al suelo con sus zapatos baratos los patos.
- ¿Lo Veeeen? ¿Veeeen? ¿Ven?
- ¡Bieeen! ¡bieeen! ¡bieeen!
- ¡Meee! ¡Meee! ¡Meee!
Se cuajaban de la risa con su ropa vieja las ovejas
Mientras, de risa, la chiva, para adelante y para atrás se iba.
De la carcajada, La vaca se hacía caca, Porque la chiva le hacía cosquillas para que al perro verde le metiera una zancadilla.
La gallina, que había dado pie a la burla, al ver lo que había ocasionado, en vez de arrepentirse, cloqueó tanto que hasta se le salió un huevo de la risa.
Todos estaban tan pendientes de la burla que no se dieron cuenta de que habían dejado solos a todos los bebés.
A pesar de su desgracia, el único que notó que, a pleno día, todo se iba poco a poco obscureciendo fue Fucho. La gran sombra era arrojada por las alas del gavilán que con sigilo se acercaba a los pollitos y a los conejitos.
Olvidándose de su drama, le gritó a la gallina:
- ¡Allá viene el gavilán!
Y se levanta tratando de correr pero con la zancadilla que le da la vaca se tuerce la pata buena y cae rodando por el suelo.
La gallina corre para salvar a sus hijitos pero el gavilán agarra al pollito Cloquito con una de sus garras y al conejito Cunito con la otra y se los va llevando cuando la gallina corriendo se los quita de las manos y entabla una desigual pelea con él.
¡Pobre mamá gallina! El gavilán le sacó los ojos.
La mamá coneja esconde a sus bebés quedando solos los pollitos mientras los animales siguen burlándose de Fucho impidiéndole participar en la salvación de los animalitos.
El Perro Pucho sigue durmiendo...
Por fin Fucho puede correr y ladrarle al gavilán pero éste agarra un peso, lo levanta y se lo avienta a Fucho por la cabeza dejándolo peor que como estaba antes. Fucho solo dice:
- ¡Guauuuu!
Entonces, el gavilán, aprovechando que los todos esos animales están locos, la gallina ciega, y el perro inútil, agarra fácilmente a un pollito y se lo lleva volando por los aires.
Los locos animales de la granja, inconscientes de la tragedia, tocan a la gallina ciega y le dicen:
- Adivina quien te pegó.
Y la pobre gallinita ciega sola sale llorando llamando a sus pollitos sin saber que ha perdido a otro hijito.
- ¡Vengan niñitos! – ¡Llora que te llora! - ¡Ahora el gavilán se los comerá a todos porque ya no tengo como defenderlos!
Fucho, arrastrándose, llega hasta ella y le dice:
- Yo los cuidaré Señora Jabada.
- Entonces se oye la carcajada de todos los animales burlándose de él de nuevo y golpeándolo:
- Cuídameeee a mí.
- Llámameeee
- Agárrameeee
- Protégemeeee
La Gallina se va sin rumbo siendo empujada por los pollitos y Fucho, impotente, deshonrado, se acurruca llorando en un rincón y les dice:
- Lo único que puedo hacer es llorar por ustedes.
Nuevamente se le oyó llorar y llorar aullándole a la Luna:
- ¡Guauu! ¡guauuu! ¡guayy.¡!
Pero esta vez, Fucho no está completamente solo: Toda esta tragedia ha sido vista por alguien que observa y sabe todo lo que acontece en ese condado y se ha dado cuenta de que allí está haciendo mucha falta alguien que pueda devolverle la cordura a los animales locos e irresponsables, Inyectarle la fe a la Señora Jabada la gallina, darle a Fucho la Fortaleza, la Confianza y la Valentía que le faltan y darle una lección al gavilán y enseñarlo a comer paja.
Desde un árbol, camuflado entre sus ramas hace tiempo que ha estado esperando el momento de actuar mientras piensa.
- Siempre creí que este perro iba a mejorar las cosas, pero de verdad que parece ser que está empavado con la sarna verde esa que no se ha podido quitar de encima.
Sin que Fucho se de cuenta se le va acercando por detrás y con su mejor sonrisa, lo lame y le dice:
- ¡Hola Señor Zorro!
Mientras cambia de forma por una parecida a un zorro.
Fucho se voltea, se huele la axila y le pregunta:
- ¿Porqué me ve como a un zorro porque estoy hediondo?
- No, porque tienes una bonita y frondosa cola.
- Pues no soy un zorro.
- ¡Ah!... Entonces... ¡Hola Señor lobo! – Y se transforma en lobo.
- ¿Y ahora que me ve? ¿El pelero sucio?
- No, que tienes unos hermosos y afilados colmillos.
- ¡Pues tampoco soy un lobo!
- ¡Pues! ¡Hola Señor Dragón!
Luego cambia de forma y se convierte en un bello dragón dorado con brillo multicolor.
Con sus mejores destellos danza frente a sus ojos tratando de cambiar su ánimo, pero, el perro verde, con tantos insultos recibidos últimamente, ya se ha acostumbrado a mirar solamente lo malo y lo feo, al verlo danzar se envalentona y le dice:
- ¡Ya está bueno de burlas y de juegos! ¡No soportaré una pena más! ¡Guau! ¡Guau! ¡Grrf!
A pesar de que el Camaleón Dorado adoptó esa precisa forma con un propósito, no esperaba tan rápido tal reacción por lo cual se sintió turbado, y volvió a su color verde camaleón.
Viendo, por primera vez en mucho tiempo, a alguien trastornado por su presencia, el perro, incapaz de ver el esfuerzo del dragón por ayudarlo, al igual que otros han hecho con él, comienza a burlarse del dragón y mirándolo a los ojos dice:
- ¡Tu no eres nadie! ¡Ni Zorro! ¡Ni lobo! ¡Ni dragón! Y no puedes darme nada porque no tienes nada que dar. ¡Eres solo una mascarada para ingenuos!
El Camaleón, ahora, convertido en dragón comienza a temblar y se le va haciendo cada vez más difícil mantener su forma hasta que se le cae todo el ropaje puesto quedando totalmente desnudo y trata de huir. Entonces, el Perro verde lo descubre por primera vez en su forma real y se asombra al darse cuenta de que el famoso Camaleón Dorado, El Mito, La Leyenda, no es más que otro perro verde, zarrapastroso como él.
- ¡Ey! ¡No te vayas! – Dice Fucho al otro perro verde - ¿Porqué te ocultabas detrás del mito de Camaleón Dorado?
El Perro verde – antes camaleón dorado – se devuelve y con lágrimas en los ojos le pide:
- No me vayas a descubrir ante los demás porque no quiero que pierdan las ganas de vivir y de ser felices. Así es. ¡Me descubriste! No soy más que un perro verde... Me llamo Cucho.
Y entonces Cucho cuenta su verdadera historia:
- Hace muchos años, en tiempos de guerra, yo cuidaba de un Almirante y su barco. El y yo éramos muy importantes porque yo siempre avisaba sobre cualquier peligro y hacíamos el recorrido juntos. Conoció de todos los mares conmigo y Desde los grumetes hasta los oficiales se sentían protegidos por nosotros.
Todos éramos muy felices, pero una noche, estando en cubierta oyendo un canto de sirenas, no me percaté de un barco enemigo que se acercaba. Cuando me di cuenta y ladré para avisar, ya era tarde; el barco enemigo lanzó un torpedo y hundió al barco con toda su tripulación y solo yo pude salvarme. Las sirenas me condujeron a la playa donde juré que nunca más abandonaría a nadie a la tristeza ni a la desesperación. Allí me cayeron las tormentas y con el tiempo se me fue formando este moho verde. Como las sirenas se sintieron culpables por lo que me sucedió, me regalaron el don de cambiar mi forma, por eso adquirí la de un camaleón para que no me reconocieran y poder modificarme. También me dijeron que mi amo se había salvado con sus hombres y estaba en una isla lejana.
- Y ¿Por qué solo te transformas en animales mitológicos y no en un hermoso perro?
- Porque hay quien prefiere vivir de ilusiones antes que morir de desengaños y solo si soy perdonado por mi mismo o por alguien semejante a mi puedo recuperar mi real forma y nadar hasta la isla donde dicen que naufragó mi amo y varios de sus hombres. Si alguien pudiera ver dentro de mi, vería al gran animal que fui y que estoy arrepentido de haberme ido detrás del canto de las sirenas ¡Ya lo he pagado caro! También he dado felicidad a muchos para ser perdonado...
Fucho mira a Cucho a los ojos y esa mirada le llega hasta el alma. Cucho mira a Fucho y sucede lo mismo. ¡Entonces se produce el milagro:
A los dos perros verdes se les cae la piel mugrienta, se sanan todas las heridas y queda en ambos un hermoso pelaje superior al que habían tenido antes.
- Gracias Cucho; sin ti no hubiera podido volver a ser.
- Gracias a ti Fucho, porque yo tampoco hubiera descubierto mi verdad de no haber sido por ti. Ahora sellaremos nuestra amistad para siempre y podré irme a la isla donde naufragó mi amo. Quiero que sepas que desde ahora podrás tomar la forma que quieras por haberme ayudado a recuperar la mía y solo tu me verás en mi verdadera forma. Los demás seguirán creyendo que soy un camaleón dorado.
Al sentirse de nuevo fuerte y valiente, Fucho manda a Pucho a perseguir hasta atrapar al gavilán. Pucho lo atrapa y se lo entrega trayéndolo entre los dientes. Entonces Fucho le lija el pico y lo enseña a comer paja y no pollitos ni conejitos.
Luego obliga a las ovejas a obedecer, a los patos y gansos a callar y solo hablar para decir cosas inteligentes. A la vaca la manda a buscar al ganado robado hasta que lo trae y él se va a buscar a las ovejas perdidas; hace correr de la comarca al lobo; lleva a los ladrones hasta la Policía donde confiesan sus crímenes y vuelve a haber orden en la granja azul
El Camaleón Dorado, con ayuda de las sirenas, logra salvar a su amo El Almirante y llevarlo a la Granja Dorada quienes la vuelven a hacer próspera. El Almirante era el Hermano del amo de Fucho y heredero de la Granja Dorada.
Fucho, con la magia del Camaleón dorado cura los ojos de la gallina quien logra poner huevos serios – no de risa- y saca nuevos pollitos.
De esa manera; gracias a los antiguos perros verdes; en la Granja Azul y en la Granja Dorada, reina el orden y la felicidad, la riqueza y la prosperidad y cuando todo se encuentra en paz, se ven correr y jugar a dos grandes y hermosos perros por toda la comarca.



Texto agregado el 01-03-2005, y leído por 817 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
17-03-2005 lo leí, y me gustó. Muy fantástico, tienes una gran imaginación natanarby
 
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