Cuando veo nuestras manos entrelazadas,
siento que el tiempo se detiene,
y en un segundo recorre mi cuerpo
la extraña sensación de conocerte de siempre.

Te miro al tiempo que tomas mi mano,
y pareces no verme.
Pero por un instante
nuestras miradas se cruzan
y mis ojos te sonrien
para que me veas.

Nada más...

Susurro despacio depués de ti:
¡Que la paz sea contigo!

Te miro hasta que te alejas por completo,
asi como si no hubieses estado nunca.

... Nos vemos el próximo domingo... ...si Dios asi lo quiere...