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En Lágrima, se hizo un concurso para saber quién era el derramaba más lágrimas al llorar. Se había repartido muchos avisos y pegado carteles por todas partes del pueblo. Uno de los carteles decía así:

"CONCURSO DE LÁGRIMAS EN LA PLAZA CENTRAL A LAS 5 DE LA TARDE EL DÍA 25 DE MARZO.
TODOS LOS INTERESADOS EN PARTICIPAR DIRIJIRSE A LA ALCALDÍA"

Fueron muchas personas a inscribirse en esta competencia, pero se seleccionaron sólo 20.

El día 25 a la hora acordada estaba casi todo el pueblo reunido en la plaza central esperando a que comenzara la competición. A las 5:15 llegó el alcalde con el jurado y se instalaron para que empezara el concurso. El alcalde con su voz ronca dijo:

Estimados pueblerinos de Lágrima, esta tarde nos hemos reunido para determinar quién es el que llora más mojado, para decirlo de alguna forma, en el pueblo.
Este concurso tendrá 4 etapas, hoy será la primera donde se eliminarán a los primeros 5 concursantes. Y así consecutivamente hasta llegar a nuestro ganador.
Bueno, que comience el concurso.

Del jurado salió un joven delgado y se paró delante del micrófono que había en el centro y comenzó a llamar a los participantes.
Cuando ya estuvieron todos los concursantes, se les hizo sentar delante de un mesón que tenía 20 vasos vacíos (un vaso para cada persona).

Entre los concursantes habían, una viuda que lloraba ante la foto de su difunto marido, una pequeña niña, un hombre robusto que rompía sus billetes, una mujer que se lloraba con una cebolla ante su rostro y muchos otros personajes.

En la primera ronda, se eliminaron a 5 personas que no pudieron llorar y quedaron 15 concursantes que pasaron a la segunda etapa.
En esta etapa debían llenar un cuarto del vaso. Se eliminaron 7 concursantes más y quedaron 8 que pasaron entre lágrimas a las tercera etapa.
En esta penúltima etapa se debía llenar la mitad del vaso. Esta vez tan sólo lo lograron 4 personas, los demás abandonaron su puesto y se fueron a sus hogares a llorar por su derrota.

El alcalde, salió ante el público para decir unas palabras:

Hemos llegado a la última etapa donde se definirá al ganador que se llevará este trofeo de oro y un tour a Europa. Pero como ya se ha hecho de noche, es mejor que continuemos mañana. El señor Luis sellará los vasos y los guardará para que reanudemos la competencia mañana a las 3 de la tarde.

Luego de estas palabras la gente se comenzó a ir. Luis guardó los vasitos sellados en una bolsa de papel y se los llevó a su oficina y los metió en un estante y le puso llave. Se quedó pensativo unos instantes y dejó la llave sobre su escritorio ya que pensó: “ ¿Qué les podrá pasar?, nada...” y se fue.


Al día siguiente, estuvieron todos en la plaza central otra vez para presenciar la final del concurso. Estaban todos presentes esperando la llegada Luis que apareció un poco más tarde con una cara deprimente. Se acercó al alcalde y le dijo:

- Señor han robado los vasos.
- ¡Pero como!
- Lo siento señor, no sé como sucedió.
- ¿Cerró el estante con llave verdad?
- Sí, señor.
- Es que los únicos que tenemos la llave somos tú y yo.
- Yo no creo que tu hayas robado los vasos, y yo tampoco he sido.
- No, claro que no señor.
- Bueno... tendremos que suspender el concurso hasta encontrar los vasos, o si no lo haremos de nuevo.

El alcalde dándose la vuelta al público dijo:

Ha sucedido algo horrible, se han robado los vasos que tenían las lágrimas. A sí que, suspenderemos el concurso hasta encontrarlas.


Toda la gente que estaba reunida allí junto a los concursantes comenzaron a alegar, pedían que el culpable saliera y que confesara. Pero nadie salió ni confesó nada, así que se fueron enojados a sus hogares.
Cuando ya no quedó nada de gente el alcalde se reunió con Luis para encontrar una manera de resolver el asunto.

- Luis, yo no sé como ha podido pasar esto, simplemente creo que usted ha cometido una falta de responsabilidad imperdonable. Sabe todo lo que está en juego ¿no?, que pensarán nuestros habitantes sobre nuestra seguridad. Si esto no se resuelve podría estar en juego mi trabajo. Es que usted no puede dejar las llaves así como así. ¿No sabe lo mala que son algunas personas? Yo no sé el motivo que tuvieron para robarse las lágrimas, pero de lo que sí estoy seguro es que si alguien se tiene que ver perjudicado ese será usted Luis, así que si no encuentra rápidos esos benditos vasos lo haré responder a usted por su robo. ¿Estamos?
- Pero, pero como, pero si yo no los he robado usted no puede hacerme eso.
- Claro que puedo por algo soy el Alcalde. No llegué hasta este puesto soplándome la chasquilla, claro que no.
- Pero señor, como quiere que encuentre los vasos, ni siquiera hay sospechosos.
- Eso es problema suyo. Yo no quiero meter mis manos en este asunto. Usted dejó las llaves ahí listas para que cualquier desconocido las tomara así que usted verá que hace. No tengo nada más que decirle, buenas noches.

El alcalde se fue dejando al pobre Luis con el alma en un hilo. No sabía que hacer. Sentía que su corazón se apretaba de miedo. Que haría él sin trabajo. Como le diría eso a su señora. Si él dejara de trabajar quedarían en la ruina. Todos estos penosos pensamientos pasaban por la mente de Luis.
Luis tomó su chaqueta y se fue a la alcaldía. Entró en la oficina y trato de buscar los vasos, por si no los había buscado bien, pero no encontró nada, sólo polvo y archivos que en ese minuto no tenían ninguna importancia.
Se acomodó en la gran silla forrada en cuero y abrió el cajón de su escritorio, en el encontró las llaves del estante y una nota que decía con una letra imprenta:

“Los vasos ya se perdieron. No esperes encontrarlos porque ya me los he bebido. No sabes lo rico que son las lágrimas frescas.

Coleccionista de Lágrimas”

Luis quedó sorprendido, no sabía si dejarse morir ahí o que lo matara su jefe.
Tomó la nota y la leyó una y otra vez. Hasta que se le ocurrió una idea. Era un tanto alocada pero esta era una situación alocada.
Marcó el número de teléfono del alcalde y le dijo nervioso:

- Señor, ya encontré los vasos.
- No me está tomando el poco pelo que me queda ¿verdad?
- No claro que no, nunca jugaría con estas cosas.
- Veo que es una persona muy inteligente. Necesito que haga unos carteles que digan: El concurso comenzado el 25 de marzo se reanudará el día 28 del mismo mes.
- Comprendido. Buenas noches
- Chao

Luis prendió la computadora y comenzó a escribir el cartel. Lo hizo con letras grandes y lo imprimió. Luego lo fotocopió y cuando ya estuvo listo los metió en su carpeta.
Fue al estante donde habían unos vasos plásticos iguales a los que se habían ocupado para el concurso y se dirigió a la cocina. Tomó un vaso y tragando saliva lo llenó hasta la mitad, luego tomo el segundo vaso y también lo llenó hasta la mitad y así hasta que lleno todos los vasos. Luego quedó un tanto pensativo y tomo el frasco de la sal y le hecho un poquito muy poquito. Y se dijo a sí mismo: Las lágrimas son saladas, espero que nadie note la diferencia.
Cuando ya tuvo todos los frascos con agua y sal los selló como había hecho con los anteriores y los guardó en su maletín.
Salió a pegar los carteles y se fue a su casa un tanto nervioso por lo que había hecho.

El día 28, se reunió de nuevo casi toda la gente del pueblo en la plaza central para saber los resultados del concurso. Se ubicaron los concursantes que quedaban y comenzaron a llorar sobre los vasos que Luis había preparado.
Al darse cuenta que pasaron desapercibidos los vasos impostores se hecho en su silla mucho más relajado.

Pero una sombra que pasó rápidamente ante los cuerpos de los concursantes se llevó los vasos. Y se fue a sentar en la rama de un árbol que había en la plaza. El alcalde lo quedó mirando atónito y con la voz entrecortada le dijo:

- Disculpe, nos podría devolver los vasos, que estamos en plena competencia y usted no se los puede llevar.
- ¿Me está hablando a mi?
- Si señor a usted le digo.
- Para que quiere estos vasos llenos de lágrimas, ¿de que le sirven?
- Señor, es para definir el concurso.
- Defínanlo con una moneda y déjenme disfrutar de mi bebida.
- ¡Pero cómo dice! No se puede tomar las lágrimas.
- ¿No?

Luego de decir eso tomó un vaso y tomó su contenido pero, al ver que no eran lágrimas reales lo escupió al suelo y botó los demás vasos.

- ¡Malditos! ¡Cómo me pueden haber hecho esto!
- ¿Cómo, cómo dice?
- En estos vasos hay agua con sal, no lágrimas. Como es posible! Moriré por su culpa.
- Yo, lo siento mucho pero yo no sabía que en esos vasos había agua con sal. Luis me dijo que había encontrado los vasos con las lágrimas no que los había llenado con agua y sal.
- Ya es demasiado tarde ¡moriré por su culpa!

El extraño personaje cayó al suelo y se hizo pedazos, quedaron solo cristales de lágrimas coleccionadas por él.
El público quedó tan anonadado que no dijo ni una palabra. Sólo miraban lo que había sucedido.
Luis se acercó al alcalde y le pidió disculpas.

- Yo no quería que usted me despidiera por eso llené los vasos con agua y sal. Por favor perdóneme.
- Luis hablaré después con usted.

El alcalde se dio la vuelta y le dijo a los presentes:

Pueblerinos de Lágrima, lamentamos todo lo sucedido y doy por terminado el concurso. A los participantes se les entregará 1 millón de pesos por haber llegado hasta esta etapa. Espero que hoy se entierre lo sucedido, ya que no ha sido nada agradable.

Dicho y hecho esto el alcalde despidió a Luis por haberle mentido. Los cristales de lágrimas fueron enterrados junto a la historia de este pueblo llamado Lágrima.

Texto agregado el 19-02-2005, y leído por 197 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
03-03-2005 Ta bello cata...me gusto mucho mucho ^^ freya
 
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