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(versión modificada de la publicada en la revista Ñandeñee, Santa Cruz-Bolivia oct/1997)

- ¡Comadre! Qué suerte que pasa usted por la casa, tengo que hablarle – dijo la madre de Pedrito.- Mi hijo ya está en edad de trabajar y ayudar en la casa con los gastos. ¿Tendría usted un empleo para él? Es chico aún pero es comedido y sabe hacer de todo, de hecho, ahorita ha ido a entregar la ropa que lavé esta mañana: dos bultos enormes que Pedrito carga ya como un hombre grande. ¿No tiene nada? ¡Que pena! Pero si sabe de algo me avisa, solo para ver qué pasa.

La madre de Pedrito lavaba afanada las sábanas de lino blanco del hotel de la esquina. En los días de mucho viento no podía colgar en la cuerda del patio las prendas blancas pues se llenaban de tierra al instante; esa mañana Pedrito le había ayudado a mover los muebles de la casa para poder extender una cuerda en el interior y colgar la ropa blanca dentro de la casa y así resguardarla de la polvareda.

- ¡Pedrito, qué bueno que volviste! Tienes que ir a la pila de agua de la capilla y le pides al curita que te permita sacar dos baldes de agua. Y después te arrimas a la casa de doña Julia a recoger la ropa para lavar mañana. ¡Ah! Compadre Juan, usted es la persona que esperaba. Yo se que usted es jardinero de gente rica, de esos que tienen jardines que se pintan de flores aún en invierno y ponen y reponen el pasto como si fuera alfombra. Compadre... tiene que darme una manito, Pedrito no hace nada y ya esta en edad de ayudar en la casa. En este momento está recogiendo la ropa que lavaré mañana y cuando vuelva tiene que hacer la merienda para los tres hermanitos. ¿No necesita ayudante? Bueno, compadre, si sabe de algo me avisa, el chico se va a mal acostumbrar si no comienza a trabajar.

La madre de Pedrito vació el agua usada de la batea y la llenó de agua fresca, con detergente perfumado de limones, para enjuagar las enaguas de seda de la señora Matilda, la de la gran casa rosada. Cuando se lavaba ropa delicada, se cambiaba el agua dos veces, por eso Pedrito debía visitar la pila de agua del cura más de una vez en busca de baldes de agua, porque en la casa cortaron la llave del agua hacía mucho tiempo.

- Pedrito, hace rato que te estoy esperando, coloca la ropa blanca en la canasta y la de color en el fuentón grande, después tienes que hacer comer a tus hermanos y recoger la leña que quedó del desmonte del predio de la iglesia, aprovechas y le pides al cura unas oraciones para que pronto consigamos un trabajito para vos. Cuando llegue tu tío Camilo le pedimos que te contrate para repartir periódicos en las mañanas, antes de ir al colegio.

La madre de Pedrito acomodó en una sábana grande los manteles de batista del restaurante que había planchado a mediodía, anudó los extremos y colocó el bulto bajo el alero para que Pedrito lo lleve más tarde.

- Doña Perica, usted que tiene la venta necesita ayuda para hacer sus compras en el mercado de abasto. Mi hijo Pedrito puede cargar la bolsas y hacer algunas compras por usted. Ya sabe... está creciendo este chico y ya tiene edad para trabajar. Si no conseguimos algo rápido se echará a perder. Los hijos deben ayudar a los gastos de la casa con su trabajo. ¿No necesita ayuda? Bueno, ya está avisada, si sabe de algo dígame nomás. Mi hijo Pedrito sabe hacer de todo, ahora mismo va a cargar ese bulto de manteles de batista hasta el restaurante de la otra cuadra. Después tiene que ayudarme a pelar las habas y las arvejas para el sancocho de mañana, con tantos hijos una sola no puede con la carga de la casa.

La madre de Pedrito vació las aguas jabonosas en la calle, en el canal que Pedrito mantenía en buenas condiciones todos los días, para no anegar la calle de tierra. Guardó cuidadosamente el jabón en un bolsa de nylon y lo colocó en la alacena.

*****

Era de noche cuando Pedrito terminó de preparar el fogón para mañana, guardó las bateas y los fuentones y arrimó al alero el balde donde remojaban los calcetines italianos de Don Sebastián, por fin pudo sentarse a la luz del mechero para hacer las tareas de la escuela. Amorosamente dibujó letra por letra enterita la lección 25 del libro de Ciencias Naturales y en silencio guardó sus útiles y se acostó.

Como todas las noches, antes de dormir, luchando contra el cansancio, Pedrito rezó fervorosamente pidiendo a Dios y a la Virgen María que ayuden a su madre a encontrar un trabajo para él:

- Diosito te pido que me consigas un trabajo pronto, porque no puedo seguir asi, sin hacer nada, oró.

Texto agregado el 23-07-2003, y leído por 261 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
11-04-2004 lo encuentro para texto escolar por lo bien y dulcemente narrado, te felicito. libelula
10-01-2004 Muy bueno. Muy agradable de leer. superalfa
10-12-2003 Genial. Excelente redacción, fácil lectura y un desenlace previsto pero no menos bello. Felicitaciones tambordehojalata
22-08-2003 Propio de nuestra realidad y tan conmovedor como lo pedritos que encontramos a cada paso en nuestras ciudades. De una Boliviana a otra. Saludos meci
31-07-2003 Sí, un excelente relato, muy conmovedor. Gracias. migu
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