Vencí el cerco,
que crearon mis propias sombras.
Imaginaria barrera que se hace inmensa,
impidiendo el libre tránsito
deteniendo las intenciones.

No intenté explicarme
como llegué hasta tus cabellos,
me bastó seguir la luz
multiplicada en el brillo de tus ojos
guíando mis manos y mi cuerpo
por estrechos pasadizos
que hasta ayer había ignorado.

Abrí mis sentidos,
decidido a olvidar el temor a la lluvia,
supe de latidos,
al despertar un corazón adormecido,
reviviendo en el encuentro
de mi cuerpo con tu tibia piel.

En claroscuros,
confundimos nuestras formas,
definimos instantes,
soñé con los ojos abiertos.
Mis dedos descubriendo tu esencia,
naturaleza que te guía
al encuentro de mi boca.

De tu piel bebo,
el néctar de las estrellas.
Acercaste el cielo para mí,
lo trajiste entre tus manos,
mientras tu mirada,
supo espantar todos mis miedos.