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“El escribir como motivo”;

Escribir permite llegar a conclusiones, y las conclusiones a un motivo.
El escritor (EL PERSONAJE DEL MUNDO) y el mundo…
Un aprendizaje interno de avaluación de los hechos, tanto si han acontecido como si están por llegar, la puesta en duda misma del hecho en si. El aprendizaje como puesta en escena de la duda constante, la convicción de la no certeza pera llegar a destruir cualquier idea al respecto, su raíz y por tanto su forma, su nacimiento y muerte (No hay técnica para explicar-lo, aunque se explique y utilice, y uno sea un hipócrita convicto y sin remedio por el hecho de utilizarla de medio para predicar su propia ausencia). (somos) El mecanismo que envuelve el lenguaje, con sus distintas representaciones corporales y etéreas. La sublimación de lo sublimable. El último escalón de lo inútil. Uno puede explicarse para si mismo la explicación final, o inicial, de todo, lo que es literatura. Lenguaje, el nexo de comunicar para poder comunicar, establecer “algo” para luego poder crearlo y decirse; Sí, existe.
Yo escribo, no siempre con letras y papel, u ordenador. A veces escribo cuentos observando la forma de las nubes o ante cualquier objeto aparentemente sin valor que uno puede encontrar-se. Los desperdicios suelen ir bien para este tipo de cosas. Lógica en el fondo, recluida como un niño al que los padres se han olvidado de recoger al terminar el colegio. El mundo se lo ha olvidado. Por primera vez siente la sensación de “ser mayor”, está solo. A lo desagradable se le gira la espalda. Jugar, eso si. Jugar a ser mayor, entonces. Es “fácil”. Nada es serio y sagrado si no se le pone esta etiqueta, tan vendida y mamada en los primeros años de uno. Desperdicios y gilipolleces; tan necesario para seguir nuestro camino. Es evidente que lo que nos lleva a ser unos gilipollas es la misma educación. Nadie se tiene por un gilipollas, yo tampoco, (porque en el fondo nadie lo es y eso todo el mundo lo sabe para si, pero eso es porqué el hecho de serlo es del todo irrelevante para lo realmente importante) pero en el fondo y visto en alguien que no sea uno mismo, es bastante evidente. –De hecho, el menos gilipollas es al que menos le importa serlo. El escritor y el mundo. Así, a fuera uno se ve a si mismo pero le da un valor exterior, el otro, y le dice "Tú", él mismo con otro nombre. El que mira verá ahí lo que quiere ver, sino no miraría. Lo que no se ve, es porqué no quiere ser visto, puesto que en último término no hay nada que ver. En lo escrito puede hacerse hincapié en lo que no se ve o en lo que se ve; redactar la relación del escritor con el mundo en que vive, o buscar ese mundo propiamente, a pesar de su inutilidad del intento, bien sabido por el escritor. “A pesar de” se convierte en su eslogan principal. Es un superviviente de él mismo. El libro que ni difiere del escritor, y por lo tanto es un buen libro, es el que se va construyendo a medida que se va escribiendo, pues este no es diferente a la vida misma. El libro debe serlo todo para el escritor y aún así, solo sin pretender-lo puede escribir el libro “perfecto”, como solo sin pretenderlo puede” escribir su vida perfecta”.
La verdadera historia es ajena al propósito del escritor, lo que puede asemejarse a la no necesidad de mirar “algo”, más bien la dificultad que eso supone, para ver “algo”. El escalón para ver es no mirar. Yo puedo decir que miro las cosas, pero me doy cuenta cuando no las miro. A ese ver me refiero. Al sin sentido que forma la base para que nuestra vida lo tenga. Al no ver que ahora está actuando en el que lee estas líneas, y que por el hecho de estar leyendo y de tener de comprenderlo de algún modo, ubicarlo, no ve. El escrito (la cosa) no deja ver. O quizá mantiene la ilusión de que realmente hay algo que ver detrás. ¿Hay algo?
Precisamente porqué lo escrito, el lenguaje, no deja ver es tan importante para el escritor ejercerlo. Hace del aprendizaje un continuo, un motivo, para no ver la inoperancia de él mismo. El escritor se sale de su papel y se otorga otro, para verlo todo de más arriba. Sube lo suficiente para no poder divisar el vacío que ha engendrado. Todo extremo es dañino si no se asume el otro, y la luz en algo que no puede resistir-lo ciega y estropea. El escritor, visionario que busca su visión, se ciega a él mismo voluntariamente, para de vez en cuando poder ver esta luz indirectamente. Quitar-se el antifaz, la gafas, lo destruiría.

Parto de someter al escritor a ser su propio personaje, aunque se empeñe en lo contrario. (Escritor es el arquitecto, el filósofo, el músico, el artista, el contrarrevolucionario, el ocioso compulsivo, el “quejica”, el encerrado en su propio aburrimiento…) El escritor es el protagonista de su obra al igual que el vivo lo es de su vida. El escritor es “el personaje del mundo”. Escritor soy yo, y tú.
Escribir encierra un código personal intraducible, un mecanismo de control de la enfermedad para controlarse a si misma. La escritura (DESENVOLUPAMIENTO DEL MUNDO) como enfermedad transforma el síntoma en literatura, lo que puede ser referido al acto de vencer. -Guy Debord ya dijo;- “La victoria será para aquellos que sepan crear desorden sin desearlo”. El desorden involuntario es el acto mismo por el que se asume, y rige, el “movimiento continuo” de lo causal. Lo que se va escribiendo son los actos que irremediablemente te llevan a algún lugar, el hilo conductor, que como un hilo invisible se va tejiendo con cada composición. Es su significado escondido. Lo que se busca escribiendo es juntar los dos significados. Un imposible, pues para conseguir-lo se debería dejar de escribir -¿hay algún modo?-, con lo que lo no disuelto no tendría que coger distintas formas para manifestar-se, estaría unido, y no existiría en nuestro mundo virtual. El problema existe por el hecho de plantearlo.
Esto llevaría al; Vencer es asumir (“El mundo solo puede vencerse asumiéndolo”). Pero, ¿se quiere asumir? El que, en ese caso el escritor, quiere vencer no podrá porqué su propia finalidad no es la de vencer, sino la de postergar. Las palabras y el enredo del lenguaje, el pensamiento, le juegan malas pasadas. Hace del postergar su proceso. Cuando algo se asume desaparece (ya no hay) la necesidad de asumirlo, desaparece. Como que si algo existe es porque se cree que existe, ha sido creado para su propia proyección. Es como intentar masticar algo y saborearlo sin hacerse uno la imagen de una boca que mastica y una lengua que diluye el alimento. El que escribe sabe que no (le) cambiará nada escribiendo, pero podrá vivirlo y verificarlo a su modo. Invierte el proceso. Crea un mundo que no ha podido crear en la realidad. A pesar de querer su locura, al escritor no le ha sido otorgada porqué la finalidad de su propósito no lo conlleva, aún.
El escribir (DESENVOLVERSE EN EL MUNDO) no endereza nada al respecto, porqué no deja de ser algo relativo a algo, un lenguaje posterior a uno mismo, pero ayuda a estar tranquilo. Porqué no está dispuesto a perder (nunca) un ser que ha sido creado para ganar (siempre) a modo de aspiración permanente, y que varía la imagen que toma según la circunstancia. En último término, el del uso del lenguaje, el poner nombre y catalogar las cosas, viene definido por una idea y por un punto de vista. La cuestión ante eso (“El mundo solo puede ser concebido como una idea”), es el; “¿Y qué, y qué si soy una idea?”. Puesto que yo también lo soy no tengo respuesta para eso, aunque ayuda a darse cuenta de que uno se a montado en su propia moto, -lo que no deja de dar la razón al proceso global. De ahí que el lenguaje (EL MUNDO), el que formará la escritura, quede limitado a lo que somos-. Dar con el absurdo ayuda a salirse de la abnegación de dar contra un espejo inexistente, por que la evidencia le quita fuerza e intensidad, siempre y cuando no sea el absurdo otro motor para el despegue. El absurdo debe conllevar desesperación, lo cual es siempre doloroso. Se rompe el esquema que uno tiene montado para que pueda seguir a gusto con lo mismo. Lo doloroso es lo que muestra a cada cual lo que uno es, eso que no quiere ser, la máscara se esfuma aunque apriete con todas sus fuerzas y entonces queda el niño desnudo que se obligó a empuñar, para seguir siendo niño, una máscara de hierro forjado (máscara que una vez empuñada pasaba a definirlo). Queda un; “¡dios, no quiero sentirme así, no quiero esto!”, con lo que siendo inevitable que uno es esto,-pues el no querer serlo conlleva que uno lo es- quiere separar-se de él mismo, de eso, y aparece el miedo como encargado de trazar la línea divisoria. Solo si a uno no le importa tener miedo no tendrá miedo. Es paradójico, pero jodidamente cierto. La propia paradoja es el contenido y el generador del filo argumental de lo escrito (LO DESENVUELTO EN EL MUNDO), la aceptación de lo innegable y su disolución, ya sea mediante la aceptación de la paradoja o mediante su desconocimiento.
Aunque duela, todo parece estar en equilibrio, y la pugna por un lado provoca la pugna en el otro. Así, lo escrito debe reflejar contrarios perfectamente definidos en el escritor. Incluso, y debe quedar claro que aquí se trata la escritura como el medio del escritor para poder ser eso que escribe y no como técnica, el lenguaje puramente funcional de transmisión de información simple debe tener un motivo de ser, y si no hay motivo no puede ser utilizado, porqué no habrá lenguaje. El problema “base”, el intento de descifrar códigos, de conocer, sería algo así como que ya está todo hecho y no hay nada que solucionar. Nos asfixiamos si no podemos solucionar las cosas, porqué entonces ¿Qué queda? ... ¿La equivocación?

La equivocación marca la pauta fundamental en el quehacer de las cosas. La negación es la base de lo positivo, sin la equivocación no hay lo correcto.. El acto en sí, y la escritura lo es también, es una equivocación necesaria, una personalización para que pueda ser comprendido “en persona”. El acto es movimiento inicial y final que mueve el mundo, la vida. La vida, “lo que llamamos vivo”, está más próximo de la equivocación que de cualquier otra cosa, una chispa “futil” que se enciende y apaga continuamente. El hecho de existir como hombres, el acto, no es más que una casualidad, una probabilidad entre tantas. De hecho, mantener algo vivo cuesta a la naturaleza mucho más esfuerzo y energía que no que eso mismo perezca y siga su “movimiento continuo”.
En la relación de antagónicos parece que se encuentra la explicación de que todo está en equilibrio, el antagónico da sentido y complementa al otro, y a lo de que; todo lo que sucede es porque tiene que suceder.
El reducto final, que no deja de ser también principio y, por lo tanto, algo que siempre debe de estar ahí, simplemente no se puede entender, puesto que no actúa por ningún método impuesto por nosotros, por ninguna lógica ni secuencia de opuestos, y solo mediante la lógica y su posterior interpretación (o sea el contraste de la afirmación para que esta pueda ser verificada), al respecto se puede comprender. (Se dice que comprender ya es suponer que hay algo que comprender ...)
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La importancia de todo esto no es distinta de otra -la importancia de algo viene determinada por a quién le importa-. Debo tener la consideración de decir que como yo lo veo así, lo aplico al resto, y que si hay algo constante, este es el cambio de opinión. Especulación en base a…
El intento de expresar cosas, lo que sea. Decir algo, dar algún mensaje. Mientras uno exista necesita un instrumento, ni que sea él mismo. Pueden hacerse muchas cosas útiles mientras al que las haga le parezcan útiles…
Excusa. Un motivo permite una excusa, y esta permite escribir (VIVIR).
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Texto agregado el 07-02-2005, y leído por 107 visitantes. (0 votos)


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