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Cuando el Negro Eloy me gritó: “¡Te voy a sacar los ojos conchetumadre!”, no lo tomé en serio. Me pareció una bravata más de otro de los tantos tipos malos que habitan estos barrios apartados del progreso.
Todo el problema surgió cuando me topé de frente con el Negro en la víspera de navidad. Se acercaba corriendo despavorido, con los ojos desencajados, un destornillador en la mano (que sería el mismo que ocuparía en su venganza), agitado, pasó raudo por mi lado, no sin antes congelarme con su mirada que hablaba por sí sola: “date media vuelta y no le cuentes a nadie... o atente a las consecuencias”. Me arrepentiré toda la vida de no haber tomado esa decisión, la de dar vuelta y hacer como si nada pasará. Siempre es importante seguir los instintos, esos que lo guían a uno a no cometer imprudencias, a evitarse los líos, al contrario de los animales salvajes, los instintos nos evitan las confrontaciones con nuestros pares.
Di vuelta en la esquina y lo vi tirado. Desangrándose. Arrastrando su cuerpo, para intentar llegar a la vereda, dejando tras de sí un caminito rojo oscuro, el que cada vez se hacía más grande. Yo sabía que no podía ayudarlo, por lo que di media vuelta y me fui, me alejé lo más posible de la muerte, quién aguardaba –literalmente-a la vuelta de la esquina. Ahora que ha pasado el tiempo, he podido reconstruir esa caminata eterna que di tras ser partícipe en la muerte de una persona. Puedo recordar que vagué por las calles, tomé algo de pisco puro en una esquina y rechacé comprar droga. Tomé una micro sin saber donde iba. Eso es todo lo que he podido recordar después de tres años. Eso y la estúpida llamada que hice a la policía: “Hola... un muerto... calle Hudson... Eloy” Eso fue lo que dije. Eso fue lo que me condenó.
Cuando la gente comenta que en esta vida todo se sabe, no saben que están hablando, o mejor dicho, no toman el peso a sus palabras. Cuando pongo mi caso como ejemplo, me dicen: “es que dentro de la policía TAMBIÉN hay sapos”. Debo reconocer que en este tiempo he llegado a la conclusión de que fue mi culpa, por mencionar el nombre del Negro Eloy. Por mi culpa él no pudo estar en el velorio de su hermano. Todo por mi intromisión. Por eso digo que encuentro razón al Eloy cuando se defendió de los dos delitos (el asesinato y mi mutilación), diciendo que a su hermano lo mató por culpa del vino y a mí me sacó los ojos por sapo. Eso fue todo lo que declaró tras ser aprendido, justo a una semana del funeral y tres días después que entrara a mi casa, sigiloso como un gato, con una sola intención: Dejarme ciego y hacerme pagar por delator. Porque si hubo algo que me gritaba mientras arrancaba mis ojos con un destornillador, era que lo hacía por ser un traidor, por prohibirle asistir al funeral de su hermano. En estos barrios eso no se perdona. Es más, muchos han defendido la acción del Negro Eloy en mi contra, y si no lo hubiera hecho, si no me hubiera atacado, de seguro yo tendría que haber abandonado mi casa, en busca de otro sector, donde nadie supiera el crimen que cometí. Pues acá delatar es un crimen, tanto o más que matar. Porque cuando la muerte es tan cotidiana, pasa a transformarse en un delito menor. Es típico del hombre pensar que cualquier cosa, por más increíble que sea, mientras más veces ocurra, más normal se convierte. Y como por estos lados nadie traiciona a nadie, dentro de mí sé que tenía merecido el castigo.
Ahora me he convertido en el ciego del barrio, y la gente me ayuda por compasión, aunque igual he sido asaltado tres veces. Me han robado hasta los lentes oscuros con los que trato de esconder mis cavidades oculares vacías. Y siempre después de robarme gritan: “¡Sapea ahora poh maricón!”.
Así es la vida por acá, el asesino de un hermano no es tan culpable como quien lo delató. El bastón que me guía es mi cruz, y los huecos en mi cara son mi corona de espinas. Una vez alguien dijo que las cosas importantes se ven con el corazón... de seguro nunca le sacaron los ojos con un destornillador, mientras gritaba como un maldito animal.

Texto agregado el 01-02-2005, y leído por 171 visitantes. (0 votos)


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