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Inicio / Cuenteros Locales / delfinnegro / ELOGIO DE LAS POETAS BELLAS Y ALGUNAS DIFERENCIAS ENTRE LA POESÍA CASTELLANA Y LA INGLESA.

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Hay una vieja anécdota que yo nunca hubiese escrito, si no me informan que la protagonista de ella al enterarse sonrió y la disfrutó. Se trata de que un día estaba conversando con una estudiante de letras de la UASD. Ella sabe que me dedico a escribir literatura y que soy un voraz lector crítico. Por eso, me pasó un libro que tenía en sus manos, y me preguntó si conocía a la autora, y qué opinaba sobre sus poemas.
Lo miré en silencio, examiné su tapa y contratapa. Al llegar a la primera solapa, ví una foto con el nombre de Aurora Arias. Entonces, le dije a mi amiga: "Mira, yo no conozco a esta poeta ni sus poemas. Pero desde ya estimo que debe ser muy buena. Porque todas las poetas admirables son feas, y hay muy pocas, poquísimas, que sean bellas". Luego, al conocer a Aurora, me dí cuenta de que no era tan fea, y al leer su poesía, confirmé su calidad.
La vida ha ido demostrándome lo contrario, al conocer hermosas mujeres que también son exquisitas poetas, como Angela Hernández, Mayra Santos Febres, Elsa Batista, Vanessa Droz, Carmen Sánchez. Pero el caso más especial que he encontrado es el que hoy me ocupa. El de Marivell Contreras. Porque las poetas que mencioné arriba, son bellas, pero poseen en menos proporcion otra cualidad que más plenamente ostenta Marivell Contreras. Y es que Marivell es como ellas, una encantadora poeta, bella, pero además, está muy buena. Esa es su gran ventaja. Pero como lo de estar buena es una condición que sólo es útil a su marido, porque nada hacemos con ver y no comer, por eso, voy a dejarle el cuerpo de Marivell a su esposo, y me dedicaré a hablar de lo que hay en su cabeza. Es decir, voy a referirme a lo único que he visto y comido en ella, que son sus poemas.
La verdad es que el libro "Mujer ante el espejo" me asombró desde varios puntos de vista. La primera sorpresa está en el diseño de su portada. Muestra inteligencia, creatividad y humildad. Inteligencia en escoger el título, que pone a la mujer a autoexaminarse, a pensar en ella misma, su drama, inocencias y culpas, en sus inhibiciones y libertades.
Con un título sencillo y efectivo comunicacionalmente hablando. Con lo cual la autora hace acopio de su dominio del periodismo y la publicidad. Creatividad al idear una correa de hombre que pende desde la parte superior del libro hasta casi el pie, a la manera de una horca que apresa a la palabra mujer. El diseño de Víctor Vidal Pérez, limpio, empleando de forma moderna el espacio en blanco, a la manera de un espejo, nos seduce. Y algo todavía más interesante es lo que nos hizo descubrir la autora en una conversación. Que la correa, al virar el libro, se transforma en un espejo de mano. Es decir, que si la mujer logra descubrir sus derechos, descubrirse a si misma en el espejo, , encontrar las causas de los abusos que contra ella se cometen, conseguirá tener en las manos su destino, lo mismo que su espejito donde descubre su identidad y valores. Se aplicaría a ella uno de los grandes asertos de Carlos Marx, quien ingeniosamente decia que el ser humano es un esclavo de la historia, y se libera con sólo tomar conciencia de que lo es. Humildad, pues tiene el nombre de la autora, con mucha discreción, sin querer llamar la atención ni engañar al lector con la idea de que ella sea muy conocida o importante, obviando cualquier otra manía hinchar la imagen.
Esta portada nos invita a abrir a Marivell -es decir, la del libro-, y antes de verla desnuda en sus poemas, encontramos a varias personas que han probado el pan de sus versos y tienen autoridad para opinar: el gran ensayista y poeta José Rafael Lantigua, la cuentista y novelista Ligia Minaya, el compositor Yaqui Núñez del Risco, y el periodista y ensayista José Rafael Sosa. Tres gourmetts de la cocina poética, quienes muestran sin rubor lo que han gozado en la práctica del voyerismo intelectual observando la desnudez poética de Marivell Contreras.
La misma que me tiene a mí ante ustedes haciendo esta presentación, porque no sé si yo tendré la autoridad de ellos en el juicio literario, pero sí puedo decir, como dirían los caballeros de la mesa redonda en la leyenda arthuriana inglesa: "Yo también estuve ahí, y fui feliz". O como los apóstoles, puedo decir que yo estuve en la sagrada cena, probé el cuerpo poético rebelde de Marivell, y bebí de su sangre libertaria en el grial de su libro. Comí de ese fruto prohibido a los insensibles.
Pero ¿qué tiene el libro de Marivell Contreras para hacerle tanta fiesta? ¿Tanto huele la rosa? Sí que huele, huele tanto la rosa de sus palabras como las rosas grises que ilustran cada página del libro. Recuerdo que compré un ejemplar de la primera edición, le dí la primera ojeada que siempre doy a los libros que adquiero, para luego meterlo en mi biblioteca sin saber cuándo voy a dedicarle tiempo a su lectura. Pero el primer poema no me permitió dejarlo. Me arrastró como en un sopor de delicias al segundo, y por ahí a todos. Le puse mis notas. Se lo dije a Marivell, y ella me secuestró el ejemplar por varias semanas para degustar mis elogios a cada texto.
Me dí cuenta de que estoy ante una escritora de calidad, que maneja el verso con recursos muy personales, y es una verdadera poeta, aunque ella, en su timidez y humildad, lo niegue en el prólogo con estas palabras: "Eso no quiere decir que yo haya decidido llamarme poeta. Sólo soy una mujer que se coloca ante el espejo, y que al ver su cuerpo, desnuda su alma".
Desde el primer texto, descubrimos recursos creadores valiosos. Por ejemplo, el de darle al poema un dramatismo propio del cuento, en el que de repente nos encontramos con un final sorprendente, y nos deja estupefactos ante el golpe de gracia en las palabras: "Me lo dijo el espejo cuando me vio aterrada ante él: No eres Blancanieves. Tuve el valor que le faltó a la bruja malvada, -sin cuento- lo rompí".
Y la rotura de este espejo tiene además un valor simbólico importante. Es también una ruptura. Muestra a la mujer que está dispuesta a todo con tal de superar la realidad amarga de las discriminaciones, las subvaloraciones, los prejuicios, las muertes, las golpeaduras, a que ha sido sometido el sexo femenino durante tantos años. Este valor icónico da fuerza comunicacional a la idea de la poeta, eleva la calidad literaria del mismo. Es una combinación deslumbrante entre fondo y forma.
Otra innovación del libro es la ausencia de títulos en los poemas. Estos pueden ser identificados e individualizados por el lector a través del recurso de diseño gráfico de poner la inicial de la primera palabra un poco más grande.
Es digno de observar que generalmente la poesía castellana es muy lírica. Ha basado su existencia fundamentalmente en los retruécanos metafóricos, en recursos verbales sorprendentes. Efectos con los que se han edificado grandes textos, como los de Lorca, Huidobro, Mieses Burgos, Paz. Sin embargo, la poesía inglesa fundamenta su existencia y valor en el drama que carga, en su capacidad de penetrar a lo hondo de la mente, la esencia y los sentimientos humanos, y hacerlos temblar. Para esa poesía, la palabra no es un fin en si mismo, sino un vehículo, una vía, pero no es la meta. Resulta un medio, que, naturalmente debe ser empleado con belleza, innovación y destreza. Pero es una literatura consciente de que para sobrevivir por años, por encima de lenguas, culturas, siglos, milenios, la obra de arte tiene que situar sus raíces en los grandes dolores y alegrías del alma humana, observados desde un punto de vista distinto y personal, como sólo puede hacerlo ese único ser humano que cada uno de nosotros lleva dentro. Sabe bien que la literatura nace en una lengua y un país y una cultura, pero para permanecer debe trascenderlos sin dejar de pertenecerles y conservar su naturaleza única.
Marivell Contreras comunica en su poesía esa fuerza, ese portento del manejo del sentimiento y las honduras humanas, y usa la metáforas con tal comedimiento, con tal ausencia de elementos rebuscados o de cursilería lírica, que nos deleita, nos sustrae y nos lleva al instante en que ella sufre o se alegra o se enternece al escribir la obra. Sus poemas son casi siempre cinematográficos, visibles, se desplazan en imágenes. Hay poetas auditivos y poetas visuales. Franklin Mieses Burgos y Ruben Darío eran sonoros. Silvio Rodríguez o Tomás Hernández Franco, son visuales. Como si tuviéra una cámara con la que filmara, Marivell nos dice en la pág. 16: "Todas las mañanas abro el diario, golpean mujer, matan mujer, mujer abusada, sometida al sexo. Niñas, jóvenes, señoritas, señoras, viudas, viejas..."
Hay hechos que no requieren del pasaporte de los tropos para ingresar al país de la poesía, como nos lo mostró Neruda cuando describe cómo en la guerra civil española, por las calles de España corría la sangre de niños como... como eso, como sangre de niños. Y he aquí cómo en la página 26, usando el recurso del reportaje transformado en crudelísima narración poética, como las secas realidades que describía la divina Emily Dickinson, Marivell Contreras nos espeta: "Corran que clama la mujer de enfrente, corran que grita la mujer de al lado, corran que llora la mujer de arriba, vamos que padece la mujer de abajo...
Otro recurso interesante es el encadenamiento de metáforas, cuando pasa de una a otra sin producirse confusion, sino delicia. La metáfora como su nombre lo indica, es un cambio que ilumina, un retorcimiento de las palabras del idioma para poder decir algo que ellas no pueden darnos en su forma cotidiana y acostumbrada. No es para confundir ni convertir el poema en un juego e adivinanzas o en un test de inteligencia para el lector, como han hecho algunos autores que pretenden que la literatura mientras más oscura es mejor.
Marivell Contreras ha asimilado estas experiencias, ha aprendido de esos errores, y bebido en los aciertos de los verdaderamente grandes poetas, que con su sencillez penetran a lo más profundo, como León Felipe, Machado, Américo Henríquez, Vallejo, Whitman, Pound.
"Cuando nace un rio, cuando brota por primera vez de la tierra el agua es como la primavera que estalla, como un volcán que activa sus ardientes sustancias, fluye, corre, huye". Ese excelente poema que empieza diciendo "Boca calla,...", en la pág. 18, es una muestra de cómo debe escribirse. Un buen poema, más que tener muchos tropos, ha ser él mismo un tropo, él mismo una metáfora en su enfoque fuera de lo común. Pues, por ejemplo, si al lector le dicen que leerá unos versos donde una mujer protesta ante el hecho de tener que añoñar tanto al hombre con palabras bonitas, con una conducta ideal, con servirle en lo que sea, ¿qué espera que tenga? Espera que va a encontrar a una mujer que se dirige al hombre comunicándole que no le dirá más palabras bonitas. O dirigiéndose a las otras mujeres, incitándolas a abandonar su conducta supina, de sometimiento.
Pero el lector no espera que ese poema va a dedicarse a reprender a la misma autora, a hacer como si le diera bofetadas a su propia boca, como si fuese la culpable de su actitud de humillación. Es lo que hace Marivell Contreras, sorprendernos con este casi sádico autoataque, esta ironía, este sarcasmo de hacer como si culpara a su boca de su autoenvilecimiento. Esto es lo que hace a un poema inolvidable. Esa imagen extraña, ese punto de vista imprevisto, es lo que queda grabado en el recuerdo del lector, como una huella que marca las neuronas para siempre. Una impronta como la de Patrick Zuzkin en la novela "El perfume", cuando Grenoille se dedica a matar muchachas para coleccionar su olor, o como aquel Juan Valján de Hugo, que siendo falsamente acusado de ladrón y habiéndose salvado de la justicia, va a entregarse y buscar su prisión, debido a que su conciencia no soporta ver a un inocente ser condenado en sustitución suya, mientras él disfruta de su bien ganado bienestar.
Decía Jorge Luis Borges, observando la última edición que se hiciera en vida de sus obras completas: "No sé qué méritos tendrán, pero me place comprobar la variedad de temas que abarcan". Este libro, "Mujer ante el espejo", muestra a una autora que -guardando la distancia entre el genio porteño y la joven dominicana- también puede sentirse feliz de la variedad de estados emocionales humanos y de enfoques que su creatividad cubre. Por ejemplo, la misma Marivell Contreras de la pág. 36, la insurrecta, la rebelde, la subversiva, la incendiaria, coexiste con la irónica de la pág. 38, y también suele ser tierna en el poema de la pág. 24, que comienza con el verso "Dos hermanas..."
Puede ser ingeniosamente desafiante, cuando saca un sarcástico poema donde le recrimina al maestro Pedro Mir su bellísimo verso de que "faltan hombres y falta..." señalandole que el poeta olvidó que sobran mujeres para hacer la canción. Todavía más gracioso es aquel donde con sorna y dulzura, Marivell toma versos del tierno, celestial y romántico poema de Neruda, lo contrasta con los dolores de la mujer que no está en un paraíso como el que pretende el vate chileno. Poema en el que Marivell Contreras hace uso también del humor poético, algo poco frecuente en nuestra poesía escrita por hombres y mucho menos en la escrita por mujeres.
Otras veces, la autora pone a luchar sus sueños con sus decepcioness, con sus depresiones ante la larga batalla de la mujer por sus derechos, que tiene tantos reveses y tan pocas victorias. Con tesón, abre paso a la esperanza, aunque tenga como Cristo sus caídas, aunque tenga como María su llanto, tal como vemos en su poema de la pág. 30, que comienza diciendo "Alma insomne..."
Algo digno de mención destacada es que en ocasiones nuestra autora llega a un campo al que pocas mujeres poetas dominicanas han ingresado con éxito -quizás sólo el poderoso espíritu escrito de la ignorada Eurídice Canaan lo ha hecho antes- , y es lograr el crudo estremecimiento de las columnas del espíritu, con los terremotos verbales y los huracanes de la poesia maldita, gótica, ácida, que tan bien cultivara Silvia Plath o Edgar Lee Masters, Alexandra Pizarnik, Baudelaire o Villón. Como en la pág. 42, cuando dice: "No necesitas afilar navajas ni ahogarme con la almohada, no tendrás que empuñar un arma para desgarrarme el alma. Una a una caerán las hojas de esta ilusión, pétalo a pétalo se deshará la rosa, poco a poco nos iremos perdiendo". O cuando en la página 44 lanza estos dardos: "Como si nada, como si todo fuera nada está sola, lo sabe sola, -y lo prefiere- condenadamente sola y lo disfruta aunque a veces le duele. Maldice da gracias a Dios hay que salvarla es su propio fantasma".
Finalmente, hay una evidencia que no podemos obviar. No todo es gloria en la poesía de Marivell Contreras -que nunca me he explicado de dónde sale esa doble L de su nombre-, no todo es calidad en sus versos. Hay también sus gazapos, defectos, cojeras, propias de una mujer que, aunque oculte la edad en sus datos biográficos del libro, se sabe que es joven, que le falta mucho por explorar en sí misma, que le falta mucho por explorar en los grandes autores, en los grandes temas de la humanidad.
Yo he visto y anotado esos defectos, pero estoy seguro, segurísimo, de que la cantidad de calidad es muchísimo mayor que ellos. Que los méritos son tantos, que casi no dejan ver los desméritos. Las fallas son un pequeño secreto que sólo comapartiré con la autora.
Por eso, celebro y canto esta segunda edición de "Mujer ante el espejo", de Marivell Contreras, que otra vez me ha hecho feliz al releerlo, con la dichosa convicción de que ella, no sólo está muy buena de cuerpo, sino también de alma. Gracias

Texto agregado el 18-01-2005, y leído por 1018 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
21-02-2008 Hablas de emily y e witman pero no encontre comparaciones entre la literatura inglesa y castellana, no se son lisonjas. EMILIOBENARD
28-04-2005 No see, me parece que se enfoca demasiado en alagar los atributos fisicos de la escritora, el autor tiene un queso por Marivell, eso es! mantequilla
05-02-2005 Hace tiempo tuve una magnífica maestra a la que no le gustaban los ensayos, decía que en ellos se le impone al lector una idea y éste debía gozar de plena libertad en la realidad a la que se sumerge al leer... aunque yo pienso diferente, pues es la única oportunidad que se tiene para hablar directamente con el lector, éste ensayo rompe muchos esquemas. A Marivell se le ha tratado como un personaje más (con la que me siento muy identificada), no sólo la he conocido sino que he llegado admirarla y sólo por la maestría en que el ensayo fue escrito. Mis 5 * para usted, como siempre. XavieraGarces
 
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