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Es hermoso caminar juntos de la mano. Cuando siento sus pequeñas manos agarrando las mías todo es más seguro, ameno e interesante. Conocerla es amarla, bueno, es lo que yo siento. Ella es un amor y, no es algo tan fácil de explicar ni detallar, así que no quiero complicarme la existencia y solo sentir. Cada día es una nueva historia y la vivimos como si nunca se hubiese escrito. La conocí y me siento muy afortunado de ello. A través de estas calles llenas de casas coloniales algo herrumbrosas por el pasar de los años y adoquines tan dispares como lunares en su rostro, me siento flotar. Y no es el amor lo que me tiene así, es la vista de la ciudad que se tiene desde este balcón.

El cielo hoy tiene una tonalidad muy enigmática, intenta advertirnos que puede ser un día levemente soleado ó quizás unas nubes nos regalaran un poco de lluvia repentina para alejarnos de las calles y dar paso a los fantasmas de Diciembre para que deambulen en ellas. Hay tanta gente caminando. Creo se debe al síndrome de compras decembrinas, al fin y al cabo es una bella fecha para estar con la gente que quieres y aprecias y, yo estaba haciendo justamente eso. El aire se pone cada vez mas frío y así seguirá bajando la temperatura hasta llegar la noche. Tengo mucho frío y me molesta mucho eso. Me duelen un poco las articulaciones y es por estas temporadas donde me lamento el tronarme los huesos, sé que esta mal pero no puedo evitarlo. A veces es un dolor molesto. Siento su mano en la mía. Ella lo siente. Las punzadas de dolor se van y un calor enigmático me invade el cuerpo. Sonrío y ella me regresa su sonrisa. No es una sonrisa cualquiera, es una sonrisa capaz de sacarme de las sombras y levantarme del suelo para ir a lugares más vivos e iluminados. Yo de algún modo sospecho que dentro de sus ojos se esconden galaxias llenas de vida. Es una sonrisa tan hermosa, tan de ella. La regreso un pequeño apretón en su mano acompañado de un guiño con el ojo y ella solo sigue sonriendo.

Pocos carros circulan por la zona y, me da gusto eso porque realmente esta parte de la ciudad es para recorrerla a pie y así ver la belleza interpuesta entre las casas, las calles, los espacios abiertos tan míos ahora que entran por mis ojos y salen a través de un suspiro. Que genial, es una vista tan bella. Veo unas cuantas nubes cirros en el cielo y más allá unos estratos, creo que si lloverá. No hay mucho eclecticismo en cuanto a diseño se refiere en la zona pero, realmente se siente un ambiente sincero, simple y tranquilo a pesar de el congestionamiento de gente. Uno pensaría que es un sitio de lo más monótono pero no lo es. Toco el barandal y volteo ahora hacia abajo y veo a tantas personas pasar y perderse entre las calles y los negocios a la redonda. Se nos hace tarde para ir al cine. Mañana regresaremos y talvez regrese a este balcón con quien sabe cuantos siglos en su haber. Cuantas personas no recorrieron los amplios pasillos de esta casa pero subir por las escaleras y llegar acá y ver la ciudad como yo la estoy viendo. Cuantas mujeres no recibieron serenatas muchas madrugadas o cuantos hombres no esperaron pacientemente por aquellos amigos con los cuales salir, el ver las noches estrelladas con la Luna en todo lo alto mostrando sus distintas fases, para ver entrar y salir de esa casa a sus visitantes y tener la vista que yo estoy teniendo ahorita.

Me encanta la simpleza de las cosas, en ellas muchas veces se esconde la grandeza pero luego nos ocupamos de muchas otras cuestiones que dejamos pasar eso. Esta es una vista como pocas y ella esta ahí conmigo para apreciarlo. Puedo ver como se alzan las casas a lo lejos y pareciesen lapidas encimadas unas a otras. Veo salir un poco de humo de una chimenea, quisiera creer que son dos amantes reunidos cerca de la chimenea pasándola bien. Típico cliché como el de pasar una velada romántica en la playa pero al fin y al cabo uno se entretiene. Me siento bien, me gusto venir. Sé que ella esta teniendo la misma visión de algún modo. Tiene una mirada perdida, veo que observa hacia el horizonte, justamente donde un grupo de palomas emprenden su gracioso vuelo hacia algún parque o talvez una iglesia cercana. No sé porque pero siempre que pienso en iglesias me llegan las imágenes de la gente congregada ahí oyendo la misa oficiada por algún sacerdote y palomas revoloteando por los techos. Que frío, quisiera un poco de café. Talvez lo tomemos mas al rato, no esta de más. Me gusto el que hallamos venido. Le doy un tierno beso en su boca el cual me es correspondido acompañado de un generoso abrazo. Regresaremos... Ahorita nos espera un filme y de algún modo sé que no estará tan bueno como este paseo y la vista desde este balcón... ¡qué vista!

Texto agregado el 16-01-2005, y leído por 1535 visitantes. (0 votos)


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