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Son demasiado frecuentes en mi los espasmos de amor... espasmo, agitación, estremeciemiento, escalofrío... se me hace difícil hallar las palabras adecuadas, como se escribe un sentimiento?

Enfermo de amor en mi lecho guarnecido ahora de minúsculas partículas de sal que quedaron al evaporarse las lágrimas y...era tan hermoso...

El príncipe salido de una novela para mi, para mi sola, para mi para siempre, vestía de azul, lo juro, juro que era azul intenso y verde oscuro, magestuoso, blanco en su sonrisa, era un ser especial, único, cabalgaba en un corcel blanco inmaculado, me recordó a la nieve virgen, me cautivó a la primera mirada, sus ojos emanaban una pasión desconocida hasta entonces para mi, esos ojos tan próximos a mi ideal que eran mi propio espejo.

Desmontó del caballo y acarició mi pelo con sus imponentes manos, tan regias, tan viriles.

Creo recordar que me desmayé en sus brazos o me recogió en ellos, me ahogaron mis propias emociones como en un torrente salvaje que no pude gobernar, nacian en mi interior, se desbordaban fuera de mi, regaban toda la escena, me engulló mi excitación, como en un tormentoso mal sueño, estaba ahora atrapada por mi pasión en una riada de sentimientos ilimitadamente profundos, infinitos.

La pasión me abdujo, no pude ver a mi amante azul, le perdí dentro de mi, mi amor me hirió, me lastimó en lo más profundo, bebí sin desearlo un buen trago de éxtasis irracional, enfermizo por lo insano, volví a beber, esta vez deseando hacerlo, quise bebérmelo todo, más y más, cada sorbo era más amargo que el anterior pero no podía detenerlo.

Pasaron una horas o tal vez unos dias, encontré de nuevo a mi amante azul, perdido en la neblina, su contorno se desdibujaba, se tornaba irreal a mis ojos...lo pierdo - grité

Corrí hacia él gritando su nombre inexistente, lo rozé, lo atrapé, no permití que se marchara de nuevo, nadie iba a arrebatármelo y bailamos, bailamos, bailamos en plena calle al sonido del tráfico.

Me despierta una voz conocida, estoy sola en mi cama, empapada de sudor, tengo taquicardia y pierdo el ritmo de la respiración, la sal me lastima la piel, oigo de nuevo la voz, es mi madre.
- Nena, no debiste dejar la medicación.

Texto agregado el 12-01-2005, y leído por 215 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
29-08-2005 Pobre princesa, el prozac hará milagros Vihima
25-08-2005 Me agradó esta irónica historia. alcestes
13-04-2005 Claro Montt. Pero "Hay otros mundos, pero estan en éste" Paul Eluard saludos y estrellas peinpot
28-02-2005 Un azul inexistente, una voz que nos devuelve a tierra. En cuál de los dos mundos vivir? Montt
 
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