Anoche divisé a lo lejos una estrella fugaz,
¡tanta belleza cruzándose
unos segundos ante mis ojos...!
Y sentí que su magia no carecía de sentido,
pese a lo efímero de su presencia en mi vida...
Iluminó mi mundo unos instantes,
que mi nostalgia hizo eternos
y su resplandor, aún hoy,
perdura en mi calma por su existir...
Cuando no estés, lloverá magia en mi universo,
resguardando intacto tu recuerdo celestial,
y serán tus caricias las del viento
y robaré tus risas a las de un niño
que agita sorprendido el sonajero
descubriendo un mundo que aún no conoce...
Celebraré cada mañana el milagro de la vida
regalándome, desde lejos, el latir de tu alma
que, sin duda alguna, acompasará mis latidos
inundados del fuego de un nuevo día...
Anoche miré al cielo, como por primera vez,
y tu brillo cubría mi llanto sosegado
despertando sueños, camuflados del miedo
de no hallar, otra vez,
un sublime despertar a tu lado...
Cerré los ojos e inundaste mi alma...,
sumergí tu recuerdo en llamas encendidas de pasión,
conservando la fragancia que desprendes, lejana,
cuando tu alma acaricia la mía..., sin piedad.
Cuando no estés atraparé tu esencia
en cada atardecer...,
proclamaré tu existencia en cada suspiro,
entregaré mi alma herida al firmamento
que la reflejará, dormida, al rincón en el que estés.
Resguardada de lamentos, bañada en soledad,
cubierta de inquietudes, pero dispuesta a soñar...,
contradicción sofocada, amando en esa distancia
tan fácil de recorrer hasta llegar a tu alma...
Anoche, como esta noche, como miles de noches,
se reverencia mi alma con tu nostalgia,
se entrelazan sueños con esperanzas,
me envuelve tu recuerdo plagiado de añoranza,
me grita el universo, añorando la calma
del despertar asida a tus brazos...,
de ese mágico despertar envuelto en tu latir,
de esa eterna alegría que cobija, gloriosa,
destellos de tu vida..., transitada por mí.

(10/01/05)