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Amanece.

¿Te preocupa si me explayo o digo millones de cosas?. No, no te preocupa, te gusta (con la guitarra que no tiene cuerdas). ¿Importará si escribo lo que quiero pensando que lo escribo para mí y no por acá?. No, no importa, dale no más, que te oigo. QUE NO SE PUEDE DECIR DE OTRA FORMA. Toser, cof, cof, mirar con lentitud la mesa eterna, superpuesta sobre el suelo, eterno. ¿Te molesta si escucho a Victor Jara mientras tanto?. No, no te molesta, para nada, nunca te molestaria. Camino a la fábrica, donde trabajaba Manuel. La vida es eterna en cinco minutos, en dos minutos, en un post, es eterna la vida, y superficialmente real. Donde más... donde cruzar las manos de forma tranquila, que parece que pastaran en la mente o en los sueños, cruzados, entrecruzados, cercados por el gusto de cercarlos, de poner un límite difuso y loco a todo lo de uno, por gusto... ¿no, cierto?. La sonrisa ancha. No, ciertamente. ¿Por qué abrir los ojos?, el sueño era tan bello, abierto a múltiples partes, historias, recuerdos viviéndose como gusanos en manzanas rojas. Se escuchaban los ecos de las pisadas y yo entendia con claridad que no se trataba de otra cosa que eso mismo, el escape por el tubo del auto, mirar para atrás y encontrarse con ellos, los perdidos, los que viven felices en la memoria y salen de repente en conversaciones del recuerdo. Es que todo es tan nebuloso, como mirar a través de un vidrio con polvo, empañado, sin limpiar desde tanto tiempo, por tanto tiempo. Yo... sinceramente no creo que sirva de algo leer esto, pero te pedí permiso porque borré mi foto del día, la exterminé antes de que pudiera ser vista, porque decia demasiado, me comprometia, a mí no me gusta comprometerme porque me dan ganas de escapar al compromiso, saltar el cerco y correr por los barriales, visitar cementerios cubiertos de historias ajenas, fechas y muertos, claro. Muertos, lleno de muertos con fechas de nacimiento y defunción, con ramitas creciendo sobre sus cuerpos idos, sus ojos vaciados por la nada del espacio, un tiempo estirado como chicle bajo tierra que es fertilizante. A veces crecen hasta flores arriba de las tumbas. Es bello el aroma. El momento, también. Saliendo de alli se te viene el mundo de cabeza, te toma la nuca y te obliga a mirar tele, escuchar música y saltar tres veces porque es la moda. Y tú no quieres ser de la moda, pero tampoco un asqueroso freak, un rechazado entre todas las personas, un odio con sangre. Y es que ya lo estás pidiendo todo, porque si quieres tu respeto te lo tienes que ganar y debes saltar tres veces, asi como dice el estelar, el matinal, el vespertino, como sale en las noticias que lo hace el conductor, el de rojo, en mecano lo están diciendo. Y si no lo haces te condenas varios kilos de amargura, y pasas por el aro toda la cancion de Victor Jara, que se ralla de tantas veces que la pones, y que tiene contaminación acústica natural porque es vieja. Y miras por la ventana. No hay nada, vuelves a mirar. Pasa una mujer con polera celeste y zapatillas que hacen juego, y no dice nada, y solo pasa, pero tú quisieras que se acostara en el pavimento a la mitad de la calle y que pasara un camión y la matase. Pero ella sigue caminando y se va y nunca mas en la vida la verás, y ni siquiera sabrás si era una ilusión, porque nadie combina las zapatillas con la polera (y entonces recuerdas que todos lo hacen, y te da zozobra). Mejor haberse quedado durmiendo, era tan bello el sueño, andaba caminando entre fantasmas del pasado, de mi pasado, miraba hacia atrás y escuchaba los ecos de mis pisadas agitando la vida a mi alrededor (¿exhibiendo mi vida a mi alrededor?). Y nunca vi el sol, porque todo pasaba de amanecida o en el crepúsculo, en las horas congeladas (¿cierto?), en los momentos que no existen. Que nunca existirán.

Anochece.

Le dices que apague la luz y la prende. Ya no hay control, autoridad, dictadura... sométete, cosa, sométete, diría entre risas de estar alegre. El libro, asqueroso, narrativo, idiotita, intelectualcito, bonito, ironiquito, locos y raleas repetidas, lo mismo de siempre. Lo rajas. Lo tiras contra la pared y apagas la luz a la fuerza. Hombre, te dice la conciencia, acabas de rajar Sobre Héroes y Tumbas. Acabas de profanar un mausoleo de mil años. Breve esbozo de sonrisa, de haberlo quemado sería completa. "La espalda caliente y la periferia fria" murmura en un comentario idiota consigo mismo. ¿Quien le llama periferia a los brazos? ¿azos? ¿zos? Periferia... extremidad, lugar distante de la cabeza, mano, brazo, muñeca sin control golpeando la pared y amenazando con destruir techos. Debe ser la ventana abierta que se cierra sola, o que deja ver la nubazón cubierta del cielo nocturno, azul marino por culpa de la luna, saciada por estos días. Suena la alarma de la casa del frente dos veces, la del auto de la esquina dos, los pájaros parecieran estar en celo, graznan como cuervos. Y se enfria el hombro, no la periferia que está a salvo bajo la cubierta principal del lecho-camastro. Se enfria el hombro y es ajeno ya, no pertenece y está sin control, se pone a pensar en sus viajes al pasado o en sus discusiones infantiles con las otras partes del cuerpo. Vete, extraño. No eres nada para mí. Cosa helada que por acto del azar une MI codo y MI tórax. ¡Ándate cosa!

Se queda.

Zócalo con amena condición. Muérete ya, bastardito. Acto impulsivo y levitante, asomo de medio cuerpo ventana afuera, ETA: 5 am. Tres notas re agudas de tercera octava en flauta dulce para molestar a los perros, seguidas como pitillos, respuesta a las alarmas de auto. Acto reflejo. Prisiones inexpugnables, leseritas odiosas, torturantes. ¿Que acaso es eterna la noche? No, es noche, pero sin dormir, es noche, pero con conciencia de su vacío rasca, reo, nocheril, falto de todo. A propósito, no es noche, es día con el sol en otro lado, alumbrando japoneses más allá del mar. El sol es justo, por eso prefiere la luna…

Bufido de resignación. Ni con toda la pasión del mundo se acortan los minutos, ajenos a las peticiones hilarantes e ingenuas, soberbios los muy malditos, hijos de mala estirpe del tiempo, otro pedante.

(no sea cosa que se nuble antes de que amanezca. De dejar de ver la cosa azul marina con algunos puntos blancos. Nebuloso todo por culpa de los faroles, focos "para ver mejor de noche", clavos en la espalda de los que carecen de humanidad. Si recuesta en otro lado la cabeza la vista queda de lleno con el satélite, redondo y blanco y brillante, lejano e inalcanzable, orgulloso, pernicioso, inalcanzable, pernicioso, orgulloso. Te mira con risitas burlonas desde su atrio de perfección: estadía fuera de la tierra)

…pero la luna tiene doble estándar. Te muestra el lado brillante, te oculta el lado oscuro. La luna no es de fiar, olvídala ya.

Que la olvides te digo.

Digamos que soñé mil veces, con un mundo perfecto en praderas soleadas. Acompañado entre sonrisas por odaliscas del espacio que no sabían mirar pero si correr por la llanura, infinita. Una meta alcanzable, llegar y sentarse, tomar ambrosía en vasos retornables, ¿aperitivo? un zócalo, un cuerpo sometido y partícipe de la mente, reina y soberana del reino de las periferias felices.

Texto agregado el 06-01-2005, y leído por 319 visitantes. (1 voto)


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