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El pelo cae sobre la frente, enroscándose. Anoche me amanecí leyendo un libro para niños llamado "Guillermo investiga" y se trata de que Guillermo estudia la casa de Archie porque cree que le roban. Tuve que dejar los otros. Una cosa de tiempos, de mantener la cordura con el mismo afán que mascar un chicle que ya no tiene sabor. La frente sube sobre el pelo, desenroscándose.
Hoy pensé sobre lo inalcanzable de la gente y también sobre el libro. Todo desembocaba en la inexistencia de los lazos y de las cursilerías. Es lo agradable de esa literatura, la parquedad, la falta de demagogia. La micro soleaba, la luz se colaba por vidrios que no son de cristal sino de una especie de plástico. Que inútil, deberían ser de goma (aunque lo se, en caso de accidente rompa el vidrio con el martillo... y si fuera de goma, ya ves, y precisamente por eso). La mañana estaba nublada. Alguien se sentó al lado mío, al rato se paró para buscar su soledad en un asiento no compartido, a mi no me importó mayormente, pero mientras estuvo en mis terrenos lo analicé. Formaba parte de mi territorio, me robaba el aire que yo estaba respirando. Era un enemigo. Lejos no es nada.

(Ibiza, las canarias, la de pascua, Australia, Chipre)

Tarde o temprano llegué al punto de descenso. Me bajé del vehiculo de transporte público para cruzar la calle y entrar al resto del día. Comprobar con pereza que ningún colectivo me atropelló en la calle, ni siquiera ese que venia fuerte y me tocó la bocina para que me hiciera a un lado. Subo la escalera que da a la sala... pasan cosas, claro, un saludo, subir un pie tras otro pie, mirar como lo hacen. Escuchar con la vista fija. Luego vendría el recreo y esas cosas, y así pasó, vino el recreo y esas cosas y lo que sigue a esas cosas, y todo es predecible dentro de un amplio marco de alternativas, no se apareció ningún dragón pirata sin mano, solo gente. Si mirabas para arriba veías nubes como algodones, grises. Yo no encajo en los recreos, así que luego de mirar el cielo y comprobar que el oxigeno del exterior es mas gratificante que el del interior de una sala llena de gente me entré al lugar que me correspondería pasar la siguiente hora de mi vida. Elegí el rincón de siempre, es el mejor lugar, no se tiene a nadie en la espalda espiándote, nadie te ve, te ve nadie. Me siento y miro por la ventana. Motivo de verlos sueño conque un día el nitrógeno sea absorbido por el cuerpo junto al oxigeno en la respiración, de esa forma todos moriríamos rápida y sorpresivamente, sin dolor, sin cuestionamiento. Todo sea por llegar antes o tomar un atajo o mirar por la ventana...

(Robinson Crusoe, Alexander Selkirk, Daniel Defoe, archipiélago Juan Fernández)

Luego de un rato eterno salí de esa sala, bajé esa escalera de nuevo, un pié tras otro, viéndome hacerlo. Estudié el cemento que no tiene eco al caminar, las miradas furtivas a los mundos ajenos, o las personas, o las cosas, o los rinocerontes.

(el lugar tenia solo cabras, un día se le aparece un aborigen cualquiera, le pone Viernes en honor al día en que lo pilló, yo le hubiera puesto Nepomuceno o Tiburcio o Nelson, nunca Viernes, denota falta de inventiva. Supongo que tanto tiempo en el lugar le había tostado lo que le quedaba de ingenio. A los náufragos no se les puede pedir más)

Tomo de inmediato el regreso, no me siento cómodo en ningún sitio y en ningún futuro, los pasados son los peores sueños, los más ilusorios y los más tristemente falsos. La añoranza es una enfermedad, perniciosa, quizás la peor de todas, nos hace creer que en un sitio lejano todo es distinto. Una promesa de parnaso convence a cualquiera, hasta que se nota la falacia, porque así son los náufragos. Naufragan. Y siempre es la misma isla, es conocida, es redonda. Adonde vayas te toparás con el infinito océano infranqueable. No puedes salir de allí, simplemente no puedes hacerlo. Es una isla a la que se llega volando como pelícano pero se sale flotando como tronco.

Así son las islas. Aisladas. Tienen palmeras y cocos, gaviotas, algunas. Las islas tienen playa, viento, aire, lo básico para que el naufrago no se muera. Pero se muere igual, y nadie sabe los motivos, y a nadie le interesan los motivos. Basta con decir que no lo mató la isla y pasemos a la otra historia.

Texto agregado el 01-01-2005, y leído por 421 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
05-01-2005 Excelente, me encantó! Astral
 
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