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Resulta que los fulanos inventaron la guita. En principio ésta facilitaría el intercambio. Ya no sería necesario llevar arreando 48 gallinas hasta los ranchos de la otra tribu para traer el ternero que aquí se necesitaba. Salvo que se utilizaría algún día para vender un mesías, hasta allí todo bien. Pero ocurrió que algunos tipos vieron otra cosa en esas monedas: la ganancia. Ésta permitiría acumular más vento y no andar perdiendo tiempo con las gallinas y el ternero. Para terminar con esa bomba faltaba sólo un ingrediente y la gilada no tardó en inventarlo: la renta. El mundo dio muchas vueltas y finalmente esa bomba explotó.

¿Qué era la renta? Nada más que la ganancia que se obtenía arreando sólo biyuya. Minga de moneda por ternero, solo moneda por moneda que para eso ni siquiera hacía falta ser baqueano. La renta fue parida por la tasa de interés ¿En cuánto se incrementaban los morlacos por el mero transcurso del tiempo? Mientras, los dueños de la guita atorraban a pata suelta. Pero le chingaron en algo: No cayeron en que ninguno podría estar bien cuando todos estuvieran mal.

Así que todo emprendimiento empezó a ser relojeado en términos de tasa de interés, y esa tasa lógicamente pispeada en términos de una vida humana ¿Para qué le interesaría a esos puntos embolsar la ganancia cuando estuvieran en el jonca? ¿ Acaso la mortaja la fabricaban con bolsillo?

¿Que miércoles era eso de la ecología? La noche traía un murmullo: ¡A gozar mientras se pueda! Y así la renta se convirtió en Dios, en patria y en bandera. El tipo que hacía su casa de piedra pensando que la usarían sus cachorros era un pavo, seguro que no sabía eso de la rentabilidad. ¿Trascender en los que vendrían ? Minga, que no era rentable. Se ponían unos palitos, algo de paja en el techo y que durara solo un poco, que así se ganaba más. “Lo atamo con alambre” aconsejaban en el corso.

Pocos náufragos se apiolaron que si subían todos a ese bote, lo hundían. Y el bote se hundió.

Mientras agonizaba, uno de los atorrantes imaginó el paraíso como un lugar donde estaba prohibida la tasa de interés; y cada hormiga, teniendo apenas lo necesario, trabajaba por el bien del hormiguero.

ergo.

Texto agregado el 25-12-2004, y leído por 850 visitantes. (23 votos)


Lectores Opinan
11-09-2008 Breve historia de la economía para gauchos debería llamarse el cuento. Me ha divertido y eso es lo que mejor se puede decir de un texto. Saludos. poirot
24-02-2007 Excelente ojo social, buenos análisis con la prudente gota de idealismo impresa
28-02-2006 Me encantó!, con ese aire a resignación dentro del bolsillo o dolor de billetera. Me causó mucha gracia como pintaste el contorno de una realidad que pasa por encima y callada, ¿qué pasaría si volviéramos a la época del trueque?, le dejo la pica (que no es tal), mis estrellas todo por un peso vio?, es que hay que hacer economía. Saludos. Natalie_Barnes
19-01-2006 Muy interesante. 5* sorgalim
02-01-2006 Buenìsimo! ese paraiso tiene que existir. Lo ùnico que lamento es que hay pobres gentes que no entienden el lunfardo. Quela
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