Faltaba poco para medianoche y aún no lograba dormirse. Sintió unos pasos, tal vez sigilosos, en el techo y pensó que debía ser un gato. Sin embargo, aquel ruido tenía el ritmo de un galope. ¿un caballo en el techo? y lo vio casi entre sueños galopar, subiendo y bajando las curvas del tejado, sorteando clavos y cayendo nuevamente en la canaleta. Entonces, observó a ese animal de cuello largo que lo tomaba y lo ponía de nuevo sobre el techo. Miró hacia la ventana y supo que era un dinosaurio. Así cayo en la certeza que soñaba o por lo menos eso quería.