Más allá de las pupilas

Si mis ojos hablaran del pasado
en cada parpadeo se escucharía tu nombre
y la ternura que a veces derraman
lleva tu tacto y tu sonrisa,
el recuerdo de tu cuerpo tendido
con mi pasión amarrada a tu cintura.
Dormidos, ellos reclaman tu ausencia
y te devuelven en un sueño místico
donde danza entre la luz y la sombra
el amor que se elevó desde tu vientre blanco.

Antes de ser un hombre
me crié en tu seno
y fui un niño que aprendió a dibujarte con un beso.
Entre tu pelo largo y tus caderas
se extendió tu historia
hasta la flor que hoy acompaña
la perfecta soledad de tu espalda,
esa oculta sinfonía de color
que sólo los labios conocen
y descifran su sentido
en el palco de seda de tus sábanas.

De noche viene tu perfume
a herir mi soledad y tu distancia,
a bañar mi infinito deseo de tenerte
con el salobre y frío rodar de una lágrima.

Nada puede apagar el sentimiento,
ni el calendario
con su caminar enfermizo de años
ni su velo de futuro,
ni su neblina de canas.
Nada puede apagarte de mis ojos
que en el silencio...
... aún te llaman.

Brasil, 16 de diciembre de 2004