PRESENTIMIENTO
Por Víctor H. Campana

Mañana cuando el hado infausto del destino te aleje de mi lado causándome dolor, no sé por qué duro camino iré llorando triste esta pena de amor.
Mañana que comprenda que ha muerto mi esperanza y sienta con espanto romperse el corazón, yo verteré mi llanto cual la última ofrenda a mi bella ilusión. No me herirá el despecho ni sentiré venganza, tan sólo mi quebranto se anidará en mi ser.
Mañana que me digas que todo es imposible, que no eres para mí, te besarán mis ojos, y con tu recuerdo a cuestas me alejaré de ti.
Mañana que no tenga la fe de tu cariño y las flores del anhelo se truequen en abrojos, mirando al cielo, con corazón de niño le rezaré a Dios.
Mañana, tan sólo tu recuerdo trajinará incansable por todos los caminos de mi mundo interior. Será la grácil imagen tuya viviendo en mi como en un sueño y volveré a sentirte excitada y ufana causándome placer, ansiedad y desvelo.
Tu amor fue la fragante flor que surgió de mi empeño, fue extrañamente bella, tuvo fulgor de estrella y color de lejanía, y me dio su luz y su perfume, pero vivió tan sólo lo que vive una flor.
Hoy, solo, esperando el mañana que será igual que hoy, siento inmenso dolor, dolor que me embarga y enajena, dolor de sentirte tan cerca y tan lejana, dolor de la ausencia de amor. Y revivo el ayer y siento pena, pena de no poder copiarme en tus ojos, ni escuchar el arrullo piadoso de tu voz.
Pero no, mentira, si estás dentro de mí, si a donde dirijo la mirada yo te encuentro, si tu voz me grita en los oídos y me queman tus caricias ya sentidas, no estás y nunca estarás lejos de mi.
¿Y te vas de mi vida? Mentira. Te seguirán mi fe y mi cariño. No podrás olvidarme porque allí donde sientas un sonido, una forma, un color, la esencia de mi ser se llegará a tu oído y te murmurará: Amor.