nota: me acabo de dar cuenta que este texto estaba mal puesto asi que aquí va el original. Ojalá que les guste


- De repente despierto, y creo que todo lo que he vivido fue un sueño.
- ¿Vos decís? She pero mirá el asunto. La profecía de Don Saturnino es un fraude. Hay que estar re loco para andar en esos kilombos.
- ¿Pero que ocurriría si todo eso fuese verdad?
- Mirá vos que te parto la cara si venís con esa joda. Ese boludo de Andrés tirá pa’ todos lados y le importa un huevo lo que vos y yo pensemos. A este maricón le dio por los poemas y los cuentos. ¡Pará she! Mirá que mi paciencia tiene un límite y este pelotudo me lleva derechito a la punta.
- Calma hombre. Esta bien que tú pienses de esa forma. Pero te propongo otra cosa. Saquemos partido del asunto.
- Guarda que empieza este otro.
- (Risas) Se nota que de paciencia, tú no tienes ni un pelo. Bueno, la cosa es esto: …
- Hablá bien boludo.

(acá no sé que escribir)

Quizás esto es lo que me pasa a diario. Parto con una idea en la cabeza. La desarrollo. La ahogo. Todo termina igual. Todo empieza, se desarrolla, se alimenta de las más increíbles historias y anécdotas trilladas que le dan vida a su mundo, para después morir en un par de palabras con un toque de fantasía, que con suerte pueden narrar lo acaecido en algún lugar de mi mente. Un poco enredado, ¿no? Así es… todo parte de un enredo en mi cabeza: un problema que iluminó alguna parte de mis ojos (digo ojos, porque son los que al final ven, o suelen ver, lo que pasa por mi cabeza) depositando su fuerza en mi mano, que por medio de una mina envuelta en madera (¡que invento mas genial!), se convierte en algo que sus orejas devoran y su boca escucha. Eso es lo que hago. Un matemático, procedente de una familia matemática que calcularon hasta las fechas, la frecuencia, el ritmo e incluso la duración que debía tener el coito para que sus hijos salieran con un intervalo casi perfecto de dos años y medio. ¡Lástima! Fallaron en dos. Pero un matemático, al fin y al cabo, que se las da de un gran entendedor del gran mundo de las letras donde sólo hay grandes grandezas que sólo unos pocos tienen la grandiosa suerte de poder descubrirlas… ni hablar de crear, que eso sólo está reservado a unos muchos-pocos. Muchos que crean cosas burdas y sin sentido. Pocos que crean vida. ¿En cuál estoy yo? -léase en tono de ese niño chico tan tierno (pero tan preguntón), que tiene como siete años y pregunta para puro hinchar las pelotas; alargando las palabras y con ese tono tan característico de la gente de su edad-. Y ¿Usted cree que a mi me interesa saberlo? La verdad es que no. Yo solo escribo, y escribo, y escribo, e escffribo, y escrigobgo… zzzZZZ ¿No estará muy aburrido señor lector? Le propongo algo. ¿Qué? ¿No puede creer que yo este jugando con usted? ¿No tiene algo más importante que hacer, que estar leyendo estas líneas? Honestamente: (que susto contestar esto) esto debería de entretenerlo. Pero entonces hagámoslo entretenido. ¿Sigamos inventando la historia? Yaaaaaaaaaa (disculpe, el teclado está “algo” malo y se quedó pegada la tecla “a”)… (¿Era la a, cierto?)

(Breve momento de inspiración… ¿alguien prendió un cigarro?)

- Argentino, debo admitir que me río mucho contigo.
- ¡She! Es algo que lo llevo en la sangre desde el día que mi viejo se tiró a mi vieja.
- Como te iba contando. ¿Haz visto como se le cuelgan las mujeres al Andrés cada vez que les muestra sus “poemitas”?
- Pero sos un genio. Ya sé: Le robamos los poemas y nos vamos de joda con todas las chicas de ese pibe.
- Ya me adelanté y encontré este. Toma, léelo:


"Eres aquel encanto
que despierta con olor
a flores,
ese calor suave
que recorre mi cuerpo
vistiendo de ternura
mi desnudo corazón

Eres como el lucero
que brilla en los cielos
dibujando tu silueta
con mil antorchas
de cristal

Y quiero acariciar tu sonrisa
perdiéndome en tus cálidos labios,
como caído ante tus pies
con una dulzura exquisita

Más este placer,
sueñan mis noches,
inmerso en su deseo,
convertirlo en vida
para sentirte realidad"
A.H.


- Si le entrego esto a Laura, de seguro me pide que valla su casa esta noche.
- ¿Ves? Te lo dije. Este Andrés se las trae.
…
- Ahí viene Andrés. Vos tenés que hacerte el loco.
- Hola amigos, justo los estaba buscando. Les quería pedir opinión sobre algo que le escribí a la Angélica. Son sólo un par de frasecitas. Ayer nos peleamos y necesito ponerme en buenas con ella.
- Ha venido al lugar indicado amigazo. Danos la carta y de ahí te decimos...
- Pero la necesito al tiro porque me voy a juntar con ella en la tarde.
- ¿Pero vos crees que soy Neruda? She loco, andá a dar una vuelta, comprate una cerveza y luego vení pa’ acá que nosotros te llevamos por el buen camino.
- ¿Están seguros?
- Compadre, perro. ¿En quién confía más que en nosotros?
- Está bien. Ya me voy, los dejos. Pero por favor díganme la verdad.
- Loco, andate a laburar, que nosotros te cuidamos tu cartita.
…
- ¿Ya se fue?
- Si boludo, ya se fue.
- ¡Ábrela! ¡Ábrela!
…

Así pasaba siempre. Yo escribía algo y cuando les mostraba mis cosas a alguno de estos pelotudos –de por sí, cosas muy malas y chantas- me las querían sacar porque ¿qué mujer no cede ante un poemita? Puede que lo escrito sea muy malo, y las intenciones no sean necesariamente una forma informal de pedir sexo, pero lo que no quepa en dudas es que cualquier mujer recibe bien lo que su Don Juan le escribe.
(…)
¿Qué habrá pasado con Andrés? La respuesta es obvia: maduró. Entendió que esos “amigos” no valían la pena, no porque no sabían apreciar lo que escribía (como diría alguien que se considera del sexo opuesto… llámese gay), sino mas bien porque ellos no entendían que la literatura es un mundo en el que uno puede sumergirse y crear su propio cuento. Bueno está bien… esa no es la razón. ¿Quieren que diga que era porque no se daban cuenta de que con eso podían revolucionar las hormonas de las féminas (¡jajaja había que poner una frase chanta como esa!)? La verdad es que no. Pese a que si funciona, las mujeres tienen ese lado sensible mucho más desarrollado que la mayoría de los hombres y por eso lograban entender más lo que yo escribía. ¿Pero qué tienen que ver las mujeres en todo esto? La verdad es que mucho y poco. Todos tenemos una musa inspiradora, aunque me haya costado un mundo reconocerlo. Pero más allá de eso, han sido ellas –y sobre todo en este último tiempo- las que me han hecho cuestionarme si es lo matemático mi camino. ¿Por qué no escribir y contar mi mundo a otros, para que ellos también gocen de lo que pasa por mi cabeza? Y he aquí el dilema: ¿Qué voy a hacer con mi vida? No será acaso ¿qué es lo quiero hacer en mi vida? Pese a que son preguntas sencillas, aún no logro encontrar la respuesta. Sin embargo, me he embarcado en el barco de mi propia vida, y en cada puerto he descubierto una nueva aventura que contar. Ahora creo comenzar a entenderla. Soy sólo el peón de un rey. Pero voy a ser el mejor peón para después llegar a ser el rey de mi destino. Mi único sueño, es poder hacer todo lo que vaga por mi cabeza en busca de una huella. Y sí. Yo escribo. Yo escribo leche… ¿qué? Compadre, ese es el comercial de la leche… ehmmm ¿yo tomo leche? Esto es una prueba más de las tantas cosas que pasan por mi cabeza en menos de una milésima de segundo. ¿Y ahora qué? Solo falta el final.

- Andrés, perdón. Quisimos tomar prestados tus poemas para engrupirnos a un par de minitas junto con el Argentino.

Eh… ¿no era lo que esperabas cierto? No gracias. No quiero otro final mamón como las típicas películas yanquis. Este final debe tener acción y emoción. Suspenso e intriga. Y todas las demás palabras terminadas en ión… como… como un guión. Eso era. Mi vida tiene que ser como un guión en donde yo voy a ser el actor principal. Me voy a vestir de mi mismo y voy a actuar mi vida. Ya lo veo: “Señoras y señores, ya llega el programa número uno del país, y que con tanta insistencia ustedes lo han pedido a través de nuestra pasada encuesta: ‘Hoy triunfamos’. Que nos enseña a relajar el rigor de la conciencia y corregir el verdadero camino del éxito total.” Se cierra el telón. Alguien me maquilla y heme aquí nuevamente, sentado frente a un espejo. Don Tartufo me sonríe. Se abre el telón… y comienza el espectáculo de mi vida… es hora de actuar.