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Unas paradas más, gente bajando, gente subiendo, el autobús se acercaba a la siguiente parada… y por fin: el asiento frente a ella se desocupo. ¿lo haría? ¿Se sentaría?

Bueno, él era el único que aun estaba parado y ya había otros asientos libres, sujeto bien la mochila, se acerco despacio y se sentó.

Al subir la mirada comprobó que ella estaba dormida, en sus manos tenia un libro de tapa rosada, uno de sus dedos había quedado como marcando la ultima pagina leída.

Así dormida con los ojos cerrados, él no tuvo reparo en mirarla detenidamente, estaba un poco delgada quizás proporcionalmente a lo que él había engordado, porque había engordado y debía de aceptarlo.

No parecía haber cambiado nada, recordaba aún su cara… ahora tenia mas claro el cabello pero aun conservaba el mismo peinado, los lentes eran nuevos y pudo distinguir un par de aretes dorados.
Recordó que ella casi nunca usaba aretes y también recordó la vez en que le explico sobre la enfermera que le hizo mal los hoyuelos, y de los muchos cuidados que necesitaba para usar los aretes, entonces escucho su voz como un eco lejano “por eso prefiero no usarlos”.
– Bah, es increíble lo que uno recuerda en estos casos- le dijo alguna parte de su cerebro.

Habían pasado algunos minutos y ella aun no despertaba ¿en donde bajaría? Esa pregunta se la venia haciendo desde que la vio, el sabia que ese autobús no la llevaría a su casa, ella tendría que tomar otro y el único lugar donde podía hacerlo era La Gran Avenida, y ya se estaban acercando.

Dio un vistazo al autobús, quedaban pocas personas, era seguro que los que no bajaran en La Gran Avenida se irían hasta la parada final, ya nadie subiría, el también debía bajar allí y tomar el colectivo de barrio hasta la urbanización, después de mirar el reloj regreso los ojos a ella.
Había movido un poco su cabeza, no se despertó ¿que habría hecho desde la ultima vez que se vieron?, ¿desde la ultima vez que hablaron?
- bueno las cosas pasaron porque pasaron – le contesto su cabeza, pero el tenia claro todo el daño que le había causado, lo difícil que fue todo después.

Recordaba ese último día, las llamadas de la mañana… de él… de ella y en la noche otra vez, todo lo que se dijo, las mentiras, los embustes.
- la verdad es algo muy relativo – le dijo su cabeza.
- pero las mentiras son algo muy consiente – se contesto inmediatamente.
Pero él ya no quería pensar en eso, fue demasiado daño por una vez, además… ya casi estaba llegando.
Ya no quería despertarla, no quería volver a verla, ya era suficiente de esa historia y no lo pensó.

Se levanto y fue al último asiento de atrás, desde allí aun podía ver su cabeza apoyada en el cristal de la ventana. Dos paradas mas y la siguiente La Gran Avenida, saco el celular sin atender el temblor de las manos – es el frió, susurro y marco.

La melodía hizo reaccionar a todos dentro del autobús, especialmente a la dueña, que acabando de despertar no atinaba correctamente, por poco no dejo caer el libro de sus manos pero perdió la página que separo, abrió atolondradamente el bolso y busco el celular casi a tientas, para cuando lo saco ya no sonaba, sin embargo se quedo mirándolo fijamente…sin moverse.

Desde atrás a él le pareció que dejo caer el libro, porque ella se agacho y luego se quedo mirando el celular, como quien espera que vuelva a sonar. El había colgado en el momento preciso, solamente quería despertarla.

Alguna gente se dirijo hacia las puertas de bajada, al lado de él había una, ellos bajarían en la parada 15, y la siguiente seria La Gran Avenida.

La vio voltear su cabeza de derecha a izquierda antes de que esas personas se amontonaran en la puerta. No quería perderla de vista así que jalo su mochila para moverse, pero el celular callo debajo del asiento, se agacho para recogerlo y sintió como el autobús se ponía en marcha de nuevo.

Primero guardo el celular en la mochila y se tomo su tiempo para hacerlo, no quería mirar, con un poco de suerte ella lo vería y le pasaría la voz, o tal vez ni notaría que estaba allí, tan cerca…, y si eso pasaba ¿que haría él?
- ni pensarlo-, reacciono su cabeza, lo primero era levantarse, después, ya se vería.

Mientras lo hacia dirigió su mirada (de reojo) hacia ella, tal vez estaría asustada, tan lejos de su casa, a esa hora, él podría acompañarla… o podría llevarla hasta su casa… ¡claro!… ¿por que no?

Ahora era él quien miraba de derecha a izquierda, adelante y atrás, no, ella no estaba allí.

En la puerta de bajada habían dos personas: un muchacho con gorro y un señor de traje, sentados solamente quedaban una pareja al lado izquierdo, una robusta señora, un tipo leyendo el periódico y él.

Cerró la mochila, la cargo a la espalda, y bajo,

¿Por qué se bajaría en esa parada?, ¿lo vería o no?, muchas preguntas se agolpaban en su cabeza, pero él no quería pensar, ya había sido suficiente de esa historia, además hacia tiempo que no pensaba en ella, fue una total casualidad que se la encontrara en ese carro, él no tenia porque tomarlo, pero había acompañado a un amigo y se desvió de su ruta, tal vez a ella le paso igual, no tenia que pensar que estuviera perdida, pero…., ella siempre fue tan despistada, tan confiada, necesitaba tanto que la cuidaran, tal vez ella fuera la persona mas inocente del mundo ... casi como una niña.

- así debió pasar – intervino el cerebro., y algo empezó a sonar en el bolsillo de la mochila

- hola.
- hola, soy yo
- ¡oye!… hola,… ¿como estás?
- bien….bueno, algo cansada después del trabajo, recién estoy llegando a mi casa,
- ¿a tu casa? ¿en La Mundana dices?
- no, no, me mude, ahora vivo en Los Cielos,... dime…, me llamaste hace un momento?
-…
-¿lo hiciste?
- si, te vi pasar en el carro,… pero no contestaste.
- lo siento, me quede dormida, pero sabes… gracias, si no me hubieras llamada me hubiera pasado de mi parada.
- …
- bueno, y entonces… por que llamaste
- para despertarte
- no, hablo enserio
- enserio.
- ah bueno, me alegro escucharte de todos modos pero ya me tengo que ir, cuídate mucho
- oye, espera- , - ¿Qué?-, - que tal si nos vemos, ¿tienes tiempo?
- ¿vernos? ¿tu y yo?-, - si, claro, para conversar-,
- no lo sé-, - ….-,
- ¿tal vez podría ser mañana a las 6? Bueno, si te parece…-, - … claro, esta bien-,
- bueno, entonces ¿nos veremos mañana?-
- si, mañana-, - entonces…cuídate-, - si, tu también, adiós-, - adiós -.

Texto agregado el 13-11-2004, y leído por 148 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
13-02-2007 Los encuentros no se buscan, suceden...hay que saber reconocerlos... alado
13-11-2004 Cuando el recuerdo tiene la fuerza de poder resucitar en el presente la dicha debe ser doble ahora falta saber si prorrogar este instante para el porvenir daría resultado. Bonita historia llena de casualidades forzadas. azulada
 
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