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DELIRIUM TREMENS

Llegaron mis amigos de sus trabajos y absortos vieron mi cadáver frío.

- ¿Se habrá suicidado?, pues ya lo ha intentado varias veces. ¿Tu que piensas mancho?
-Marlon la verdad no se pero, ¡Pobre!. Era un buen amigo, un tanto loco pero un buen amigo.

Ninguno de ellos un adiós me dijo. En el velorio, las flores y todas las viudas de mis cuentos estaban allí pero ninguna era real todas eran protagonistas de mis cuentos. Dicen que cuando uno muere su cerebro vive por 36 horas, creo que eran las 36 horas más angustiosas de mi vida. Mi padre discutía con mi madre sobre quien tenia la culpa, bueno eso era habitual, las musas de los cuentos también lo eran, pero ahora todo era diferente ahí estaban mis amigos absortos, ya casi dormidos y ninguno de ellos decía nada.
El tiempo paso entre oraciones, quejas, los chismes de barrio rondaban la sala de mi funeral, un gran vaso de agua estaba puesto bajo el féretro porque cuenta una antigua leyenda regionalista que se debe poner agua bajo el ataúd del recién muerto para que su anima beba mientras se encuentra en el limbo; el limbo es algo así como la sala de espera donde nosotros los muertos esperamos a que algún viejo ridículo con bata blanca y largas barbas nos pregunte que tan buenos fuimos y no sepamos que coño decirle entonces nos enviará al mismísimo infierno. Que gracioso, será que entonces nos vuelven a la vida?.
Mientras me encontraba en el limbo pude hablar con varia gente recién muerta, los rodeaban las luces y los gritos alegres. El olor a guerra era insoportable, y cuando el primer enemigo le saltó al cuello casi sintió placer en hundirle el cuchillo oxidado en pleno pecho, allí estaban los dos, y ya no eran enemigos.
El mundo debería ser un limbo pensé, allí no hay rencor solo ansiedad.
Mi abuela Rita, bueno yo le decía Nita, me contó alguna vez que cuando estuviera en el limbo y pasara la puerta me presentarían dos caminos, uno lleno de espinas dolor y sufrimiento, el camino al cielo, y otro lleno de putas licor fiesta y escaleras eléctricas que bajaban pero no subían. Ella me dijo: toma el camino difícil, nunca tomes el camino fácil. El limbo era una eterna ansiedad esperando a ver que tan complacientes eran las putas y que tan fino sería el vodka, no aguantaba más ya quería beber y follar camino al infierno.
Pero mi buen amigo Juan Pablo cambio el agua que le ponen a los muertos por un poco de vodka, claro como es transparente nadie se daría cuenta, todos siempre dijeron que Juan Pablo estaba loco, para mi que escuchó mis suplica desde el limbo por un poco más de vodka y así fue, el me regalo un poco de vodka, el cual gustoso acepte y bebí y ahí estaban mis amigos absortos, ya casi dormidos y ninguno de ellos decía nada.

Una anciana rezandera grito “milagro, milagro” se tomó el agua, pobre debe estar en el purgatorio.
-No seas tonta mujer –dijo Juan Pablo- el agua se evapora por el calor que hace en este funeral eso es todo.

Yo vi la conversación y me causo risa, nadie vio que mancho borracho, se tomo el vodka que había servido Juan Pablo, cuantas veces le dije que no se tomara mi vodka.
Y ahí estaban mis amigos absortos, ya casi dormidos y ninguno de ellos decía nada. Todos me abandonaron. En silencio fui conducido al último recinto; ninguno al cementerio fue conmigo. Todos se quedaron ebrios tirados en la casa funeraria.

Cerró el sepulturero mi sepulcro... ninguno de los malditos estaba conmigo, ninguno fue hasta la tumba conmigo, a lo lejos vi a Martín que como pudo volvió de su borrachera, lo seguía Marlon quien me llamaba, pero era demasiado tarde el enterrador una lapida puso entre mis amigos y yo.
Me quejé, tuve miedo y sentí frío, quise gritar en mi cruel angustia, ya el purgatorio no importaba, ni el cielo, ni el infierno, tuve miedo y sentí frío, quise gritar en mi cruel angustia pero en mis labios murió mi grito!

Estaba muerto, el aire me faltaba, y luché en vano por destrozar mi féretro sombrío. Son solo 36 horas pensé, 36 horas que mi cerebro queda vivo después de que el resto de mi cuerpo yace muerto.

Pero en tanto los gusanos devoraban mi putrefacto cuerpo, ja! Huele a las flatulencias de mancho.

Cual suntuoso festín, los endemoniados gusanos devoraban mis miembros rígidos.
¿Oye Caro me abandonas?, le dije al fin, al levantar la cabeza
¡Oh mi amor! No te vallas, no me dejes ahí están mis amigos absortos, ya casi dormidos y ninguno de ellos dice nada.

-Si, me tengo que ir.
Pero al llegar la vos de Carolina a mis oídos sentí latir el corazón de nuevo,
y volví al triste mundo de los vivos, mientras tanto ahí están mis amigos absortos, ya casi dormidos y ninguno de ellos dice nada.

Abrí los ojos. Como burbujeaban las copas llenas de vodka, como hacia mala cara Mauricio al tomarse su trago, las copas de licor sobre los teclados de los computadores, un par de buenas canciones comprimidas en MP3, mi madre llorando y mi padre discutiendo sobre quien tendría la culpa, el cuarto daba vueltas, y dichosos mis amigos, sus novias y un par de putas, bebían y follaban.

Lo que más me gusta de un delirium tremens, es que siempre quiero un trago más.

Texto agregado el 15-10-2002, y leído por 721 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
23-01-2003 Te doy unvoto, y me gusto Anngiels simplemente mujser Anngiels
16-10-2002 Bue ... esto si estuvo loquísimo, amplio el comentario en tu Libro de Visitas PoetaSuburbano
 
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