Quedaron en el parque como cada mañana de domingo, cerca del estanque de los patos. El le llevó rosas recién cortadas . Ella uno de esos vestidos de volantes que le quedaban tan bien. Compraron castañas y algodón de azúcar, rodearon el quiosco de música mientras la banda afinaba los metales. Le dio un beso en la mejilla, apenas un roce de cielo en la cara. Los deditos se hicieron arañas y las arañas caricias. Advirtió algo absurdo en su mirada y le preguntó: “¿Tú me quieres?” . “Sí, claro. Bueno…creo. Pero, sí” .Desvió la atención a uno de los trompetistas y al chaval que volaba en un columpio gastado. Como no fue bastante, terminó por hundir la cara en el algodón.

Fue un sí, poco convincente. Un sí, mas pequeñito que todos los demás síes del mundo.

Lo de ellos, era amor en si menor.