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Fragancias.

Todos tenemos alguna debilidad en la vida, a algunos les agradan los autos, los viajes, las joyas, etc…, la mía es una debilidad muy sencilla, aunque quizá en algunos casos muy costosa, me agradan los perfumes, si, los perfumes de calidad, esos que, con apenas una gotita, nos entregan las fragancias más exquisitas.
Eso lo llevo en la sangre desde muy chica, mi madre me dijo alguna vez que tendría que ser química así podría fabricar mis propios perfumes y por supuesto le hice caso y ahora soy química, doy clases en la facultad y trabajo en la fabricación de perfumes para una prestigiosa marca.
Solía reconocer a una persona según su perfume y eso es una costumbre que hasta el día de hoy practico.
Pero, a veces no todo en la vida es lo que esperamos que sea, hace muy poco tiempo reconocí una fragancia en alguien que pasó a mi lado y sin querer miré hacia todos lados sin encontrar a la persona que la usaba.
Es una fragancia única, no se vende en farmacias ya que la hice yo misma hace de esto muchos años, cuando recién había comenzado con el negocio de los perfumes, era una fragancia para hombre, sutil, suave, delicada al olfato sin perder su masculinidad, era algo único el cual preparé sólo algunos frascos para el hombre que amaba, un muchacho con el cual salía y del que me enamoré perdidamente.
A él también le gustaba y sólo la usaba para venir a verme y eso me halagaba.
Esa fragancia, la que sentí en alguna persona que no pude distinguir se metió tan dentro de mí que volví a mi pasado, recordé el día que se la di a Gerardo… fue el día que cumplió veinticinco años, por aquel entonces trabajaba como contador en la misma empresa que yo y ese mismo día me pidió que me casara con él.
Por supuesto que le dije que sí, era lo que más deseaba y comenzamos los preparativos para la boda. Seis meses después nos casábamos y por supuesto usaba el perfume que le había regalado, qué locura, me había casado con el hombre que amaba, teníamos trabajo en el mismo lugar y nos llevábamos de maravilla.
Si, si, eso fue hace muchos años, la vida cambia por más que pensemos que todo está perfecto y cierto día se fue de casa, me abandonó y nunca más volví a saber de él.
La vida puede ser muy cruel, sin razón aparente, pero siempre hay una razón y la conocí muchos años después, de la peor manera.
Una mañana cuando estaba por ir a trabajar, alguien hizo sonar el timbre de mi casa, dos policías uniformados se presentaron buscando a Gerardo.
Les dije que no sabía de él desde el día que se marchó para no volver.
Les pregunté cuál era el motivo por el cual lo buscaban a lo que me contestaron que no tenían orden de decírmelo, por el momento.
Cuánto misterio, pensé, siempre supuse que se había ido con otra mujer y como soy muy práctica,dejé mi vida con él, de lado y seguí con la mía, jamás le suplicaría que volviera conmigo, además había desaparecido del trabajo también y a pesar de que en aquél momento hice la denuncia por desaparición física de nuestro hogar donde teníamos todo en común, jamás nadie pudo decirme nada sobre su paradero.
Al no tener familia, nadie vino a preguntar por él y con el tiempo yo tampoco volví a preguntarme qué había sido de él.
Cuando la policía se marchó, le comenté a mi única amiga lo que me había sucedido y ella me aconsejó que fuera a la comisaría y hablara con un amigo de ella y le contara todo lo sucedido.
Ese día no fui a trabajar y me dediqué a buscar información, al fin y al cabo, aún era mi marido y quería saber qué había pasado y porqué lo buscaban.
Al llegar pedí para hablar con el comisario en jefe y me recibió en su despacho, cerrando la puerta tras él.
Este hombre estaba al tanto de todo debido a que mi amiga ya le había contado todo lo que a su vez yo le contara a ella.
Hablamos por más de dos horas y al fin pude enterarme de muchas cosas.
Gerardo había sido contador por dos años en la empresa y según el comisario, su desaparición se debió a cierto faltante de dinero que se descubrió mucho tiempo después.
Había ido cambiando los números de tal manera que nadie se había dado cuenta y de a poco cada mes fue retirando dinero y poniéndolo en una cuenta en el extranjero hasta que desapareció sin dejar rastro.
Nunca nadie me había dicho nada debido a que la policía pensaba que éramos cómplices y por años me vigilaban sin que yo lo supiera hasta que se convencieron que nada tenía que ver y se olvidaron de mí.
Todo esto vino a mi memoria gracias a mi fragancia, aquél perfume que yo misma fabriqué y el cuál le regale a Gerardo.
Ahora mi vida es un infierno, desde ese momento cada vez que salgo a la calle o estoy entre gente, mi olfato se agudiza, necesito saber qué fue de él, de Gerardo, si lo busca la policía o no sé, ni me animo a preguntármelo.
Volví a pasar por el mismo lugar donde había sentido mi fragancia y un día casi sin querer un hombre rozó mi mano al pasar a mi lado y otra vez la fragancia, estaba allí y sentí temor, sabía que me seguían, pero lo que no sabía era quién y cómo tenía el perfume.
Volví a mi casa y más que nunca volví a sentirlo, ese aroma me estaba volviendo loca.
Llamé al comisario y le pedí que fuera a mi casa que necesitaba hablar con él.
Al entrar el hombre, mi sorpresa fue mayor, el delicioso aroma entró con él, no dije nada y sólo le pedí disculpas por haberlo molestado.
El comisario llevaba puesto mi perfume, pero no podía preguntarle cómo lo había conseguido sin que se diera cuenta.
Pero allí no terminaría todo aquello que había empezado con aquella bendita fragancia, las cosas iban cerrándose en mi cabeza.
Comencé a sospechar de muchas cosas, mi amiga quizá no era tan amiga como creía y ella debería saber qué había pasado con Gerardo.
Como soy muy testaruda seguí investigando por mi cuenta, estaba acostumbrada a valerme por mí misma y esta vez no confiaría en nadie.
Virginia, mi amiga me llamó varias veces para saber cómo me había ido con su amigo el comisario a lo que siempre le respondía lo mismo, no tenía ni la más pálida idea de qué le había ocurrido a Gerardo y desde que me enteré que había estado robando ya ni me interesaba qué había pasado con él.
Por supuesto eso no era cierto, por más que lo negara, aún estaba enamorada de mi marido y quería saber qué había sido de él.
Hasta que al ver que no obtenía resultados positivos, decidí contratar a un detective particular y los resultados fueron distintos.
Por supuesto no lo contraté en mi ciudad, viajé a otra bastante alejada de donde vivo, no podía estar segura de que el detective estuviera involucrado como lo estaba mi amiga.
Después de unos días todo cambió, el detective vino a verme y me dijo que me traía buenas noticias, había encontrado algo que le parecía que yo debía ver.
Me llevó a un lugar muy apartado y me dijo que en una cabaña había visto al comisario y a mi amiga juntos, de allí en más todo fue más fácil, los siguió y comprobó que tenían las valijas prontas, supuestamente se iban al día siguiente, de viaje.
Atando cabos, el detective supo por el monto de valijas que llevaban, era un viaje del que no pensaban regresar y como es un hombre muy precavido esperó a que la pareja regresara a sus propias casas y entró a la cabaña, allí pudo revisar todo sin ser visto y decidió llamarme para que pudiera ver si reconocía algo que hubiera pertenecido a mi esposo.
Lo primero que vi fue su reloj, sobre una mesita de luz había muchas cosas, pero sobre todo un frasco que me fue muy familiar, era un frasco de perfume, no creo que fuera el mismo que le había regalado a Gerardo, pero como a él le agradaba tanto se había llevado los otros frascos al irse.
Al fin, gracias al detective y a su ingenio e inteligencia, junto a otro comisario, el de su ciudad, se descubrió que Gerardo pertenecía a una banda de ladrones y que Verónica y el comisario también formaban parte de ella, Gerardo no era tan inteligente como los demás de la banda y como ya había pasado el dinero robado a la cuanta del extranjero, al no necesitarlo más lo habían matado, todo se supo porque hacía mucho tiempo que se sospechaba de esa banda y Verónica estaba vigilada y así fueron cayendo uno a uno, a ella y al comisario los detuvieron al día siguiente al querer subir a un avión con documentos falsos.
Todo había terminado, seguiría con mi vida, ahora como viuda, algo que quizá lo intuía desde hacía mucho tiempo, pero ahora estaba confirmado y me prometí a mí misma que jamás volvería a regalar otro perfume.

Omenia
15/2/2023



Texto agregado el 15-02-2023, y leído por 112 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
18-02-2023 Me encantó. godiva
16-02-2023 Original historia querida Ome. Saludos, sheisan
16-02-2023 —Que bueno que la protagonista del cuento sabe preparar exquisitos perfumes, sobre todo en estos días en que, entre tanta falsificación, se hace dificil encontrtar originales. —Encuentro acertada la promesa de la viuda de no regalar más perfumes, pero sí dejando abierta la posibilidad de volver a casarse. —Saludos de un soltero que le gustan los perfumes y... las viudas. vicenterreramarquez
16-02-2023 Qué cuento más interesante Ome!!!!!!!!!!!! yosoyasi
 
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