Somos fuertes parte 15

Tiempo después, Medina le pidió a Clara su número de teléfono. Por ese medio se comunicaban todo el tiempo. Eso distrajo a la abuela y fue más fácil el plan.
Nuria ya había entrado a trabajar. Emilio salió de la casa a las siete de la mañana. Israel tenía guardia y estaba en el hospital y Alex se había ido con su mamá a la secundaria. En casa se habían quedado solas Camila y su abuela Clara.
La mujer mayor dijo que llevaría a la niña a la guardería, pero eso no pasó. Desayunó y se metió en el teléfono. Dejó a la pequeña Camila en la periquera mientras ella se metió a la cocina. Estaba encantada con los mensajes que le enviaba el médico. Gonzalo no se brincó la barda, no tuvo que hacer nada sorprendente para poder entrar a la casa, simplemente nadie tomó la precaución de cerrar la reja con llave ni la puerta de la casa. La pequeña de casi un año fue sustraída por el tío. Gonzalo la tomó y la metió en su pequeño automóvil y huyó.
A la abuela por un momento se le olvidó que tenía a su cargo a su nieta más pequeña. El teléfono sonó, eran de la guardería. Quería saber el motivo de la falta de Camila.
Sin saber qué hacer con la niña pensó en regresarla. Se quedó cerca de la casa de su hermana con la niña en el carro.
En ese momento todo el odio se convirtió en miedo y se dio cuenta que estaba cometiendo un delito. Con lo que no contaba Gonzalo es que su hermana tenía cámaras de seguridad en su casa, eso sería un problema.
Tomó a la niña y la llevó a la plaza comercial. Ahí hay zona de juegos. Sentó a la niña en los caballitos, le compró un helado. Le compro ropa y juguetes.
Se arrepintió de su acto, pero seguía cometiendo un delito. Pensaba que la niña era la menos culpable de todo lo que pasaba alrededor de la vida de él y de Nuria.
Clara colgó el teléfono. Y buscó a la niña por todos lados. La buscó en la cuna, en el cuarto de sus padres, en el de ella y nada. Alguien había entrado ¿Cuál otra explicación había?
Asustada le dijo por mensaje a Medina lo que pasaba. De inmediato salió del hospital y se dirigió a la casa. Cuando Nuria se enteró, el mundo se le caía a pedazos. Emilio estaba en el tráfico y tomó camino de regreso a casa.
Medina ya estaba en la casa. La buscaba por todos lados. Preguntó a los vecinos si habían visto algo, pero no fue así. Nuria sentía que le faltaba la respiración. Lloraba, gritaba, estaba desesperada.
- ¿Dónde está mi hija? – se preguntaba Nuria.
En ese momento, Israel llegaba a la casa después de una larga jornada en su guardia en el hospital.
- ¿Qué pasa? – preguntó asustado.
-Se llevaron a Camila – respondió Medina.
- ¿Qué? ¿Cómo se llevaron a Camila? Pero ¿Qué pasó?
-Todo es mi culpa – dijo Clara.
-No. No es tu culpa – Emilio calmaba a su madre.
Medina salió a buscar con los vecinos y a la colonia. Se notaba mortificado al igual que Clara. El médico pensaba que por su culpa había pasado aquella desgracia.
Nuria llamó a la policía. Una patrulla llegó a la casa, pero dijeron que no podrían darla como desaparecida hasta setenta y dos horas después. Emilio estaba molesto porque se trataba de una menor de edad que ni el año de edad tenía. Los policías salieron de la casa para ir a buscar a la niña y por el radio avisaron a las otras patrullas.
Nuria decía que se sentía inútil estando en la casa. Necesitaba salir a buscar a su hija. Las horas pasaban, eran momentos de incertidumbre. Pasadas las seis de la tarde, Medina le dijo a Nuria que la llevaba en su automóvil para buscar a la niña por las calles. Clara se unió, la culpa la carcomía.
Después de las ocho de la noche, un carro se estacionó afuera de la casa, era Gonzalo.
Emilio abrió la puerta y vio a la pequeña Camila con una enorme sonrisa en la cara. La niña había estado en buenas manos, supuestamente. Los policías salieron detrás de Emilio.
- ¿Dónde demonios estabas? – le gritó Emilio.
-Llevé a la niña a comprarle cosas – se excusó Gonzalo.
La policía lo remitió a la delegación, tenía que dar muchas explicaciones.

Continuará…