Sueño con un estado social de derechos y también de deberes. Sueño con un país donde no se enarbolen banderas de ideologías foráneas, ni banderas de un nacionalismo extremo que divide. Donde las demandas se expresen en pancartas claramente escritas y no en la destrucción y el saqueo desenfrenado que se camufla detrás de incomprensibles siglas. Sueño con un país donde no baste con solo pertenecer a una casta privilegiada, para asegurar un cupo de por vida en la administración pública. Sueño con un país donde nuestros representantes ambicionen el bienestar de sus representados y no el privilegio de las posiciones de poder que ocuparán. Sueño con un Chile nuevo que rechace los discursos demagógicos que promueven ideales intangibles; que hable de igualdad y a la vez ampare el enriquecimiento individual; que hable de libertad y se encarcele a los inocentes y se deje en libertad a los delincuentes. Sueño con un Chile sin partidos políticos, agrupaciones perversas que tapizan con consignas de amor sus ambiciosas campañas eleccionarias cuando siguen aún habiendo personas que mueren esperando una atención médica en los hospitales públicos, cuando siguen aún habiendo personas que pasan hambre o frio en invierno. Sueño con un Chile donde sus habitantes solo tengan que levantar una carpa para dormir en las refrescantes noches de verano.

Sueño con un Chile donde seamos lo suficientemente maduros, como para saber que lo mejor es estar con el bien común, con el bienestar de la mayoría y no consagrando los derechos de pequeñas minorías intolerantes. Un Chile donde no tengamos que vivir atrincherados en el lado izquierdo o en el derecho, esperando a que la derecha o la izquierda haga lo que nosotros hace mucho tiempo debemos hacer. Sueño con un Chile sin partidos políticos. Un Chile en el que ser solidario, no se confunda con exponer imágenes de crudas realidades acompañadas de sentidos discursos, mientras apoyamos tranquilos nuestras cabezas en la almohada, al momento de ir a dormir. Sueño con un Chile donde, cada uno de nosotros, nos olvidemos del pequeño sueño personal de futuro. El pequeño sueño egoísta de un mundo formado por los que se pueden contar con los dedos de las manos. Sueño con un Chile maduro, con un Chile pausado, de paso firme y caminar lento. Sueño con un Chile que se transforme en un verdadero estado social de derecho, gracias al cumplimiento de los deberes de todos sus habitantes sin exclusión.