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Inicio / Cuenteros Locales / jovauri / La triste felicidad y su sonrisa

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Hannes siempre me saluda con las mismas palabras: “un buen día para usted y para su familia”. Lo único que cambia en su saludo es el tono de su voz: es afable cuando le doy dinero o es áspero cuando no le doy nada. Así que “un buen día para usted y para su familia” algunas veces significa “muchas gracias por su generosidad” y muchas otras veces significa “ojala te pudras en el infierno por mezquino”. No me lo tomo personal, ya que la vida en la calle no es fácil. Durante las cuatro estaciones del año está Hannes de pie frente a la puerta principal del supermercado de productos biológicos del barrio de media clase donde vivo. Pide dinero con una sonrisa. Mira con sus dislocados ojos a toda persona que pasa frente a él. En su arrugada mano derecha tiene un vasito desechable tan desgastado como su vetusto atuendo y con la mano izquierda muestra un letrerito con el que anuncia con letra mal escrita: “necesito dinero para pagar mis medicinas”. Los veganos, vegetarianos, verdes, pacifistas, feministas, inclusistas y todo aquel que quiere cambiar el mundo con buenos propósitos sale de hacer las compras en ese supermercado de productos y precios especiales y se apiada de ese viejo de mirada torcida que por alguna desconocida razón no disfruta de las mismas oportunidades. Hannes agradece cada vez con los adjetivos apropiados. Se podría decir que la vida de Hannes está, en cierto modo, solucionada. El problema es que cuando algo funciona para alguien todos esperan que funcione también para ellos.

En los meses de verano muchos gitanos deambulan por las calles de Alemania y se te acercan con una bondadosa sonrisa para pedirte dinero o para que les compres una revista de dudoso contenido. Son gitanos de Rumanía o de Bulgaria que intentan ganar dinero para regresarse en invierno a sus pueblos. Ellos no la tienen fácil: viven apegados al desprecio de los otros y sus actos no tienen valor alguno en la sociedad europea. Pese a eso van por la vida sin mostrar rencor. Si la jerarquía social está en su contra no se meten contigo, pero si estás a su mismo nivel en lo social y lo económico las reglas del juego cambian. Así es como se le complicó la vida a Hannes: en verano los gitanos y él se disputan el lugar frente al supermercado. A veces está tan ocupado en alguna enardecida discusión con un gitano, que no me saluda con el respectivo “un buen día para usted y para su familia”. Esas discusiones no pasaban de gritos y de que el gitano en turno se fuera de ahí escupiendo, pero ayer las cosas cambiaron. Ayer fue un día típico de verano con sol y gente tomando un café en la terrazas de los restaurantes. Yo caminaba por la calle cuando escuché gritos en algún idioma de Europa Oriental. Frente al supermecado biológico estaba Hannes con su vasito en la mano. Supuse que sucedía lo de todos los días en esta época del año: Hannes había llegado a trabajar y le pedía al gitano que se retirara de ese lugar, pero este gitano grande, con quijada cancerbera, rudo, no se quería ir. Le gritaba a Hannes muy cerca del rostro. El viejo alemán de ojos dislocados escuchaba impávido, sin moverse del lugar que reclamaba, cuando recibió, de repente, una bofetada en la mejilla derecha. El sonido seco de una mano carnosa y grande reventando toda su fuerza en el escualido rostro de Hannes estremeció las paredes, casas, autos, transeúntes y terrazas de la calle en esa cálida tarde de verano. Después el gitano se alejó de ahí. Pasó justo a mi lado y pude ver en su rostro una sonrisa enorme. Era una sonrisa de alivio, como si en esa bofetada hubiera descargado toda la frustración acumulada; como si en ese acto de violencia hubiese hecho pagar a ese desconocido todas la vejaciones recibidas desde su nacimiento; como si hubiese hecho, por lo menos una vez en su vida, lo correcto. Luego vi a Hannes: él también sonreía. Su sonrisa denotaba el orgullo del valor y la osadía.

Texto agregado el 08-10-2022, y leído por 137 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
10-10-2022 Buen texto. Con tintes de ciudad grande. Te felicito. peco
09-10-2022 Hay que ser comprensivos con aquellos seres que la vida les brinda escasas oportunidades para sobrevivir viviendo de la cardad. Muy buen relato y moraleja. rubalva
09-10-2022 Una historia cotidiana muy bien escrita. La vida en la calle no es nada fácil, los que viven en ella tienen que buscar por todos los medios, la forma de comer y mantenerse, al menos con lo más elemental. Me pareció muy bueno tu cuento. Saludos. maparo55
 
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