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Todo se precipitó de una forma que no pude controlar. Había estado navegando con mi kayak por los rápidos del río.
Al toparme con la red que impedía seguir hacia la cascada, me pareció divertido colarme por un agujero que seguramente hicieran las nutrias.

Pasé rozando la red. Uno de los cierres de mi chaleco salvavidas se enganchó con la malla de cuerda y casi se me sale.

Nunca había estado de ese lado y me gustaba la aventura. Pero en cuestión de segundos la velocidad del agua se duplicó y mi capacidad de maniobra disminuyó a cada instante.

No podía frenar, ni mucho menos dar la vuelta. Decidí usar el remo como timón para ir hacia el margen izquierdo de la costa.

El fondo del kayak golpeó con una piedra y mi embarcación giró ciento ochenta grados.
Mi remo salió despedido, yo avanzaba de espaldas hacia lo desconocido a toda velocidad.

Me impresionó como el murmullo de la corriente que era cada vez más ensordecedor cambió de repente cuando atravesé el umbral de la cascada.

En mi estado de pánico, vi cómo me alejaba unos metros del final del río y me sumergía en una nube de vapor de agua mezclada por momentos con chorros que golpeaban mi cuerpo.
Increíblemente mientras la embarcación giraba alocada y yo zafaba mis piernas, pude ver los nidos de los estorninos que anidan detrás de la cortina de agua para proteger a sus polluelos de las águilas.

Mi desesperación, y tal vez mi instinto de supervivencia, habían detenido mi respiración buscando la máxima concentración.
Enseguida noté que si no aspiraba una buena bocanada de aire me ahogaría por falta de oxígeno.
Me dispuse a aspirar cuando mi cuerpo atravesó con un buen golpe el agua del río.

Todo fue confusión. Mi demora hasta poder respirar duró una eternidad.
No podía distinguir lo que era arriba y lo que era abajo.
La corriente me separó de la cortina de agua unos metros y eso me sirvió para orientarme por la luz.

-¡Ahaaaaaghhhh! - fue el sonido que emitió mi garganta cuando pude reencontrarme con el aire.

Le siguieron intentos desesperados por toser para eliminar el agua que estaba tragando.
Creí que no lo lograría y me ahogaría con medio litro de agua en los pulmones.
Un momento después noté que mi respiración se normalizaba. Mientras seguía flotando a la deriva inspiré y expiré varias veces para comprobar que sí podía hacerlo.

Flotaba ya con una velocidad menor. Comencé a relajar mi cuerpo para notar los dolores de cabeza .
La sien izquierda me dolía muchísimo así como la oreja de ese lado.

Todavía miraba sin mirar mientras flotaba ya más despacio cuando mi hombro golpeó suavemente una embarcación.
Era un grupo de turistas de esos que se acercan mucho a la cascada llegando por el río desde lo bajo.

El patrón de la embarcación estiró su brazo y tomó el mío para sacarme de un tirón y depositarme dentro de la barca.

-¡Poxa rapais! Eu não posso acreditar em meus olhos. ¡Você tem coragem de mais! – dijo con su cara llena de asombro mientras miraba a los pasajeros.

Éstos me hablaban preocupados y todo retumbaba en mi cabeza.
Necesitaba un poco de calma.
Fue cuando vi a mi kayak acercarse rumbo a nosotros.
No lo dudé y salté de nuevo a él para ir hacia la pequeña playita de arena.

Todos desaprobaron mi idea y no paraban de retarme. Querían llevarme al pueblo a ver un médico.

-Yo me quedo con él – escuché decir a una voz femenina.
Cuando me recosté en la arena, ella ya estaba a mi lado.

-Me quedaré un rato por si necesitas algo. Soy médica. No te hablaré si no quieres. Se que estás en shock– dijo y quedó en silencio.

Cerré los ojos mientras me decia:

-Es bellísima.

Los turistas se alejaban, y el sol de la tarde calentaba mi cuerpo.

Todo me parecía muy increíble, sin embargo, yo estaba muy determinado a creerlo.


.


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Marcelo Arrizabalaga.
Buenos Aires, 28/6/2022.

Texto agregado el 28-06-2022, y leído por 187 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
09-07-2022 Impresionante! Me encantó. A la Señora D le hubiese gustado acompañarte, jajajaa... MujerDiosa
29-06-2022 Mi estimado compañero de letras, me cansé de seguir tus peripecias jajaja, pero fue encantador y pude vivir algo a lo que jamás me hubiera atrevido hacer en la vida real, saludos. ome
29-06-2022 —Hace muchos, muchos años, me pasó algo parecido conduciendo una jangada en el río Paraguay, sólo que quien me salvó no fue una rubia, fué un gran amigo. Esto con pocas palabras esta relatado en este cuento: https://www.loscuentos.net/cuentos/link/579/579637/ vicenterreramarquez
29-06-2022 Creo que se pierde la empatía con el protagonista porque fue gratuito el peligro que enfrentó. Sobre la redacción, es un síntoma que todos mostraran reparos. El que la mujer fuera bellísima es un extra que no se merecía el personaje. Gatocteles
29-06-2022 Metiste frases que parecen sacadas del manual de un lavarropas, como «pero este terminó arrancando un pedazo de la misma». Puntualmente, hay una falla conceptual: obviamente TE va a doler TU sien (una ajena no podría dolerte). Poné que te dolía la sien izquierda. Igual yo que vos lo reescribo porque te quedó como el culo por donde lo leas. guy
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