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PALABRAS AUSENTES
Un cuento de Carlos Marchionni

Mi pobre corazón
No sabe pensar
Y al ver que lo alejan de ti
Sólo sabe llorar
Sólo sabe gemir
Sangrando al morir
En tu adiós
E.S.Discépolo

Don Fermín era el carnicero del barrio, nadie tiene recuerdos del lugar sin la carnicería, era como si hubiese estado allí desde siempre. Eso le daba autoridad para hacer alarde de que él conocía la historia de toda la comuna y la de sus vecinos.
Si alguien le preguntara por Doña Rosita, este contestaría con su habitual decir periodístico, que es una viejita que vive a unas pocas cuadras, que viene un par de veces a la semana a comprar algo de carne y que esa anciana extraña, acarrea un changuito algo destartalado , que camina con alguna dificultad apoyándose en un bastón, que normalmente está vestida con un sacón largo, pantalones, unos zapatos de zuela ancha y que acompaña su arreglo con un sombrerito tejido al crochet. Nos diría además que siempre está hablando sin parar, en un murmullo, como si hablara para ella, relatando cada cosa que hace o ve, como si pensara en voz alta y que solo aumenta el volumen de su voz para dirigirse a los demás. Fuera de esto, no mucho más nos podría relatar el carnicero de este singular personaje.
“La vereda está toda rota no se porqué no la arreglan y con lo difícil que se me hace caminar tengo miedo de meter el bastón en un pozo y caerme – buen día doña Rosita- buen día – ahí va ese viejo siempre con la bragueta manchada de pis yo no sé como puede salir así a la calle viene un auto nunca dejan cruzar hay que esperar que pasen ellos primero como cantan los pájaros seguro que va a llover tengo que ver donde dejé el paraguas y faltan dos cuadras para llegar a casa hoy voy comer un churrasco con una papa hervida la farmacia todavía está abierta voy a venir a la tarde esta casa está llena de gatos alguien les deja comida en la puerta que olor a orín de gato menos mal ya llegué a casa”
Todo el mundo conocía a Rodolfo en Ensenada, era ese muchacho “pintón” que más de una comadre hubiera deseado tener como yerno. Trabajador y estudioso, trabajaba desde que terminó el secundario en la destilería de YPF, primero como pasante, luego como operario y ya era jefe de sección, lo que le aseguraba un buen ingreso económico y la posibilidad de seguir progresando.
No había nadie en Ensenada que dudara que su noviazgo con Rosita terminaría en casamiento. Era la pareja ideal, se los veía felices y enamorados, juntos desbordaban alegría.
Esa joven de pelo negro, tez pálida y ojos grandes y más negros que la noche le daban una belleza singular. Había estudiado en un colegio religioso y fue criada por su abuela, una católica militante que soñaba y fantaseaba con una boda magistral de su nieta y no dejaba de imaginarla con su vestido blanco frente al altar, recibiendo los sacramentos del matrimonio. De todo esto hacía partícipe a la joven quien también se fascinaba con la idea. Tan consustanciadas estaban con sus deseos que habían decidido hacerlo partícipe ya de todo lo que habían construido entre ambas al agraciado.
Rodolfo llegó ese día con toda la ansiedad a la casa de Rosita, era tan importante lo que tenía para decir que se desesperaba por contarle todo a su novia sin perder más tiempo.
Ni bien abrió la abuela la puerta de entrada, se abalanzó sobre ambas tomándolas del hombro.
- ¡Es maravilloso lo que tengo para contarles!. Conseguí un contrato por tres años en una petrolera en Venezuela ¡y me van a pagar en dólares!. Asique prepará Rosita las valijas que nos vamos para allá. ¿por qué vas a venir no?
Las dos quedaron paralizadas, se miraron a la cara y la abuela se desvaneció, Rosita atinó entre lagrimas a socorrerla y nada pudo responder a la propuesta de Rodolfo. Una vez repuesta la abuela, corrió llorando a su habitación y la abuela pidió al novio que se retirara.
Inútiles fueron los esfuerzos de éste para comunicarse con ellas los días subsiguientes, no le atendían ni la puerta ni el teléfono.
Finalmente partió al lugar que le marcaba su destino, sus cartas dese allá, jamás fueron respondidas. El tiempo pasó y nunca se supo más de él.
No hay constancia de en que momento comenzó a vérsela a Rosita caminando por la calle y relatando cada uno de sus pensamientos.
Si Fermín hubiera conocido esta parte de la historia , probablemente hubiera comentado a sus clientes: - ahí va Rosita buscando las palabras que no supo encontrar en su momento.

FIN
Publicado en "LOS NACIENTES" Ed. dUNKEN

Texto agregado el 03-04-2022, y leído por 72 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
04-04-2022 Que buen texto,generalmente existe en las carnicerías de barrio,personajes que marcan una historia que todos conocen. Tu cuentas tan bien esta que se pueden imaginar ellos y los lugares que habitan. Me encantó***** Un abrazo Victoria 6236013
 
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