APRENDIZ DE MEROLICO
Hola:
Soy médico, ya con muchos inviernos. Trabajé en el sector salud (federal) a tiempo completo, por eso no puse consultorio particular. No me quejo, me ha ido muy bien, jubilado con una pensión substanciosa.
¡Ay, mi suerte! Sin nada que hacer (más que ponerle gorro a mi mujer) me atrapó el aburrimiento por lo que empecé a trabajar en un instituto de mi ciudad. La jefa de este es la esposa del presidente municipal. Me extraño que no consiguieran médicos.
Se suponía que sólo iba a cuidar la salud de los niños que recoge la institución, el sueldo una miseria. Pero no me importó, pues me mantendría ocupado.
¿Qué pasó? No me dijeron que dos veces a la semana debería ir a “las brigadas” del ayuntamiento: en colonias precaristas llegan empleados municipales, optometristas, médico (yo) y dicen: “aquí estamos para lo que se les ofrezca por cortesía del presidente municipal. Si hay enfermos vengan a consultar al médico”.
Y sí, en el curso de dos horas tenía que ver un promedio de 50 consultas, ¡imagínense!, sin medicamentos adecuados, los que había se les vendía a 15 pesos cada uno. No era médico sino merolico y por cierto muy malo.
Aguanté tres meses y medio, A medianoche me ordena mi jefa: “hay un incendio en la colonia precarista X, vaya a ver que se les ofrece”. Contesté: “no soy bombero” y renuncié.