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Caso número 23

Jober Rocha


- ¡Caso número 23!
Con voz de falsete, el magistrado, envuelto en una gruesa capa negra, convocó el próximo caso a ser juzgado.
- ¡El Estado contra José Manuel da Silva, acusado de haber sido sorprendido orinando en la calle!
- ¿Confiesa Sr. José Manuel?
- Por supuesto, señoría. En un país como este, ¡es lo único que le queda al ciudadano común!
- ¿Cómo?
- Cuando votamos y elegimos a los políticos municipales (alcaldes y concejales), no se trata simplemente de pagarles un sueldo y llenarlos de gratificaciones. A ellos les toca cuidar la ciudad: arreglar baches en las calles, arreglar semáforos, limpiar plazas, barrer las calles y también, entre otros, ¡poner baños públicos para el uso de la población!
- En nuestra ciudad no hay un solo baño público en las calles. Entonces, con la vejiga llena y caminando por la Calles de las Almendras Negras, donde solo hay casas particulares cuyas entradas están cerradas a los extraños, decidí orinar en la calle antes de que me reviente la vejiga. Estoy convencido de que hice lo correcto, de lo contrario las consecuencias para mí serían mucho peores. Estaría internado meses en el terrible hospital municipal, atendido por profesionales mal pagados y sin ningún interés por mi caso particular. Podría terminar muriendo de sepsis. Para evitar todo esto, oriné en la acera de la Calles de las Almendras Negras, bajo la mirada de admiración de unas señoritas, ¡no sé si por el hecho inusual o por el 'tamaño del problema'...!
- Señor José Manuel da Silva, su caso no es tan sencillo. Hay otros factores en juego, como la violación de la moral pública; la subversión de las costumbres; el hecho de exponer un órgano sexual de tamaño anormal a los ojos de niños y mujeres; mojar la vía pública con un líquido maloliente para hacer sus necesidades fisiológicas en el momento exacto en que sonó la campana de la iglesia, convocando a los fieles a misa, en un descarado desprecio por las cosas divinas y, finalmente, habiendo mojado la pernera del pantalón del guardia que vino a detenerlo, con algunas sobras de orina en la vejiga!
- Fíjate, por tanto, que se te puede incluir en varios artículos de la ley penal y, aunque muchas mujeres de la ciudad esperan tu liberación, la gran mayoría de hombres quieren verte tras las rejas, en la cárcel!
En ese mismo momento, el fiscal se levantó de su silla y dijo:
- Si fuera solo por la inusual 'dimensión del problema', el Ministerio Público no acusaría el hecho, pero hay que tener en cuenta todas las demás implicaciones civiles y penales que plantea el hecho. ¡Tenemos que pensar en la defensa del Estado y de las generaciones futuras!
El abogado del señor José Manuel da Silva, hasta entonces en silencio, se levantó, pidió al juez que presentara sus respetos y dijo:
- Señoras y señores, ¿alguno de los presentes se ha encontrado alguna vez en una situación similar a la de mi cliente? ¿Con la vejiga llena en medio de la calle en un barrio desconocido, formado solo por casas, sin tienda donde pueda haber un baño para los clientes?
- Si alguien ha pasado por esta situación, ¡es muy consciente de la aflicción que se apoderó de mi cliente en ese momento!
- Creo que todos los presentes aquí, en la misma situación, habrían hecho exactamente lo que él hizo. En un momento trágico como este, todo se pasa por alto: la moral, las costumbres, la religiosidad, la obediencia a las leyes, las amistades, el respeto, etc. La necesidad fisiológica a todo esto se superpone, imperativamente. Recuerde que, en Job 8: 1-11, Jesús habría dicho: - ¡Quien entre ustedes no tenga pecado, arroje la primera piedra!
-Les pregunto, pues, a los presentes: ¿cuál de ustedes nunca ha dejado caer unas gotas de orina en su ropa interior o bragas, antes de poder aliviar su vejiga en un cómodo baño?
- Recuerda que mi cliente estaba lejos de cualquier baño y necesitaba vaciar su vejiga a toda costa, después de que las primeras gotas empezaron a salir descontroladas.
- ¡El que nunca se ha mojado la ropa interior ni las bragas, que incrimine mi cliente!
El juez, entonces, con la ropa interior ya mojada, como no había ido al baño desde las ocho de la mañana, archivó la causa y cerró la sección. Luego, los presentes comenzaron a levantarse y caminar en fila india hacia los dos baños del lugar. Algunos tenían las piernas cerradas y comprimían el vientre. Otros ya tenían manchas visibles de orina en la ropa.

Texto agregado el 08-12-2021, y leído por 109 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
04-01-2022 Hay que juntar las piernas... chus
11-12-2021 Cuánto de realidad tiene este cuento.Muy bien desarrollada la situación. Jaeltete
09-12-2021 La lectura de este texto, provocó mis sonrisas todo el tiempo! Muy desenfadado y gracioso, realmente. Además, entre sonrisas, pensaba cuánta razón tiene el fondo de esta cuestión! Algo que no se concibe es la inexistencia de baños en las calles. Excelente!!! MujerDiosa
08-12-2021 Debería leerlo de nuevo por si me perdí algo, pero a la primera lectura el argumento me pareció demasiado malo hasta para un chiste. No sé. guy
 
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