Cuento


Relato de una historia que podría ser narrada como cuento y además sugiere una interrogante, como también una reflexión.


Hubo un lugar que puede ser cualquier lugar en un tiempo indeterminado; lugar y tiempo que tienden a perderse entre las agujas de los relojes, las hojas de los calendarios o en cientos de anuarios. Tiempo en el que aparecieron grupos de seres hermosos con características femeninas muy similares a las mujeres de aquel entonces, además muy parecidas entre ellas. Todas, en su gran mayoría, esbeltas y bellas. Eran las antepasadas de las brujas que conocemos hasta el presente tiempo en cuentos, algunos para niños como también en otros para adultos.

La característica más llamativa de todas estas brujas además de su belleza junto a su esbelta figura la representaba la piel. Era una piel tersa muy suave que no mostraba imperfecciones, mucho menos alguna arruga gravitacional de esas que hoy están tan de moda, sólo que era una piel pálida, muy pálida, tan pálida era que aún en plena oscuridad se dibujaban sus siluetas completas en el fondo negro de la noche.
Dada esta característica, con toda nitidez los parroquianos de las aldeas las podían divisar en la oscuridad de la noche más oscura.
¿Y por qué? Nos podemos preguntar hoy, pues porque ellas no usaban vestimenta alguna, su costumbre natural era el andar completamente en piel presente. Para ellas su piel pálida era el atributo de mayor belleza que podían mostrar. Tal vez por eso sólo salían cuando la oscuridad era casi total, pensando que por esa particular característica de desnudez no las verían, sin darse cuenta que su palidez reluciente las hacia visibles.
A ellas les gustaba jugar a las escondidas en el bosque o en los matorrales de la campiña por eso se las divisaba en las noches sin luna o cuando sólo en el cielo se dibujaba una delgada y curva Luna Nueva.

Por el hecho de aparecer sólo en las noches oscuras infundían temor en los parroquianos que además eran influenciados por los mojes que practicaban ciertos ritos religiosos, razón por la cual e incitados por los mismos monjes, todas las noches salían a cazar a estas intrusas visitantes con apariencia de mujer porque, según los monjes, eran seres extraterrestre enviados con el fin de exterminar a todos los habitantes de las aldeas para así conquistar La Tierra, siendo que en realidad el mayor temor de estos monjes era porque estaban convencidos que era el mismo demonio el que las enviaba para matar a todos los predicadores, tanto falsos como verdaderos, de dioses y semidioses; para ello se basaban en las predicciones de magos y de videntes, enemigos de las creencias religiosas. Era tal el temor de estos monjes que ofrecían suculentas recompensas por la caza de ellas, que luego de ser apresadas las destinaban a ser combustible en grandes hogueras.

Así fue como la población de estas mujeres esbeltas de pálida belleza, comenzó a mermar al punto tal que ya quedaban pocas. Ellas no encontraban la forma de burlar a los cazadores.
Una noche que era muy oscura, por temor a lo invisible y desconocido, nadie salió a cazar brujas. Nadie de la aldea salió después que el sol desapareció tras el horizonte.
En cambio las pocas brujas que aún quedaban en el bosque, sí salieron a jugar. En un momento dado del juego dos de ellas que corrían para esconderse tras unos corpulentos árboles tropezaron con un bulto, que para ellas fue invisible, lo que las hizo caer estrepitosamente.
Varias se acercaron para ver e investigar en que habían tropezado, hasta que comenzaron a palpar un bulto que ellas no veían porque era del mismo color de la noche, poco a poco lo fueron adivinando como humano a la vez que tocando y tocando de repente apareció un pie desnudo mucho menos pálido que la piel de ellas, luego otro pie, enseguida a medida que avanzaban descubrieron una pantorrilla, una rodilla, una pierna hasta descubrir todo un cuerpo humano de mujer.

Llamaron a todas las que estaban diseminadas en el bosque. Luego entre todas de a poco, palpando fueron descubriendo el material que cubría aquel cuerpo, simplemente era una túnica confeccionada con tela de algodón teñida de un color negro azabache como aquella noche. Las brujas que corrían habían tropezado con el cuerpo sin vida de la viuda más longeva de la aldea, que por alguna extraña razón fue a morir en aquel lugar.

Entonces uniendo situaciones concluyeron que justamente era el color negro el ideal para disimular su apariencia de extrema palidez con lo cual podrían burlar a los cazadores para así salvar el pellejo ante su despiadado acoso y hacer de la noche la aliada perfecta para realizar aquelarres, hechizos y conjuros de toda índole, unos buenos y otros malos.
Una de ellas se puso la túnica negra de la viuda dejando a la vista su rostro, el cual desapareció cuando se subió la capucha, quedando completamente invisible a la vista de todas las demás. Desde ese momento brujas y vestimenta negra son casi inseparables, digo casi porque para ciertas partes del cuerpo en determinadas circunstancias u ocasiones, con real conocimiento de causa, puedo asegurar que usan otros colores, los cuales embrujan tanto o más que el negro.

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Ahora ya fuera de cuento, historia, narración o relato deduzco que bajo ese vestido negro las brujas, sólo las brujas aquellas que no conozco personalmente, no llevan ninguna otra prenda bajo sus vestidos y debe ser por si por alguna razón, les toca lucir su completa y brillante palidez, ya sea para asustar a incautos o para atraer y cautivar a los inocentes como yo.

Después de escribir sobre las brujas siendo hoy 31 de octubre, día de Halloween, me abstraigo de ello y también divago pienso, deduzco… pregunto:
¿Será… ¿Será… ¿Será que todas las mujeres que nos rodean también vienen de un mundo u origen muy distinto al de nosotros los varones?
Por qué de que son distintas de todas formas lo son, siendo justamente esa distinción lo que hace que la vida humana exista y tenga el verdadero sentido de ser, sin importar si vamos desnudos o vestidos de negro, de blanco o de cualquier otro color, dado que todo en el mundo animal nos dice que una de nuestras principales condiciones naturales es la desnudez.



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