Actualización de fábulas antiguas

Jober Rocha


La fábula del político y del votante (El lobo y el cordero)

Cerca de la capital federal de cierto país lejano, un votante bebía agua de un arroyo. El terreno era empinado y por eso había una fuerte corriente. Cuando el votante dejó de beber y miró hacia arriba, vio a un político que también bebía del agua.
- ¡Cómo tienes el coraje de ensuciar el agua que bebo! - dijo el político, que estuvo unos días sin participar en ninguna negociación o competencia amañada y buscaba algún votante desprevenido para desahogar su enfado.
- Señor - respondió el votante - no hay por qué estar enojado porque no estoy ensuciando nada. Desde aquí donde bebo agua, unos veinte pasos más abajo, es imposible que suceda lo que estás hablando!
"Sacudes el agua", continuó el político amenazador, " ¡y sé que has estado hablando mal de mí durante el año pasado!"
- ¡Eso no es cierto - respondió el votante - porque el año pasado aún no había venido del norte del país a la capital federal! El político pensó por un momento y dijo:
- ¡Si no eras tú, era tu hermano, que es lo mismo!
- No tengo hermano - dijo el votante - ¡Soy hijo único!
- Si no fuiste tú, fue alguien que conoces o algún otro votante, un albañil o uno de los guardias que se encargan de los edificios en construcción aquí en la capital y, por tanto, ¡necesito venganza!
Entonces allá en el riachuelo, en lo profundo de ese bosque, el político saltó sobre el votante, lo agarró muy fuerte en sus manos y lo llevó a la sede de su partido político, para adoctrinarlo en un lugar más tranquilo, sabiendo eso, porque es un político y tiene jurisdicción especial en los tribunales del país, no le pasaría nada como consecuencia de esa violencia contra el votante.

Moraleja: La razón del político es siempre mejor que la del votante; por ser más fuerte, por su mandato popular, y por tener una jurisdicción especial en la justicia de ese país.