Una empresa del tipo ONG, cuya principal característica es trabajar sin fines de lucro, la convivencia entre los miembros, tanto el directorio como sus profesionales es ligeramente distinta a las empresas tradicionales donde su éxito se mide por sus utilidades. Esta ONG, donde actualmente trabajo, ofrece mejorar las relaciones humanas en los grupos sociales que lo requieren, sean partidos políticos, clubes deportivos, grupos ambientalistas, y a veces una que otra empresa privada que los solicita. Clase de liderazgo, coaching, voluntarismo, y así, digamos que es pura sicología.

El directorio ideó un esquema que desconozco si es inteligente pero si puedo asegurar que es bastante entretenido, para organizar los grupos de trabajos. Para cada nuevo proyecto el directorio selecciona, de entre los veinte profesionales de distintas profesiones, un jefe de proyecto y otro que lo acompaña.

Para mantener el prestigio como empresa el directorio se preocupa de que el par de profesionales seleccionados y considerando que van a trabajar con un grupo de personas, deben mostrase que entre ellos exista cohesión y ningún tipo de roce.

Como el directorio desconoce las relaciones entre sus empleados, le dan la oportunidad al jefe de proyecto de rechazar al compañero. Este en las reuniones de los días lunes debe argumentar las razones para dicho rechazo y el directorio decide si continúan junto o le asignan otro compañero.

Me asignaron un nuevo proyecto y me tocó como compañera a Florencia.

Estaba molesto con ella porque en un proyecto anterior, cuando fue jefa de proyecto, me rechazó como su compañero diciendo en la reunión de directorio que yo era muy machista y siempre hacía comentarios fuera de lugar con respecto a las mujeres. Quedé fuera de ese proyecto y perdí un bono importante. Lo curioso es que nunca pensó que tarde o temprano me iba a tocar a mí ser jefe de proyecto y ella mí compañera.

¿Qué argumento daría para rechazarla? Trataba de encontrar algo negativo en ella para argumentar. La verdad que no tenía nada negativo, al contrario, era la compañera ideal para trabajar. Pero el deseo de vengarme era superior. Llegué a pensar en usar argumentos frívolos, como que no usa desodorante, que tiene mal aliento, que no saluda y no se despide, aburre como ninguno, pero no, al contrario. Ya me estaba dando por vencido.

Estando sentados cada uno en su escritorio, sonó el celular de Florencia. Ella miró el visor y comentó “Me llama mi hijo mayor”.

Apenas dejó de hablar me dirigí a ella y le pregunté

- ¿Cómo, tienes otro hijo?

- Si, es mi hijo mayor, de mi primer matrimonio. Tiene dieciocho años.

De inmediato encontré un hilo a seguir, no sabía dónde me llevaría…..

- Y tu hijo menor tiene 4. O sea conoces a Roberto más o menos cuatro años.

- No, lo conocí exactamente hace 8 años. Estamos el viernes de aniversario. Lo celebro en grande con mis amigos......

Notó que estaba hablando más de la cuenta así que se levantó a prepararse un café.

En la reunión del lunes, frente al directorio daba mi argumento para rechazar o aprobar la asignación de Florencia como mi compañera de proyecto.

Pedí la palabra y frente a la audiencia le pregunté:

- Florencia ¿Tú tienes un hijo de cuatro años, verdad?

- Si, ¿Y?

- Y tú conociste a Roberto hace 8 años.

- Si ¿Y?

- Y según se sabe, tú fuiste a la inauguración del nuevo edificio con tú primer esposo y eso fue hace exactamente 6 años.

- Si ¿Y? Te aclaro de inmediato. Después de esa fiesta me separé oficialmente y al año me fui a vivir con Roberto. O sea vivo con Roberto hace cinco años. ¿Qué tiene de malo? ¿A qué quieres llegar?

- Señores del directorio: ella dice que vivió con su primer esposo hasta hace 6 años. Y por otro lado dice que conoció y es pareja de Roberto hace 8 años. Por lo tanto ella le puso los cuernos a su primer esposo durante dos años. Yo la rechazo como compañera de proyecto por ser poco confiable, si le hace eso a su esposo, que se puede esperar de un simple compañero de trabajo. No me arriesgo.

El directorio, morboso e igual de machista que yo, aprobaron el rechazo.